Coronavirus

Un confinamiento en ultramar (XXIX): Verás prodigios

Isa Serra ha sido sentenciada porque los jueces entienden que insultó y agredió a un grupo de policías municipales»

Imagen del juicio contra Isa Serra, el pasado mes de febrero, en el Tribunal Superior de Justicia de Madrid
Imagen del juicio contra Isa Serra, el pasado mes de febrero, en el Tribunal Superior de Justicia de MadridCristina BejaranoLa Razón

Los días del virus son los del prodigio. Yo, que vivo en EE UU, estaba convencido de que no había botarate comparable al melón de la Casa Blanca, que ningún buscón de la política, por imaginativo inescrupuloso que fuera, podría emular sus bravas cotas de cinismo, su deshonrosa tendencia a usar el cargo institucional para corroer y atacar las otras instituciones del Estado, su espantosa incapacidad para asumir los principios que garantiza la separación de poderes, su querencia por mezclar lo público y lo privado, el ejercicio de una magistratura estatal al tiempo que desdobla como agitador, piquete y activista. Tomen sus declaraciones a cuenta del antipalúdico usado de forma experimental en el tratamiento del Covid-19, cuando aseguró que estaba demostrando resultados muy alentadores. A su lado, palúdico de vergüenza, condenado a hacer equilibrios junto a un analfabeto, el inmunólogo Anthony Fauci, director del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas, trataba de disimular las ganas de darle un puntapié, por ver si borrico callaba. Pero igual que el coronavirus no respeta aduanas ni conoce nacionalidades o países, así la desvergüenza opera, pandemia universal de iliberales y demagogos reunidos bajo el paraguas del odio a la democracia representativa. Inmunes a los efectos benéficos del sofoco intelectual. Reactivos al aplomo que debe guiar a cualquier ciudadano alérgico a los desbarajustes cognitivos que provoca el sectarismo. Según la agencia Efe, la diputada de Unidas Podemos por la Asamblea de Madrid Isa Serra, habría sido «condenada a 19 meses de cárcel por intentar frenar un desahucio».

O sea, lo mismo, sin anestesia y a loco, a lo loco se vive mejor, que titular con las razones del condenado y no por las que la sentencia justifica y expone. Como si dijéramos que al maltratador lo condenan porque era mía y al terrorista porque cumplió con los preceptos de la yihad o las ambiciones y/o los deseos del pueblo vasco y al fulano que tirotea un médico porque intentaba impedir un aborto y al violador por intentar satisfacer su apetencias sexuales. Hiere recordar que la diputada ha sido sentenciada porque los jueces entienden que insultó y agredió a un grupo de policías municipales que, en el Lavapiés de 2014, cumplían con un mandato judicial. Más portentos que parecían sólo alcance de un Trump, un Gil y Gil o un Maduro: los tuits de unos diputados que, como el señor Pablo Echenique, poco menos que acusan de prevaricadores a los jueces y agárrame ese cubata que pienso asaltar los cielos: «El TSJ de Madrid ha condenado sin pruebas a @isaserras por manifestarse pacíficamente para intentar parar un desahucio de una persona con discapacidad. Obviamente recuriremos [sic], pero yo pensaba que los jueces estaban para impartir justicia. Qué vergüenza». Otro: Yolanda Díaz, ministra de Trabajo y Economía (esto…) Social: «Defender el derecho a una vivienda digna no es un delito, es una obligación constitucional recogida en el artículo 47. Querida, te envío un fuerte abrazo, @isaserras». Otro más, de Irene Montero, ministra de Igualdad, aka «La-que-no-puede-nombrarse» y/o «Aquella-de-la-que-no-escribirás-coplas-satíricas-pues-tu-libertad-de-expresión-acaba-donde-empiezan-las-letras-de-mi-chalet-que-es-caro-y-hay-que-pagarlo,-majo»: «Isa Serra ayudó a parar un desahucio de una persona con discapacidad.

Actuó en defensa de los Derechos Humanos y del Art.47 de la Constitución, que protege el derecho a la vivienda. Ni Isa ni ninguna persona que en España luche contra las injusticias estaréis solas. Somos más». ¿Otro? Venga, otro, de su marido, vicepresidente de Derechos Sociales y Agenda 2030 (por lo menos): «Las sentencias se acatan (y en este caso se recurren) pero me invade una enorme sensación de injusticia. En España mucha gente siente que corruptos muy poderosos quedan impunes gracias a sus privilegios y contactos, mientras se condena a quien protestó por un desahucio vergonzoso». No sé a ustedes, pero a mí me embriaga la emoción y me sube la bilirrubina y me anega la esperanza, paloma blanca, cuando contemplo a los defensores del yo sí te creo, sister, protestar muy dignos porque los jueces consideran creíbles los testimonios de dos de los agentes, mujeres. Entre otras delicias las agentes testificaron que la llamó «cocainómana», que la dijo «mala madre, hija de puta, con todo lo que hemos luchado las mujeres, contigo se pierde todo, no te quieren ni tus propios compañeros». A otra: «Hija de puta, puta, zorra; que te follas a todos los policías municipales». «Vergüenza», añadió, «si fuera tu hijo tendría que cogerte un arma y pegarte un tiro». El tiro acabaremos por pegárnoslo nosotros, obligados a sufrir a esta peña.