Política

El Gobierno de Donald Trump

El honor de un militar contra la palabra de un presidente

El teniente coronel Vindman tacha de inaceptable la conversación de Trump con el presidente ucraniano Vladimir Zelesnky. La Casa Blanca responde dudando de su capacidad de juicio

House Permanent Select Committee on Intelligence public hearing on the impeachment inquiry into Trump
El teniente coronel Alexander Vindman a su llegada al Congreso este martes para testificar sobre el "impeachment" a TrumpMICHAEL REYNOLDSEFE

Segunda semana de comparecencias públicas ante del comité de Inteligencia del Congreso. Delante de los congresistas, dos pesos pesados. Jennifer Williams, asistente del vicepresidente de EE UU, Mike Pence, y el teniente coronel Alexander Vindman, asistente del Consejo de Seguridad Nacional. El mismo Vindman que con su declaración a puerta cerrada ya provocó un seísmo cuando acusó a colaboradores del presidente de haber borrar u omitir frases en la transcripción de la charla el pasado 25 de julio entre Donald Trump y el presidente de Ucrania, Vladimir Zelensky.

Tanto Williams como Vindman, por cierto, estuvieron presentes en la célebre llamada. No son testigos de segunda o tercera categoría, que hayan sabido de la charla a través de otras personas, como suelen repetir los interrogadores republicanos. Escucharon a Trump hablar, en directo, y cuando leyeron las transcripciones no accedían por vez primera al material.

En esta ocasión un Vindman muy serio, acaso conmovido bajo el uniforme, absolutamente escrupuloso con el peso de las palabras, que manejó con precisión de oficial, convincente y directo, ha subrayado que los recortes en la transcripción no le parecen sustanciales. En cuanto a la razón para desviar la cinta al registro de grabaciones absolutamente confidenciales, comentó que tenía sentido si trataban de evitar filtraciones. Eso sí, no dudó en calificar de "inapropiado" el contenido de la llamada.

Las precauciones del militar no le han servido ni durante los últimos días, en los que ha sido paseado por los mentideros digitales y acusado de traidor por numerosos comentaristas, ni durante el interrogatorio. Fuera de la sala tanto él como su familia han recibido protección de posibles ataques por parte del Ejército. Dentro, con las televisiones escrutando hasta la último de sus inflexiones, por momentos parecía que los congresistas republicanos dudaban tanto de las motivaciones del militar cuando expresó su inquietud con la llamada de Trump como de su propia ética. El congresista Devin Nunes, siempre punzante, se refirió a él como "señor Vindman".

"Diríjase a mí como teniente coronel"

El teniente coronel le pidió al instante que se dirigiera a él por su cargo en el Ejército, teniente coronel. Los republicanos quisieron saber el porque de la corrección y, más allá, porque había elegido vestir de uniforme si en la Casa Blanca acostumbra a trabajar de paisano. «Voy de uniforme y uso mi rango militar», comentó, «Simplemente pensé que era apropiado. Los ataques que he sufrido en la prensa y en Twitter han menospreciado el hecho de que soy un oficial».

A Trump le preguntaron poco después si había visto su testimonio. «Un poco» reconoció, y luego añadió: «No conozco al, como él dice, teniente coronel. Entiendo que alguien tuvo la desgracia de llamarlo señor y él lo ha corregido. Nunca le visto, entiendo que ahora usa su uniforme. Pero no conozco a Vindman en absoluto». «Lo que sí sé», añadió, «es que incluso él dijo que la transcripción era correcta. Y si alguien lee las transcripciones verá que tuve dos llamadas con el presidente de Ucrania, quien por cierto dijo que no había presión alguna».

En cuanto a Vindman, sentenció: mejor «dejar que la gente tome su propia determinación». Cada vez que insistía en que no lo conocía, en que nunca le había visto, Trump percutía en la retórica de quienes presentaron al teniente coronel como un fatuo, un irresponsable, un rencoroso. Pero hablaba de un tipo con múltiples misiones en el extranjero, alto mando del Pentágono, experto en Ucrania y Rusia y, sí, orgulloso galardonado con una medalla al corazón púrpura tras ser herido en combate en Irak.

Al lado de Vindman, más discreta, pero igualmente objeto de los ataques de Trump, que este sábado arremetió contra ella al descubrir que había afeado su conversación con Zelinsky, estaba Jennifer Williams. Y no está claro que dejase a su superior, el vicepresidente Pence, en el mejor de los lugares posibles.

Nadie ha logrado aclarar todavía las sospechas respecto al que papel que pueda haber jugado o qué conocía de lo sucedido, por más que la narrativa se haya centrado de forma determinante en la charla de Trump y, por otro lado, en las turbias andanzas en Ucrania del inevitable Rudy Giuliani.

Trump, desde luego, opina que el caso va mucho más allá de lo que reverbera en el Congreso. Que los demócratas guardan información para ganar por las malas lo que las urnas les quitaron. Y no ha dudado en acusar a Nancy Pelosi, su némesis, de mantener paralizado el voto del acuerdo comercial con México y Canadá. «La mujer es muy incompetente», dijo, «Me han comentado, y quién sabe si esto es así, pero creo que lo es, de que está usando el USMCA [por el United States–Mexico–Canada Agreement ]porque no tiene los votos suficientes para el juicio político. Entonces está usando USMCA para obtener el voto de juicio político».

Todo esto mientras la Casa Blanca, en su cuenta oficial, se hacía eco de las supuestas prevenciones expresadas por Tim Robbison, ex consejero de Trump sobre Rusia y Europa, sobre el teniente coronel Vindman. Lo habitual: una Administración republicana atacando a discreción a un héroe de guerra. Tampoco es nuevo. Recuerden lo sucedido con John McCain.