Huelva

Buffet

La Razón
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Ahora que una tiende a confundir a Florentino con Aznar, a Aznar con Florentino y a todos esos que están convencidos de que trascienden a su tiempo, necesito vacaciones. Esas confusiones son fatales y por más que te tomas la pastilla del riego, no mejora: ves a Florentino con una mancha debajo de la nariz entrando en Génova y a Aznar asegurando que Pepe Blanco quiso tener un carné del PP desde niño. Así que necesito unas vacaciones en un hotel con buffet, ojo, en régimen de media pensión. Yo me tiro al buffet como el científico se lanza a una probeta, como el entomólogo al microscopio: con ansia por conocer el comportamiento del bicherío. Dice mi amigo Diego, que es el psicólogo más salao que hay en Huelva, que somos lo que fuimos en el patio del colegio y yo creo que lo demostramos ante el buffet. Hay gente que llega al comedor y agarra la vajilla como si fuera un volante. Parejas que pasean de la mano entre la zona de los fritos, y voraces consumidores de zumo de naranja que se hacen fuertes en el grifo y se atiborran mientras el resto hace cola. Los hay que llenan a rebosar el plato, sin importarles si lo que comen casa o pega o sienta como un tiro. Ésos son del Madrid. Los del Barça, sin embargo, tienden a confundir una salchicha alemana con una butifarreta. Los del Atleti dejamos hueco en el estómago para el marisco y resulta que se han acabado las gambas. Las tiene todas un sevillista que jurará que son carabineros. Los del PP bajan a cenar a las ocho menos diez. Son los mismos que han pillado las tumbonas dejando los manguitos de los niños como prueba de propiedad privada. Y dirán que aquello es un hotelazo y le subirán una estrella. Los del Psoe, sin embargo, volverán jurando que era una casa rural: todo natural y biológico y reciclado. Hasta que llega Zapatero y hace una oda a la ensaladilla rusa con forma de Giralda. Viva el melocotón en almíbar, ¿no?