Londres

Gibraltar andaluz

La Razón
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Después de tres siglos de espera, se suponía que la primera visita de un ministro del Gobierno español a Gibraltar sería un hito para los manuales de Historia, un hecho extraordinario con banda de música incorporada, profusión de himnos, tremolar de pendones y mucha charretera y «bobbys» acharolados, sin descartar, en fin, el lucimiento de mantillas, que siendo muy españolas se venden a buen precio en el Peñón. Pero no. Moratinos visitó ayer la plaza como si fuera un jefe de negociado, un pasante de tercer nivel enviado a recoger la correspondencia. Cualquier consejero de la Junta de Andalucía lo habría hecho con más dignidad y pundonor. Y con más provecho también, pues habiendo renunciado el Gobierno de la nación a que Gibraltar sea español, al menos que pueda ser andaluz. Al colocar a España a la misma altura que la colonia británica en ese foro paritario de su invención, Moratinos ha degradado la reivindicación española sobre la soberanía a simples cuestiones administrativas y de depuración de aguas residuales. Nada que no pudiera hacer con gran competencia la Junta andaluza, a la que sólo le falta un Carod-Rovira para entablar relaciones de igual con los sátrapas de la Roca. Visto lo de ayer, el vicepresidente Chaves acertaría si alentara la transferencia de Gibraltar al Gobierno andaluz como una competencia autonómica más que llevaría aparejada su financiación. Del mismo modo que gestiona en exclusiva los ríos, el alcantarillado o la cría del buitre leonado, el gabinete de Griñán puede administrar con mucho tino las condiciones laborales de los andaluces en el Peñón, limpiar de vertidos las aguas circundantes y de piratas sus covachuelas, e incluso intercambiar delegados. Por añadidura, cuando atraque para su reparación un submarino nuclear británico, es posible que Londres le haga más caso a la Junta que a las protestas de Moratinos. Por todo lo cual, tras tres tristes siglos, es hora de proclamar: Gibraltar andaluz. Es el único modo de que España deje de hacer el ridículo.