Historia

Valladolid

Crónica negra: Garfia el malo rehabilitado por Francisco Pérez Abellán

Juan José Garfia
Juan José Garfialarazon

Atracador, tres veces homicida, «fuguista», preso rebelde y archivo FIES (Fichero de Internos de Especial Seguimiento), Juan José Garfia Rodríguez, nacido en Valladolid en 1966, ha pasado 26 años en prisión por tres asesinatos, cinco atracos y el secuestro de un teniente coronel. Cuando le detuvieron, en 1987, había robado un coche con el que pensaba dar un atraco y al darle el alto, encadenó tres muertes: las de un guardia civil, un policía municipal y un paisano que pasaba por allí. Era casi un animal salvaje, fibra y músculos, acostumbrado a salirse con la suya. Desde los 18 años, encarcelado.

Garfia era un atracador violento. Amigo de las armas y la sangre. Pasó a ser el preso más malo, con huelga de hambre y fugas. Una espectacular, desde un furgón de la Guardia Civil. Sufrió las celdas de aislamiento del protocolo FIES, para reclusos de especial seguimiento. Pero un día llegó a la conclusión de que los perros rabiosos, como él, acababan demasiado pronto su carrera. O más, que insistiendo en la violencia al margen de la ley todo era un callejón sin salida. Primero fue una luz en su cabeza y luego se concretó en un romance con una funcionaria de prisiones. Descubrió lo que era estar enamorado. Se casaron en la cárcel.

Por aquel tiempo yo llevé a su chica a mi programa de RNE y conseguimos que nos dejara un saludo en el contestador. Garfia quería dejar de ser el lobo solitario, el perro apaleado. No nos hacíamos ilusiones, porque estaba en la cárcel por delitos muy graves. Su novia luchó por él. Garfia hizo estudios universitarios desde su celda, Historia del Arte y Filología, y se puso a pintar. Su novia se convirtió en su mujer durante doce años y él trató de ser un buen padre para los hijos de ella. Garfia no se ha vuelto atrás. Sus víctimas todavía penden sobre su pasado, de modo tan pesado que a veces se despierta pensando que algún familiar de los hombres que mató puede venir a buscarlo, ustedes ya saben para qué.

Lleva dos años en libertad condicional. Tiene otros cuatro hermanos. Todos estuvieron un tiempo en prisión. Tres de ellos continúan. Garfia no es un tipo simpático. Sonríe con labios fino, como obligado. Pero ha cambiado, eso se nota. Entonces ya quiso decírselo a todos y escribió un libro: «Adiós, prisión». Mi buen amigo y ex reportero de «Diario16», el actor Alberto San Juan, le encarnó en una película de gente cercana a Animalario: «Horas de luz», de Manuel Matji. La bestia en prisión, el hombre que sale fuera. Si no lo ves, no te lo crees. Pero Garfia es un luchador que vale la pena.

Ahora trata de reanudar una nueva vida. Se ha buscado otra compañera sentimental, después de aquella que le enseñó el valor de la propia familia. Es una mujer joven, de 34 años, con la que tiene un hijo de cuatro. Parece un padre ilusionado, pero siempre está presente la mancha del pasado. Juanjo no quiere olvidarla: sabe lo que hizo, lo asume y cree haberlo pagado. Ha pasado muchos años de cárcel y si, no vuelve a delinquir, si no se cansa de trabajar duro, cumplirá lo que ofrece la Constitución: ser rehabilitado. La reinserción llega con el deseo de ser útil. Juanjo no mira atrás, no quiere ver las rejas cerrarse a sus espaldas ni aquellos fríos muros de El Dueso donde tocó fondo.