Londres

Crónica negra: Asesinos de mujeres

El hombre que aseguró haber matado a dos prostitutas se entregó a la Guardia Civil
El hombre que aseguró haber matado a dos prostitutas se entregó a la Guardia Civillarazon

En España las mujeres suelen ser las víctimas predilectas de toda clase de delitos. Hace sólo unos días, un vecino de Benissa, Alicante, de 31 años, fue detenido como presunto autor del doble homicidio de dos mujeres, presuntas prostitutas con las que se encontraba en su domicilio. Según el relato del presunto autor, las dos mujeres trataron de robarle y él las mató en defensa propia. Las prostitutas pertenecen al grupo de personas que los profesores norteamericanos que estudian la violencia llaman «less dead» o «menos muertos»: prostitutas y vagabundos, personas que no significan nada para nadie y que, por tanto, su desaparición o muerte suele ser denunciada tarde o nunca. De hecho, en el doble homicidio de Benissa, no se sabía quiénes eran las víctimas hasta que el autoinculpado se entregó a la Guardia Civil.

La muerte de prostitutas es un hecho frecuente y no siempre conocido. Ha habido crímenes célebres como el del profesor de matemáticas de Pozuelo que contrató los servicios de una «call-girl» y una vez en su vivienda acabó con su vida de una forma sádica y cruel. Los asesinos de prostitutas como Jack el Destripador (Londres, 1888), son en realidad asesinos de mujeres en general. Matan a las que venden sus servicios porque son las más expuestas, pero lo que buscan es la humillación, el abuso, la tortura y el sadismo. Las trabajadoras del sexo que acuden a domicilio están doblemente vendidas. En España hay un potencial terrible de asesinos de mujeres. Algunos datos nos los facilitan los crímenes de violencia de género, con 37 muertas este año, entre las cuales hay diferentes grados de brutalidad.

Jack el Destripador, si hubiera podido, habría matado camareras o coristas, cantantes o universitarias en vez de prostitutas de la cloaca de Whitechapel de entre cuarenta y cincuenta años. Lo mismo habría hecho el asesino de «Green River», un tipo obsesionado por la idea de limpiar la tierra de lascivia mientras cedía a la llamada de la carne y mantenía relaciones con sus víctimas.


Estupefacientes
El juzgado número 2 de Denia acordó el secreto de las actuaciones del doble homicidio de Benissa. Según lo poco que ha trascendido, el autor habría contratado los servicios sexuales de una mujer nigeriana de 35 años y una ecuatoguineana de 31 en su domicilio en el centro de la localidad. Accedió con ellas a la casa y, una vez allí, según el hombre, trataron de robarle, lo que desató una fuerte discusión. Según declara, se defendió de la agresión con un cuchillo con el que les dio muerte. Los investigadores piensan que pudo haber consumido estupefacientes, por lo que ha sido sometido a análisis de sangre. Si se confirma que el presunto homicida consumía estupefacientes o algún otro detalle relacionado con el arma del homicidio -como si el cuchillo era de la casa o lo llevaba él-, eso lo acercaría a otras muertes estándar de prostitutas que son citadas o contratadas no para cumplir su función sino para satisfacer los deseos turbios de los criminales.

De entrada, el relato del hombre de Benissa es confuso y precisa ser comprobado punto por punto, con los hechos científicamente investigados, pero, por otro lado, es necesario redoblar el esfuerzo para obtener estadísticas claras de la criminalidad en España en relación con la mujer para advertir a estas posibles víctimas de toda clase de delincuencia de los peligros que corren.

En un mundo de individuos con trastornos de personalidad absolutamente descontrolados, con una sociedad estresada, reprimida y sexualmente hipócrita, la violencia depredadora contra la mujer crece día a día. Entre los criminales, hay especializados en la infancia, otros en mujeres de mediana edad y un plantel extenso, que ya ha dado la cara, que persigue a las mujeres de edad avanzada. Especialmente camuflados en la gran ciudad, se hacen pasar por personas serviciales dispuestos a ayudar a los mayores.