Europa

Nueva York

La crisis económica y la pérdida de fondos europeos

La Razón
La RazónLa Razón

El Partido Socialista y el Gobierno tienen un grave problema para explicar las razones de un aumento del desempleo en España que no encuentra parangón en Europa. Empezaron intentado eludir su responsabilidad apelando a elementos exógenos como las políticas de Bush o la crisis financiera internacional. Estos intentos de distracción han fallado, ya que las políticas de Bush eran las mismas aquí que en Alemania, con lo que difícilmente el argumento conseguía explicar por qué allí apenas aumenta el paro mientras España vuelve a ser la campeona europea del desempleo. La excusa de la crisis financiera internacional ha sido incluso más infructuosa, pues el propio presidente del Gobierno había afirmado que España tenía el sistema financiero más sólido del mundo y garantizó personalmente que España quedaría al margen de la crisis financiera internacional. Así las cosas, los socialistas tuvieron que ponerse a la búsqueda de factores internos. Pero claro, el problema era que llevaban ya casi cinco años en el poder con lo que la búsqueda de un eximente de su responsabilidad se complicaba. Pero he aquí que sacaron a pasear el concepto del modelo productivo. Creían los socialistas poder descargar toda la responsabilidad de sus aciagas políticas sobre un supuesto elemento heredado y viciado -y que no había podido ser cambiado, a pesar de los ímprobos esfuerzos de ZP- precisamente por su insidioso carácter estructural. Por desgracia para los propagandistas de Ferraz y de La Moncloa no sólo se trata de un argumento falso -cosa poco importante cuando de lo que se trata es de generar propaganda-, sino que las hemerotecas están llenas de declaraciones de ZP sacando pecho en Nueva York con que España contaba no hace tanto con la mejor economía de Europa, la de la «champions league» que todos recordarán y que era la envidia de medio mundo. O eso, o un modelo económico viciado, pero las dos cosas a la vez no pueden ser. Ni siquiera la especial «lógica» socialista puede compatibilizar ambas cosas. El afán de protagonismo del presidente ha echado por tierra un discurso que creían ganador. En todo caso seguro que veremos en el futuro más excusas y ninguna asunción de responsabilidades. Mientras unos se afanan en salvar su puesto poniéndose de perfil ante la grave crisis que azota a la sociedad española, otros trabajan con rigor para ofrecer un diagnóstico acertado de las causas de la crisis diferencial española que sirva como base para articular un plan de medidas para salir de la recesión. Un ejemplo de esta búsqueda es el reciente trabajo de los profesores Rafael Flores, Juan José Rubio, José Félix Sanz y Calixto Sánchez titulado «Las consecuencias económicas de la negociación de las perspectivas financieras 2007-2013» y publicado recientemente por la fundación FAES. En él se revisa el impacto que está teniendo sobre la economía española, y el que va a seguir teniendo a futuro, un hecho muy concreto y diferencial de la política española: la pésima negociación en diciembre de 2005 de los fondos europeos para los años 2007 a 2013 y que conllevó la pérdida de 30.433 millones de euros con respecto a los que en 1999 había negociado en la cumbre de Berlín el gobierno de José María Aznar. Se trata de unos fondos que permitían financiar sin coste para los contribuyentes españoles unas infraestructuras necesarias para culminar el proceso de convergencia de España con los países más avanzados de la UE. En este estudio se demuestra cómo la economía española ha perdido más de 360.000 empleos exclusivamente como consecuencia de aquella aciaga negociación. Empleos perdidos que llegarán a superar los 1,5 millones en 2013. Ante la contundencia de estas cifras, que ponen de relieve hasta qué punto la política importa para el bienestar de los ciudadanos, se han producido en las filas socialistas dos reacciones: una, negar la evidencia ,y dos, argumentar que la hipótesis de que España pudiera mantener una parte importante de los fondos europeos conseguidos en 1999 no resulta correcta. El argumento subyacente sería la existencia de una fórmula casi matemática que habría obligado a España a perder los fondos europeos a consecuencia del intenso proceso de convergencia en renta per cápita acaecido entre 1996 y 2004. Los datos de nuevo contradicen esta pseudoteoría que, de ser cierta, le permitiría al Gobierno eludir su responsabilidad en el resultado de la negociación de 2005. Baste como contraejemplo señalar que la España relativamente más rica de 1999 consiguió en la negociación de Berlín más fondos europeos que la España relativamente más pobre de Felipe González en 1992. Los datos también muestran la importancia de la política europea. España se juega mucho en Europa. Sólo una España fuerte con clara conciencia de sus intereses será respetada en Europa. Y sólo así podrá colaborar activamente al fortalecimiento del papel de Europa en el mundo. Algunas de las cuestiones que se dirimen en la Unión Europea pueden parecer lejanas a nuestros intereses cotidianos. Sin embargo, como ponen de manifiesto los más de 360.000 empleos perdidos y los innumerables proyectos de infraestructuras que no se han desarrollado en España por carecer de financiación, lo que se discute en la UE es muy relevante para el futuro de nuestro bienestar.