Dinamarca

La reapertura de las guarderías y los colegios divide a Dinamarca

Algunos padres acusan al Gobierno de usar a sus hijos como “conejillos de indias”. Peluquerías, dentistas y centros de tatuajes reanudan su actividad

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Dinamarca prosigue su plan de reapertura “controlada” y “prudente” tras lograr domeñar la pandemia de coronavirus. Con 5,7 millones de habitantes, el país nórdico fue pionero en Europa a la hora de cerrar colegios, comercios y fronteras en marzo y ahora parece recoger sus frutos: 7.580 casos, 355 muertos y una tasa de contagio inferior a uno. Las hospitalizaciones y las infectados no han dejado de descender durante las últimas dos semanas.

Si el pasado miércoles Dinamarca fue el primer país de la UE en reabrir los centros escolares para los alumnos menores de trece años, este lunes autoriza a profesionales liberales como peluqueros, dentistas, fisioterapeutas, psicólogos y podólogos, así como autoescuelas y centros de tatuajes, a reanudar su actividad bajo estrictas condiciones sanitarias.

“Estoy muy contenta de que todos los partidos del Parlamento hayan acordado esta noche [por el pasado viernes] ampliar la primera fase de la reapertura”, celebró la primera ministra, la socialdemócrata Mette Frederiksen, en su cuenta de Facebook. La primera ministra subrayó que “nadie quiere que Dinamarca siga cerrada un día más de los necesarios”, aunque al mismo tiempo advirtió de la necesidad de actuar con precaución “hasta mantener bajo control la pandemia”.

Con todo, la deshibernación económica no está siendo tan polémica como la reapertura de guarderías y colegios. Los institutos y universidades permanecerán cerrados lo que resta de curso escolar excepto para los alumnos del último año de Bachillerato. La vuelta al cole ha recibido el rechazo de parte de los padres, que acusan al Gobierno de usar a su hijos como cobayas.

En Facebook, un grupo de padres ha abierto la página “Mi hijo no va a ser un conejillo de Indias por el Covid-19” en la que defienden que sus hijos permanezcan en casa y no sean utilizados como “ratas de laboratorio”. En este sentido, resaltan que “es poco lo que se sabe del virus como para que sea seguro exponer a los niños al riesgo de ser contagiados”.

“Pienso que ha sido difícil, porque nos hemos preguntado si hacíamos lo correcto enviando a nuestros hijos a la escuela. Pero las autoridades lo han meditado mucho, así que estamos de acuerdo”, opina, por el contrario, Julia Visan Bahn, cuya hija Anna, de 9 años, reinició las clases de cuarto de primaria en la escuela de Øster Farimagsgade en Copenhague.

“Es cierto que ha habido un poco de confusión. El ministro de Sanidad dijo primero que si los niños tenían familiares en casa con coronavirus no podían venir, luego que sí si se aislaban, también hubo confusión con lo de los metros de distancia. Al final enviaron un mensaje claro y pidieron perdón. Ahora estamos convencidos de que es seguro enviar a los niños", explica Visan Bahn.

“No creo que sea una mala idea. Pero es un poco difícil de responder cuando se trata de tus propios hijos. Tenemos que comenzar [a reabrir] en algún lugar. Además, no es el grupo de más riesgo", reconoce otra madre.

Durante su visita hoy un colegio de la capital, Frederiksen destacó que “los niños están muy contentos de volver a ver a sus amigos y volver a la escuela. De hecho, parece que las medidas implementadas funcionan bastante bien”. “No hay duda de que es una tarea difícil. Todos queremos volver al día a día que conocemos, eso exige paciencia y tiempo. Pero estoy convencida de que padres, profesores, pedagogos y niños pueden hacerlo trabajando juntos”, reconoció.

Los niños, pedagogos y profesores deberán lavarse las manos como mínimo cada dos horas, y se desinfectarán dos veces al día juguetes y puntos de contacto como grifos, inodoros, mesas, pomos y barandillas. Para evitar aglomeraciones muchas escuelas han fijado horarios de entrega escalonados de los niños a las puertas de los centros. Los alumnos serán divididos en grupos pequeños manteniendo la distancia de seguridad y la actividad se desarrollará en el exterior tanto tiempo como sea posible.

Precisamente, el ayuntamiento de la capital danesa ha firmado acuerdos con bibliotecas y el conocido parque de atracciones Tívoli para cumplir las medidas de distanciamiento. Incluso, las autoridades locales de la región han ofrecido a los progenitores reembolsarles las tasas de guardería si optaban por quedarse en casa con sus hijos. La Federación de Municipios, por su parte, considera “inviable” la reanudación de clase por las dificultades de poner en marchas las medidas anunciadas por el Gobierno.

En cambio, el Ejecutivo mantiene suspendidos hasta nueva fecha las reuniones de más de cinco personas, así como los eventos culturales y deportivos. “Cuenten con que habrá distanciamiento social al menos un año. Puede pasar un año antes de que podamos ir a un concierto o nos demos la mano”, advierte el máximo responsable en infecciones del Instituto Nacional de Salud danés, Kåre Mølbak, en una entrevista al diario “Berlingske”. Mølbak se mostró convencido de que Dinamarca podría mantener una cifra baja de contagios y muertes hasta la aparición de una vacuna contra el coronavirus sin necesidad de lograr que el 60% de la población se inmunice, gracias al éxito del distanciamiento social.

El ministro de Sanidad, Magnus Heunicke, evitó dar fechas para la vuelta a la normalidad total, pero anunció que a partir de ahora se realizarán pruebas a todos aquel que presente síntomas de coronavirus. A diferencia de Suecia, donde las autoridades sanitarias son independientes, en Dinamarca es el Gobierno el que tiene la última palabra a la hora de tomar decisiones contra la pandemia independientemente de la posición que mantenga los expertos.

En cualquier caso, la primera ministra no descartó la semana pasada que “podemos vernos obligados a imponer nuevas restricciones, puede ser necesario ir hacia atrás si el virus se descontrola”. “Todo depende del comportamiento de cada uno: debemos estar juntos manteniendo las distancias”, insistió Frederiksen.

Sin estrechar la mano al alcalde

El distanciamiento social para combatir el coronavirus tendrá también consecuencias en los trámites para adquirir la ciudadanía danesa, que desde 2009 exige que el solicitante estreche la mano de su alcalde. “Por supuesto, no podemos pedir a los nuevos ciudadanos que estrechen la mano al alcalde cuando las autoridades sanitarias recomiendan no hacerlo”, justifica el ministro de Inmigración e Integración, Mattias Tesfaye, al anunciar los cambios que figuran en un proyecto de ley. “No podemos dejar a miles de solicitantes esperando indefinidamente para obtener la nacionalidad. Cumplen todos los requisitos”, añadió. El Gobierno estima que unas 2.700 personas se verán afectadas por esta decisión, que por ahora es temporal.