Coronavirus
La polémica gestión de Trump del coronavirus
El presidente ha defendido que el virus era una excusa de sus rivales para perjudicar su reelección. Personas de su entorno se han aislado de forma voluntaria.
Este fin de semana, Donald Trump estrechó ufanamente la mano de varios simpatizantes en Florida, ofreciendo una imagen de normalidad ante la expansión del coronavirus y los efectos secundarios que provoca. En su círculo cercano hay un nombre, el de Marl Meadows, jefe de gabinete de la Casa Blanca, que se ha puesto voluntariamente en cuarentena. Uno de los dos legisladores que también se han puesto en cuarentena de forma voluntaria voló en el avión presidencial con Trump, el Air Fore One, hace tan solo unos días.
Su secretaria de prensa, Stephanie Grahan, ha anunciado que el inquilino de la Casa Blanca no se ha sometido a las pruebas del virus ya que “ni tuvo contacto prolongado con ningún caso conocido de pacientes del COVID-19 ni presenta ningún síntoma”, pero si ya han sido contagiados ministros como la de Sanidad británica o el de Cultura francés, ¿por qué no podría pasarle al presidente más poderoso del mundo, especialmente cuando va estrechando la mano de desconocidos en un momento tan delicado?.
Su gestión del virus ha sido muy contestada. De hecho, Trump ha recibido un severo varapalo de una las publicaciones conservadores más importantes de Estados Unidos. National Review achaca al presidente su estrategia para frenar la ya considerada pandemia por la OMS. Durante mucho tiempo, el mandatario ha visto esta enfermedad como un asunto exagerado por los medios y sus rivales políticos para atacar a su gobierno. Finalmente, ha comenzado a tomar medidas drásticas y no se descarta que declare la emergencia nacional, lo que permitiría liberar fondos para atajar el virus en determinados estados.
“Estamos preparados para todo lo que ocurra. Tenemos a la mejor gente del mundo”, dijo el presidente en la últimas horas. Pero lo cierto es que hasta ahora se había centrado en dejar claro un mensaje: la gripe común mata mucho más. Trump, dicen sus críticos, ha visto el coronavirus como una barrera para sus expectativas electorales en lugar de como una emergencia nacional. El presidente cuestionó la cifra de muertos y predijo que con la llegada del buen tiempo en abril se calmaría la epidemia, que él compara con un gripe corriente. Su hijo Donald Trump Jr. llegó a decir que los demócratas esperan que el coronavirus mate a millones de personas para que su padre pierda las elecciones.
El artículo de la revista conservadora National Review que tan incisivamente ha atacado la gestión de Trump dice así: “En una grave crisis de salud pública, la gente tiene el derecho a esperar que el presidente del gobierno sea quien lidere la situación de varias maneras cruciales: priorizando el problema adecuadamente, remitiendo a expertos en la materia cuando sea apropiado mientras toma decisiones clave de manera informada y sensatamente, al proporcionar información honesta y cuidadosa al país, al calmar los miedos y establecer expectativas, y al abordar los errores y contratiempos (...). Trump hasta ahora no ha superado ninguno de estos parámetros".
Uno de los tuits de Trump sobre el coronavirus dice esto: “Cada año, entre 27.000 y 70.000 personas mueren por la gripe común y nada se cierra, la economía y la vida siguen. De momento sólo hay 546 casos confirmados de coronavirus, con 22 muertes”. En realidad, este comentario era una respuesta al secretario de Salud de EEUU, Alex Azar, quien antes había dicho que "este es un problema de salud muy grave y nadie está intentando minimizarlo”.
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