Literatura

Barcelona

Muere Updike cronista de América

Fue uno de los eternos aspirantes al Nobel. Sus novelas, llenas de humor, criticaban la cultura popular americana.

John Updike
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Se va con John Updike una manera de entender la literatura y su impronta en la sociedad y los medios, uno de esos testigos de la cultura popular de los Estados Unidos a lo largo de toda la segunda mitad de siglo XX. El escritor de Shillington (Pensilvania), donde había nacido en 1932, perteneció a aquellas generaciones de escritores que se abrían camino artístico publicando cuentos en revistas como «The New Yorker» (no dejó de colaborar en ella desde 1955), que se probaban en la escritura de todos los géneros literarios –su primer libro fue de poemas, «La gallina de la carpintería» (1958) y estrenó una obra teatral–. Y es que Updike conectó con el gran público por representar a la clase media de forma fidedigna y por abordar asuntos populares difíciles de trasladar a la narrativa, como el golf, en 2002.
Un par de enfermedades
Updike obtuvo dos veces el premio Pulitzer –sólo otro autor ha hecho doblete, William Faulkner–, en 1982 por «Conejo es rico» y en 1991 por «Conejo descansa», dato que por sí mismo ya indica la importancia de este autor que, por culpa de padecer un par de enfermedades en la infancia, fue desarrollando una personalidad solitaria y creativa muy pronto. De hecho, su primera afición fue el dibujo, e incluso llegó a estudiar Arte durante un curso en Oxford después de graduarse en la Universidad de Harvard.
Por el tiempo de sus incursiones poéticas, Updike también se dio a conocer como narrador: la novela corta «La feria del asilo» y el libro de cuentos «La misma puerta», a finales de los cincuenta, significaron para él un buen comienzo, pues la crítica ya empezó a destacar sus virtudes literarias. También en su relación con el mundo editorial Updike parece sacado de los viejos tiempos: todas sus obras las publicó su editor Knopf, y fue tan buena esta relación y su recibimiento por parte de los lectores que Updike simplemente se dedicó a escribir, aislado, en una casa de Nueva Inglaterra que le maravillaba. Pero si hay que destacar algo de toda su prolífica trayectoria –medio centenar de títulos entre los que hay una autobiografía e incluso libros infantiles– es su célebre personaje Harry «Conejo» Angstrom, un «protestante de clase media de un pequeño pueblo norteamericano» que protagoniza una serie de cuatro novelas que fueron publicadas a intervalos de diez años entre ellas, desde «Corre, Conejo» (1960). Asimismo, alcanzó la gloria con «El centauro», al obtener otro premio importante, el National Book Award, en 1964.
Una sonrisa escéptica
Muchos recordarán la película «Las brujas de Eastwick», basada en su novela, y en castellano, la última obra que había aparecido es «Terrorista» (2006, editorial Tusquets). En ella, Updike, siempre centrado en asuntos de la realidad circundante, narraba la vida de un musulmán de dieciocho años, nacido y formado en EE UU, dispuesto a morir en un atentado por su odio a Occidente. Sin duda, la literatura echará de menos a este hombre que afrontó todos los temas, públicos y privados –el sexo, la hipocresía social, la política, la cotidianidad del ciudadano medio»– de forma tan talentosa como entretenida y que siempre esbozaba una media sonrisa, mitad escéptica mitad humorística.