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"Europa ha aprendido a convivir con Trump”

El experto en Seguridad y defensa Karsten Friis analiza para LA RAZÓN las relaciones transatlánticas y los futuros desafíos de la Alianza Atlántica

NATO Leaders Summit in England
Donald Trump este miércoles en la cumbre de la OTAN celebrada en Londres04/12/2019 ONLY FOR USE IN SPAINMichael Kappeler/dpaMichael Kappeler/dpa

La falta de sintonía entre el presidente norteamericano, Donald Trump, con alguno de sus aliados europeos ha marcado la cumbre de la OTAN que ha finalizado este miércoles. El analista noruego Karsten Friis aporta algunas claves de las tensiones que se viven en el seno de la Alianza en su 70º aniversario.

¿Qué impacto han tenido en la cumbre de líderes de la OTAN las declaraciones de Macron, quien aseguraba que la Alianza se encontraba en “muerte cerebral”?

Desde luego las declaraciones de Macron no han ayudado mucho. La OTAN es una institución con cierta fragilidad en la actualidad y el presidente francés ha aportado una nota de tensión. La Alianza Atlántica tiene sus puntos débiles, pero sigue siendo el único foro para el diálogo y los compromisos transatlánticos de seguridad. En comparación, la UE ni siquiera cuenta con un consenso cuando se trata de defensa colectiva. En todo caso, según apuntó Macron, los países europeos necesitan claramente alinearse a la hora de acometer sus inversiones en defensa.

¿Nos encontramos ante una crisis Europa-EE UU en el seno de la Alianza por las acusaciones de Trump contra sus homólogos europeos debido a su falta de compromiso?

Europa ha aprendido de alguna manera a convivir con la Administración Trump. Al principio de la Presidencia se notaba más nerviosismo en las filas europeas, pero a medida que Estados Unidos ha continuado comprometiéndose con sus tropas en Europa, el temor a un colapso de la alianza se ha desvanecido. No obstante, el reparto de las cargas presupuestarias entre sus miembros sigue siendo una prioridad en la agenda de la Alianza y sigue generando tensiones entre el presidente norteamericano y sus socios europeos.

¿Qué papel le corresponde a Turquía en la actual OTAN?

Tuquía supone siempre un desafío para la OTAN. La compra a Rusia del sistema de misiles S400 y posiblemente también de aviones de combate, las dudas que suscita en cuanto al respeto de los valores democráticos y la guerra contra los kurdos en Siria lo convierten en un aliado incómodo. Al mismo tiempo, la ubicación geopolítica del país hace que sea muy difícil romper con ellos. Desde una perspectiva estratégica a largo plazo, Erdogan será remplazado en algún momento y Turquía se reconducirá hacia un camino más “tradicional”. Al menos eso es lo que esperan los socios europeos.

¿De qué manera Rusia ha condicionado la cumbre?

La guerra en curso que lleva a cabo Rusia en el este de Ucrania y la anexión de Crimea son sin duda los factores determinantes en las relaciones OTAN-Rusia. De esta manera, nada puede normalizarse hasta que cesen las hostilidades. La próxima reunión del cuarteto de Normandía (Francia, Alemania, Rusia y Ucrania) puede suponer algún progreso, pero nadie espera avances considerables y, por lo tanto, una “normalización” de las relaciones con Rusia. Además, la violación rusa del Tratado de Fuerzas Nucleares de Alcance Intermedio (INF), y sus retirada del Tratado de Fuerzas Armadas Convencionales (CFE), firmado en 1992, supone que el control de armas sea un elemento distorsionador en las relaciones de Rusia con la OTAN.

¿Cuál debería ser la evolución lógica de la alianza 70 años después de su fundación? ¿La hipotética creación de un ejercito común europeo podría debilitar “de factosu futuro?

Un ejército europeo no parece que sea positivo para Europa, comprometida con la iniciativa del “Plan 4x30”, según el cual la OTAN dispondría de la capacidad de desplegar 30 batallones mecanizados, 30 escuadrones aéreos y 30 barcos de guerra en menos de 30 días.

Los paíes europeos deberían reforzar el flanco europeo de la Alianza, de tal manera que se puedan desplegar operaciones sin depender siempre de Estados Unidos. Esto se puede lograr mediante una racionalización consensuada del armamento, sistemas de capacitación comunes y adquisiciones homogéneas en el ámbito europeo. Pero construir un ejército paralelo de la UE sería un desperdicio de recursos. La “división del trabajo” que existe en la actualidad, donde la OTAN prioriza la defensa colectiva y la UE una agenda de seguridad más amplia (terrorismo, migración, desarrollo de capacidades, amenazas cibernéticas, etc.) es buena y, por lo tanto, debería continuar funcionando como hasta ahora.