Elecciones autonómicas

Nerón en La Moncloa

La Razón
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Qué quiere decir Zapatero cuando insiste en que «ETA no conseguirá lo que busca con la violencia»? ¿Que lo conseguirá sin ella? ¿Es eso lo que le ha dado a entender en las negociaciones? ¿Que si se portan como buenos chicos les dará lo que piden? Porque de este hombre no puede uno fiarse, y a la que nos descuidemos, resultará que el asesinato de los dos agentes en Francia fue pura casualidad, un encuentro fortuito, unos disparos imprevistos, un «accidente», en fin, como calificó Zapatero el atentado de Barajas. Sus palabras siguen siendo tan resbaladizas como sus gestos, y todavía no nos ha dicho que su objetivo es derrotar a ETA. Estamos ante uno de esos personajes que se pasan la vida tratando de resolver los problemas que ellos mismos han creado. Prometió a los nacionalistas darles lo que querían, y al no poder hacerlo, les dio barra libre en el gobierno. Abrazó a Chávez, y no ha tenido más remedio que reconvenirle. Hizo lo posible para aislar al PP, y ahora clama por la unidad de los partidos. Permitió a uno de los brazos políticos de ETA presentarse a las elecciones, y ahora sopesa ilegalizarlo. ¿No hubiera sido mejor impedir a ANV presentarse a los comicios, no prometer a los nacionalistas lo que constitucionalmente no podía dárseles, dejarse de carantoñas con Chávez, no olvidar el pacto antiterrorista? Al menos nos hubiéramos ahorrado las humillaciones, retrocesos, descréditos que España y los españoles hemos sufrido los últimos años, y no se hubiera dado ínfulas a quienes nos odian. Temo, sin embargo, que ni siquiera hoy nuestro presidente reconozca los enormes errores que ha cometido. Ni sus gestos ni sus palabras lo indican. Como Nerón, con quien comparte blandura de gesto, frivolidad de acciones y el echar siempre la culpa a otro, viendo arder la Roma que incendió, sigue tocando la lira. Y ya que hablamos de la Roma clásica, no vendría mal recordar la pregunta de Cicerón a Catilina: «¿Hasta cuándo vas a abusar de nuestra paciencia?» Aunque la pregunta más bien es: ¿hasta cuándo va a abusar de nuestra paciencia? Porque el problema lo creamos nosotros, e incluso podemos reincidir en él.