Vitoria

Evitar que la crisis asfixie la Sanidad

Evitar que la crisis asfixie la Sanidad
Evitar que la crisis asfixie la Sanidadlarazon

Vemos cada día que la actual crisis no tiene visos de concluir pronto, sino más bien al contrario. El paro avanza, la economía se estanca y ahora el peligro está en la deflación. O sea, en que bajen los precios pero también la actividad económica, con lo que se entra en un círculo vicioso del que es complicado salir. En este escenario envenenado, la mayoría de los gobiernos están optando por incrementar el gasto público, endeudándose y llevando el déficit hasta cotas peligrosas. El problema está en que llegue un momento en que nuestra deuda sea inalcanzable y difícil de financiar, con lo que no hallaríamos manera de hacer frente a un gasto social creciente que incluye las prestaciones por desempleo, la educación, la sanidad y las pensiones, entre otras. Por eso es importante que, a la larga, más que confiar en el déficit y en el gasto, se haga lo necesario para que la economía funcione como debe y eso permita crear empleo, reactivar la inversión de las empresas y dinamizar sectores fundamentales hoy deprimidos como la construcción, los servicios o la industria. Si no lo hacemos así nos iremos comiendo poco a poco las reservas y los ahorros, y llegará un momento en que pongamos al sistema en riesgo de colapso. Puede parecer catastrofista o exagerado, pero a veces es mejor ponerse en lo peor para intentar evitar a tiempo lo que luego no tendría mucho remedio. Hay síntomas ya más que inquietantes. Este año tenemos que pagar diez mil millones más en desempleo, y lo que sucede en la Sanidad empieza a preocupar mucho al sector. Se explica hoy en un extenso reportaje de A Tu Salud que firma Elena Alonso. Los proveedores de los hospitales públicos se encuentran en una situación de semi-asfixia. En 2008 la demora en los pagos fue de 232 días. El dinero que se les adeuda alcanza la cifra de 2.500 millones de euros. Algunas compañías farmacéuticas soportaron el pasado año retrasos en el pago de más de 400 días. Otras incluso de dos años y más. Eso significa que las sociedades que trabajan con la Sanidad pública, gestionada por las diferentes autonomías, han de tener un gran fuelle económico, con posibilidades de financiación extra o grandes reservas, pues pocas empresas pequeñas están en condiciones de soportar impagos de más de un año de duración. Algunas, de hecho, no pueden, y están teniendo grandes problemas de tesorería. Cuestión que no debería pasar inadvertida a los gestores públicos a la hora de priorizar sus presupuestos de gastos. Quiero decir que las autonomías, y el Gobierno central que se encarga teóricamente de coordinarlas, debieran tener claro cuáles son las prioridades en un momento de grave crisis económica como el actual. Es decir, si hay poco dinero, porque escasean los ingresos, no podemos seguir con el actual ritmo de derroche en subvenciones, gasto corriente, subsidios no imprescindibles, informes prescindibles, televisiones, radios autonómicas y embajadas catalanas por todo el mundo. Si hay poco dinero hay que priorizar lo fundamental, o sea, la Sanidad y las pensiones, la educación y el desempleo, y olvidarse de destinar cantidades inauditas a promociones fantasmas, comilonas innecesarias, campañas estúpidas y suntuosidades fuera de lugar. En nuestro país está haciendo falta que se empiece a imponer disciplina en el gasto. Las autonomías deben saber que el dinero no se puede repartir alegremente en cualquier cosa, y que no tiene sentido que los funcionarios autonómicos cobren más que los de la Administración central, por ejemplo. ¿Por qué un ertzaina percibe más que un guardia civil, si el trabajo que hacen es prácticamente el mismo? ¿Por qué un médico de la Sanidad vasca recibe mayor salario que uno de Madrid, si en la capital de España la vida es mucho más cara y el trabajo tan intenso o más que en Vitoria? Todo este tipo de cuestiones no son menores, y alguien se debería encargar de plantearlas no como opcionales, sino como obligatorias. Y al que no cumpla, sancionarle, igual que hace la UE con los estados miembros. Sólo de esa manera evitaremos que la Sanidad española se termine colapsandojvera@larazon.es