Conflicto

El error de Sánchez con Ayuso que todavía hoy lamenta

Las relaciones Moncloa-Sol están en su peor momento, pero todo comenzó en septiembre de 2020

Pedro Sánchez durante la "cumbre de las banderas" en Sol en 2020
Pedro Sánchez durante la "cumbre de las banderas" en Sol en 2020Europa Press

El choque entre Moncloa y la Puerta de Sol está en un punto de no retorno. Quizá en el momento de mayor confrontación que se recuerda entre la administración madrileña y la estatal con la ausencia total de representación en la celebración hoy, por primera vez, del Dos de Mayo. El Ejecutivo madrileño ha justificado esta decisión alegando que el Gobierno de España ha roto "toda relación institucional" con la Comunidad de Madrid. Isabel Díaz Ayuso ha criticado en múltiples ocasiones el uso de los "poderes del Estado" y ha censurado las "dinámicas delictivas" del Gobierno de la nación contra ella.

Más allá de los choques diarios, el penúltimo de los desencuentros que han tenido ambas instituciones ha sido precisamente a raíz la decisión del Ministerio de Defensa de cancelar la parada militar que se celebraba cada año en la Puerta del Sol de Madrid. Por su parte, Ayuso ha afirmado que seguía trabajando para mantener este acto y responsabilizó a Pedro Sánchez del veto: "Todavía no he pensado en esta alternativa porque me cuesta creer que lleguemos a esto", afirmó la mandataria.

Pero cómo hemos llegado hasta aquí, cómo ha pasado Ayuso de ser una presidenta autonómica a convertirse en la antagonista del jefe del Ejecutivo. Todo comenzó con una estrategia perfilada desde la sala de máquinas de La Moncloa en 2020. Una estrategia que no salió bien y que todavía hoy, cinco años después, lamentan en los centros de poder gubernamental. El plan pasaba por encumbrar, otorgando un bilateralidad forzada, a la líder madrileña para despreciar al entonces líder nacional del PP. Para invisibilizar a Casado se ungió a Ayuso.

Fueron desplegadas veintidós banderas en la Puerta del Sol procedentes de Moncloa y en un acto organizado por sendos jefes de Gabinete, Iván Redondo y Miguel Ángel Rodríguez, el presidente del Gobierno se desplazó hasta la sede el Gobierno madrileño, una deferencia poco habitual, como gesto de buena voluntad para tratar de restañar los primeros roces generados por la pandemia: "Estamos aquí para apoyar, para ayudar, no estamos para tutelar ni para evaluar y menos para suplantar a una administración". Ya no había vuelta atrás.

En el Ejecutivo central han revisitado aquel encuentro en innumerables ocasiones para resolver que "fue un error" darle el estatus de igual a Ayuso que, desde entonces, se desenvuelve como azote del Gobierno y no escatima en gestos para mostrar sus diferencias. No en vano, fue la única líder autonómica que declinó participar en la ronda de reuniones que Sánchez emprendió con todas las CC AA en la Moncloa. La presidenta madrileña se lo puede permitir políticamente, sabe que su electorado no castigará este tipo de desplantes y reincide en la estrategia.

Sin embargo el Gobierno, consciente de que ha dado alas al liderazgo de Ayuso, pivota entre la convicción de que entrar en su marco solo le beneficia a ella y sucumbir a la tentación de la confrontación directa para tratar de ganarle en el cuerpo a cuerpo. La sustitución de Juan Lobato por Óscar López al frente del PSOE de Madrid busca precisamente abundar en esta estrategia. Ir al choque, aunque en el choque solo gane Ayuso.