Londres

Dimite el secretario de Justicia británico por el escándalo de los gastos

El líder de los «tories» demuestra su autoridad en el partido. Los laboristas, obligados a seguir la misma senda.

En Westminster comienzan a rodar cabezas
En Westminster comienzan a rodar cabezaslarazon

El secretario de Justicia británico, Shahid Malik, ha presentado hoy su dimisión tras ser señalado como el diputado que más abuso ha hecho de los fondos públicos para sus gastos privados. Malik gastó alrededor de 70.000 euros en las partidas destinadas a los diputados para segunda vivienda.Malik se ha convertido así en la tercera víctima del escándalo.Y es que Westminster vive enterrado en un fango del que no consigue escapar. Desde que la semana pasada el rotativo «The Daily Telegraph» comenzara a sacar a la luz los gastos que pasan al erario público los diputados en concepto de «segunda vivienda», ningún partido político ha conseguido salir ileso del escándalo. Tras varios días de tensión insostenible, la bomba informativa ya se cobraba ayer a sus dos primeras víctimas.

Andrew MacKay, asesor de David Cameron, presentó a primera hora de la mañana su dimisión y más tarde el laborista Elliot Morley quedaba suspendido de su formación política. Los dos salían al mismo tiempo del terreno de juego. Sin embargo, sus cabezas no valían lo mismo. Mientras que la dimisión del primero reforzó aún más la figura del dirigente «tory», la salida por la puerta pequeña del segundo puso otro varapalo para el «premier», castigado como nunca en las encuestas.

El momento en el que se hicieron públicos los ceses jugó un papel importante, y el hecho de que primero se supiera la noticia de MacKay no pasó desapercibido. Desde que comenzó el escándalo, Cameron logró actuar con rapidez demostrando su autoridad en el partido. Por el contrario, Gordon Brown tomó las decisiones a remolque y sólo mueve ficha después de que lo haga la oposición.

Así, a pesar de que los «tories» insistieron ayer en que la decisión de MacKay fue «voluntaria», muchos consideran que su salida no es más que otro movimiento para mantener su ventaja intacta ante las próximas elecciones generales, las primeras desde 1997 en las que es casi seguro su regreso al poder.

La renuncia de MacKay tiene lugar después de que el rotativo «The Daily Telegrapah» sacara a la luz los gastos de 22.575 libras que éste pasaba al erario público como «segunda vivienda» al mismo tiempo que su mujer, también diputada conservadora, presentaba otra factura de 23.083 libras por otra casa de la que el matrimonio hacía uso. Los gastos fueron aprobados por nueve años.

El afectado subrayó que todas las demandas fueron autorizadas por el Parlamento aunque prefirió dimitir «con efectos inmediatos» para no perjudicar al partido. El ya ex asesor del líder «tory» mostró su disposición para comparecer ante el panel formado para estudiar los gastos reclamados por cada uno de los diputados en los últimos cuatro años y estudiar cómo devolver el dinero. A última hora de ayer, el partido no había tomado medidas contra su esposa.

Las razones que obligaron a suspender al diputado laborista tampoco se quedan atrás. Elliot Morley, que había sido titular de la cartera con el Gobierno de Tony Blair, reconoció haber reclamado 16.000 libras en concepto de devolución de los intereses de una hipoteca que había vencido hacía 18 meses. A pesar de que aseguró que todo fue «un error» y matizó que había devuelto todo el dinero, Brown no dudo en apartarle de sus filas.

El primer ministro explicó que una auditoría completamente independiente analizará cada una de las reclamaciones presentadas en los últimos cuatro años hasta que se reforme la actual normativa para evitar «errores».

Pero, por si el escándalo de los gastos no fuera ya suficiente, el Parlamento sufrió otra estocada, esta vez por parte de la Cámara Alta. Una comisión especial recomendó la suspensión de dos de los cuatro «lores» laboristas que supuestamente estaban dispuestos a aceptar dinero de inversores privados para enmendar leyes.

El episodio causó ya su correspondiente revuelo en enero pasado cuando lo sacó a la luz el periódico «The Times» y las conclusiones de la comisión que se encargaba del caso no han podido llegar en peor momento. La Cámara de los Lores votará la próxima semana si finalmente accede a una suspensión. De llegar a efectuarse sería el primer caso de estas características desde el siglo XVII. Sin duda, un episodio más que ayuda a desestabilizar la imagen de una institución que a día de hoy no goza de ningún respeto por parte de los ciudadanos.

«Mr. Speaker», la próxima cabezaTodavía no ha dimitido, pero todo hace prever que Michael Martin, el presidente del Parlamento, será la próxima víctima de la polémica que arrasa en Westminster. Al menos, ésa es la intención de varios diputados de diferentes formaciones políticas que han pedido directamente al «premier» que se deshaga del llamado «Mister Speaker» porque no goza de confianza en la Cámara. Antes del escándalo, Martin ya era una figura controvertida después de que la prensa publicara el año pasado la factura de 600 libras en taxis que su mujer se había gastado durante un día de compras en la capital británica. Entonces, varios laboristas pidieron su cabeza y ahora el responsable del Parlamento ha visto el momento perfecto para devolverles las críticas. En vez de mediar y buscar soluciones para reformar el sistema, éste ha utilizado las sesiones parlamentarias para realizar acusaciones personales que han indignado a los diputados de todos los partidos. A pesar de que Gordon Brown asegura que «está haciendo un buen trabajo», los asesores del «premier» insisten en que su presencia en la Cámara perjudica aún más la imagen del partido y quieren que dimita antes de las elecciones del año próximo.