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Artistas
«Unir un plato chino con chorizo no es fusión»
¿Qué quieres ser de mayor? David (Madrid, 1980) no tiene dudas: de mayor quiere ser cocinero de su restaurante. Lo mejor de ser joven, dice, es el ímpetu, y lo peor de envejecer, «racionalizar ese ímpetu». Tiene pendiente vivir en Asia seis meses al año y abrir allí un restaurante.
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-En su restaurante se trabaja la fusión de las cocinas asiática y mediterránea, entre otras cosas. ¿No hay cocina moderna sin fusión?
-La fusión es el punto de partida; nosotros, en Diverxo, vamos más allá. Fusión no es unir un plato chino con chorizo español.
-En realidad, no hay nada sin fusión: se fusionan los bancos, el flamenco...
-Eso es: ¿hay vida moderna sin fusión? En un mundo globalizado es difícil escapar a la fusión. Vaya a los mercados y verá fusión.
-¿Un cocinero joven y delgado inspira la misma confianza que un chef gordo y mayor?
-Espero que sí; al principio veía miradas que decían: «Demasiado joven para cocinar bien». Ahora veo sólo sorpresa. Aún sorprende el empresario joven.
-Baja el petróleo y no baja la gasolina. Bajan los alimentos y no baja el precio de los restaurantes. ¿Me lo puede explicar?
-Los productos que yo compro no bajan. Y, en mi caso, bajar los precios es imposible. Trabajo 16 horas al día seis días a la semana y gano 1.100 euros al mes. Es el sueldo que me he puesto. Y además trabajan aquí 13 personas.
-Ya: tendría que cobrar más...
-Pues sí. Hoy los grandes restaurantes, los gastronómicos, no son rentables. Lo pueden ser luego por sus franquicias o por otras cosas, pero no por lo que ingresan de las comidas.
-O sea, que ha montado un restaurante para ser mileurista...
-Espero dejar de serlo un día.
-¿Invitar a comer puede ser cohecho?
-No, pero una buena comida siempre facilita el negocio.
-¿Se tambalea la alta cocina?
-No. Algunos negocios, sí, pero no la alta cocina en general.
-Subsistirá mientras haya ricos o directivos con tarjeta de la empresa, ¿no?
-Yo no vivo de los ricos ni de los directivos exclusivamente. Aquí viene mucha gente joven, de clase media; gente que ahorra para ir al restaurante.
-Una web con éxito: www.comer porlapatilla.com. ¿Qué nos puede gustar más que comer gratis?
-Nada. Eso les gusta a todos. A mí me incomoda. Me gusta pagar, pago el 95 por ciento de las veces que como fuera. Sé lo que es un restaurante.
-Más de mil millones de personas pasan hambre. Parece que el asunto no nos crea la suficiente mala conciencia.
-Cierto. Lo escuchamos y al momento lo olvidamos. Y así llevamos toda la vida. Es lo primero que habría que erradicar.
-¿Los gastrónomos pobres deberíamos pedir ayudas para comer en su casa o en El Bulli?
-Ayudas deberían darnos a nosotros, a los jóvenes empresarios. No hay ayudas ni facilidades. Hemos tenido graves problemas burocráticos para abrir el restaurante.
-Decían que se estaban eliminando trabas...
-Pues aún lo ponen muy difícil. Hemos estado a punto de tirar la toalla. Es surrealista: hablan de superar la crisis y ponen difícil abrir un negocio.
-Nueva tendencia: el gastrosexual, el que cocina para impresionar y ligar.
-Nada como cocinar bien para seducir a una mujer. Es un método muy seguro: a las mujeres les entusiasma que cocinemos para ellas.
-Por cierto. Es la comida, no el sexo, el primer placer de los españoles. ¿Usted que prefiere? Y no vale lo de primero comer y luego...
-Prefiero el sexo con mi mujer, Ángela. Con ella y no con cualquier otra.
-Recién casado, ¿eh?
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