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La cara oculta de un fichaje

La Razón
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Hay respetables contribuyentes que se han dolido más por el fichaje madridista de Cristiano Ronaldo que por la subida de impuestos, lo cual debería animar al CIS a incluir el fútbol en sus sondeos sobre las preocupaciones de los españoles. Más aún después de que miles de sevillanos, no pocos de ellos en paro, salieran el lunes a la calle para llorar el descenso del Betis a los infiernos. Que el Gobierno suba la gasolina para pagar sus dispendios o que aumente el paro parecen fatalidades del destino, mientras que las larguezas de Florentino Pérez o los desastres de Lopera pertenecen al corazón del debate nacional. Con derivadas, incluso, políticas y religiosas. Así, Laporta ha calificado de «imperialistas» y «prepotentes» los fichajes de su rival y hasta un prestigioso cardenal ha tachado el contratro de don Cristiano de poco ético en tiempos de crisis. La clase política, por su parte, pobló ayer los pasillos del Congreso de apasionados comentarios, algunos igual de desatinados que si se tratara de una proposición no de ley. Por desgracia o por ventura, según quien lo juzgue, las astronómicas cifras que mueve el fútbol nada tienen que ver con la ética ni con los imperios ni siquiera con el deporte. Las competiciones deportivas y la pornografía son los principales motores que mueven la industria audiovisual de masas y están detrás de operaciones tan de actualidad como la fusión de la Sexta y la Cuatro: lo que La Moncloa ha separado lo une el fútbol. De ahí que Cristiano Ronaldo no sólo sea una inversión del Real Madrid, sino la gasolina necesaria para acelerar la industria de las retransmisiones deportivas, que crea puestos de trabajo, también en Barcelona, por cierto. No sin razón, los bancos se han sumado alborozados a la operación y éstos no dan puntada sin hilo ni créditos a voleo, como amargamente lamenta la vicepresidenta Salgado. Puestos a escandalizarse por el despilfarro y el derroche, hay casos entre gobernantes y políticos más cercanos que el de un futbolista portugués.