China

Lugu, el «reino de las mujeres» libre de virus

La tribu matriarcal de los Mosuo supera la crisis gracias al autoabastecimiento. Los hijos reciben el apellido de sus madres y nacer niña es una bendición. Son ellas las que heredan y ostentan la propiedad de las tierras

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Conocí al Pequeño Seis Libras en mi primera visita al Reino de las Mujeres, cuando era tan sólo un pequeño niño que corría por la humilde pero antigua casa de su bisabuela. Lo vi crecer y aprender muchas de las reglas sociales y los protocolos que aún se practican en este mundo matriarcal y matrilineal de su tribu Mosuo que habita en la esquina de la provincia de Yunnan, en China.

El Pequeño Seis Libras -porque ese fue su peso al nacer- y su extensa familia matrilineal deseaban celebrar su mayoría de edad al llegar a su 13º año de vida. Tradicionalmente, todos los Mosuo festejan su cumpleaños el primer día del Año Nuevo del calendario lunar, no se preocupan de contar el día exacto en el que nacieron, ya que esta tradición data de los días en que estas cosas no eran registradas.

Para este niño, su llegada a la edad del ritual hubiera tenido lugar el 25 de enero de 2020, el primer día del Año Nuevo Chino. Durante mucho tiempo, toda la casa estuvo ocupada preparándose para el día más importante en la vida Mosuo, organizando y preservando comidas especiales, haciendo decoraciones y comprando nuevas vestimentas para el niño, en este paso a la vida adulta.

Pero en la víspera al Año Nuevo de este año, China de repente anunció un confinamiento nacional pues la Covid-19 comenzaba a devastar Wuhan y las ciudades de la provincia de Hubei. Por las informaciones que salían de China, pensé que el confinamiento se concentraba en las ciudades y regiones más pobladas de China.

Poco sabía sobre que oficialmente la palabra ”confinamiento” se envío a lo largo del vasto territorio chino, y llegó a cada parte del país, incluido a este remoto rincón en el Lago Lugu, al suroeste, donde el Pequeño Seis Libras y su familia estaban en plena organización de este acto tan especial en la vida de un Mosuo.

Desde el 24 de enero de 2020, todo se cerró, me contaron mis amigos Mosuo. Colegios, empresas, mercados, e incluso los templos budistas tibetanos se cerraron con efecto inmediato. Los aldeanos me describieron cómo se les dijo que permanecieran en casa y se prohibieron las aventuras o las visitas entre ellos, incluidas las de sus parientes más cercanos, sin permiso de las líderes del pueblo. Las autoridades locales se mantuvieron vigilantes de que nadie fallara en las nuevas normas de distanciamiento social. Todos a los que conozco estaban al tanto de las noticias y regulaciones a través de sus teléfonos móviles.

Ante estas medidas draconianas, no había forma de que esta familia pudiera mantener la fiesta del paso a la vida adulta del pobre y expectante Pequeño Seis Libras. Para ellos, esto era la mayor de las tragedias en los tiempos del coronavirus.

Que ésta y todas las otras fiestas de mayoría de edad planeadas para los jóvenes que cumplían 13 años en 2020 entre las comunidades Mosuo se cancelasen en el último minuto, fue para la familia del Pequeño Seis Libras el golpe más devastador a su precioso vínculo con una costumbre cultural practicada durante miles de años. Si se hubiera celebrado, el adolescente de 13 años habría pasado por un elaborado ritual en frente de cada familia de la aldea y hubiera cambiado sus ropas infantiles por un completo conjunto de vestimenta adulta que portará en las ocasiones formales en los años venidero. Así, le darán simbólicamente la bienvenida como un miembro de pleno derecho de su comunidad.

Al final resultó que el Pequeño Seis Libras se perdió la mayor fiesta de su vida. Pero al estar confinado durante más de un mes tampoco supuso una privación para él y el resto de los habitantes del Reino de las Mujeres, me reconocieron mis amigos Mosuo cuando llamé para ver cómo estaban.

Estos aldeanos viven en una espaciosa granja por familia, cultivan sus propias verduras y vegetales. También crían pollos, patos y cerdos para su sustento. La prohibición de acudir a los mercados no supuso un problema para ellos, pues no necesitaban mucho más de lo que crece en sus huertas. Al recordarme cómo fue, siento que se lo tomaron con mucha calma. Conozco a los Mosuo muy bien, si el confinamiento hubiera seguido, hubieran seguido disfrutando de sus simples comidas con la cosecha y de las charlas en casa, contando historias con su usual afabilidad mientras mastican semillas de girasol (pipas) junto al hogar familiar.

El restrictivo mes pasó rápido, con las buenas noticias de que ningún local, ningún Mosuo nunca fue infectado de coronavirus. Se dieron solo dos positivos y ambos en foráneos que acudieron a visitar al Lago Lugu. Todo era seguro. Despacio, la vida volvió casi a la normalidad en abril. Las escuelas ahora han reabierto así como otros lugares públicos. El Pequeño Seis Libras ha vuelto a sus clases, lleva mascarilla y le miden la temperatura al entrar en la escuela. Eso también terminará pronto, pero lo que echará de menos cuando crezca son las fotografías y vídeos de su cancelada celebración de su “mayoría de edad”.

*Choo Waihong es la autora de “La Tribu de las Mujeres: Vida, amor y muerte en las recónditas montañas de China” publicado en castellano en 2018.