Afganistán

Más dinero

La Razón
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Menos mal que el G-20 ha decretado el fin de la crisis económica mundial. Han salido exultantes los egregios líderes del orbe con la idea en la cabeza de que la recesión no llegará a depresión, porque a fin de cuentas todo se arregla con dinero. Más dinero para el FMI, más dinero para el sector financiero, más dinero para el Banco Mundial, más dinero para rescatar a los países del este de Europa. Más dinero. Parece algo nuevo, pero en realidad es lo único que vienen haciendo los Estados y los bancos centrales desde que estalló la crisis subprime: poner más y más dinero. Lo hizo Bush con su reserva federal, y la UE con el BCE, y el Reino Unido para nacionalizar su banca, y los demás en mayor o menor medida. Aquí parece que todo se arregla con dinero, aunque lo único que sabemos de verdad es que ha sido la falta de rigor en el control del dinero lo que nos ha conducido a la actual situación. Se pone el acento en la necesidad de potenciar a los bancos y a los organismos reguladores, pero no de pedir responsabilidades a los que permitieron que las cosas llegaran al extremo actual. Sólo se habla de dar más dinero. Desgraciadamente, ese dinero que se viene poniendo en circulación a toneladas desde el verano de 2007, no ha servido para arreglar las cosas. El peligro que se corre con esta borrachera de dinero público es que no sólo colapsen algunos bancos e instituciones o países, sino que al final pete el sistema entero si ese torrente monetario no vale para frenar la caída de la actividad económica. ¿Cuánto dinero pueden inyectar los estados sin ponerse ellos mismos en riesgo? ¿Hay respaldo real para esa emisión indefinida de papel moneda o pueden correr peligro los que se dedican a darle a la máquina de hacer billetes sin controlar cuánto deben fabricar?Desconfío de esta euforia repentina del G-20 tras anunciar que van a seguir haciendo lo mismo que hasta ahora. O sea, inocular multimillonarias aportaciones de fondos para que el FMI y otros organismos internacionales que no supieron parar la crisis, tengan una nueva oportunidad de hacerlo, eso sí, con muchos más recursos monetarios de los que han dispuesto hasta hoy.Parece que es el sino de los tiempos. Dinero para que no quiebren los bancos, para reflotar la construcción, para salvar a las empresas del sector de la automoción, para las aseguradoras que no pueden pagar sus compromisos con tantas sociedades en bancarrota, para hacer frente a los crecientes subsidios derivados del aumento del desempleo, las pensiones por jubilaciones anticipadas, las subvenciones a una prensa tocada por la crisis, etcétera. También para la defensa, ya que hay que reactivar la Otan, regenerarla, reimpulsarla, dotarla de nuevas estructuras más modernas con más fondos, y además, meter todos más dinero y más soldados en la guerra de Afganistán, que corre el riesgo de enquistarse y suponer una sangría de recursos para los países occidentales. Dinero para eso y para más. Pero, ¿hay en realidad recursos para tanto? El peligro está en que con esta alegría monetaria estemos alimentando una nueva pompa de jabón: la del dinero público fácil de conseguir y de repartir. Con el agravante de que puede ser la última burbuja que nos quede. Porque, si ésta pincha, ¿quién va a poner entonces el dinero?