Barcelona

Una «Salomé» de alto voltaje

Un momento de esta controvertida «Salomé»
Un momento de esta controvertida «Salomé»larazon

«Salomé»De Richard Strauss. Con Robert Brubaker, Jane Henschel, Nina Stemme, Mark Delavan... Direc. de escena: Guy Joosten. Direc. musical: Michael Boder. Gran teatro del Liceo. Barcelona, 19-VI-09.

La lectura de esta nueva producción del Liceo y el Teatro de la Moneda de Bruselas de la ópera en un acto «Salomé» (1905) de Richard Strauss presenta una versión actualizada, descarnada, incluso gro- tesca de una de las obras operísticas más relevantes del repertorio. Michael Boder asumía el podio del Liceo por primera vez como titular de la orquesta y no defraudó, su lectura de «Salomé» pecó de explosiva y dramática, con muy buenos detalles de concertación y de control de las dinámicas, pero en ningún caso pasó desapercibida para el público barcelonés, que lo recibió con numerosos aplausos. La concepción escénica y teatral de Guy Joosten ­–ya ampliamente protestado por parte del público en su «Elektra» de la temporada pasada– influyó en la concepción de la trama, ya que la escenografía reproducía el interior de un gran edificio medio derruido por los efectos del terrorismo o la guerra en la época actual. La guardia del palacio de Herodes aparece transformada en un equipo de elite de guardaespaldas con armas automáticas que protegen al monarca durante un gran banquete. Todos los protagonistas son los invitados, mientras Jochanaan se convierte en una especie de visión fantasmagórica que aparece y desaparece a su antojo mientras predica e insulta a Herodes y su denostada familia. El trabajo de Guy Joosten tiene mucha fuerza teatral al exagerar y forzar la trama a su antojo. Las incongruencias se suceden, desde unos guardaespaldas que se pasan media ópera encañonando a Jochanaan, las estrambóticas apariciones de Jochanaan incluida la del final de la ópera ante Salomé y su propia cabeza o la de todos los personajes en la mesa de Herodes, especialmente los dos nazarenos reconvertidos en sacerdotes con alzacuellos. Todos ellos disfrutan de una tormentosa cena en la que el poderoso y desequilibrado anfitrión va cumpliendo sus deseos menos poder disfrutar de los favores de su hijastra Salomé. En la famosa danza de los siete velos la depravada princesa baila sobre y bajo la mesa –toqueteando a los invitados– y acaba proyectando un vídeo en el que se intuyen de forma explícita las relaciones de Herodes con su hijastra. Especialmente interesante es el tratamiento actoral, a pesar de su crudeza, de Herodiade, que estuvo interpretada de forma magistral por Jaen Henschel. Robert Bruba- ker fue un Herodes –que copiaba al personaje de Karl Lagerferld– completamente desequilibrado e histriónico, y Mark Delavan fue un Jochanaan algo estático y de voz adecuada aunque en numerosas ocasiones amplificada. Bien el Narraboth de Francisco Vas y más que correcto el resto del reparto.Enorme StemmeSin embargo, Nina Stemme fue la gran triunfadora de la velada en su debut en el depravado y trastornado personaje de Salomé. Su enorme proyección canora, capaz de superar la orquesta con facilidad, un registro central y grave portentoso y una gran musicalidad, le permitieron obtener la mayor ovación de la velada. Pero el director de escena y su equipo fueron recibidos con un abucheo unánime del público de aquellos que hacen historia. En definitiva, una producción descarnada y provocativa, de muy alto voltaje, con algunos detalles de calidad pero que distorsionó la obra a placer para mayor gloria del director de escena. Bien cantada e interpretada y con una dirección musical a la altura de las circunstancias.