Rusia
Putin apunta a la OTAN con su nueva doctrina de disuasión nuclear
El documento insiste en que el objetivo del arsenal es “garantizar la defensa de la soberanía y la integridad territorial del Estado”
Rusia no asestará el primer golpe, pero podrá responder con fuerza. Más o menos con estas palabras se podría resumir la nueva política de disuasión nuclear aprobada ayer por el presidente ruso, Vladimir Putin. En esa respuesta ante un posible ataque se podría reservar el derecho de usar armas atómicas, aunque la agresión militar se llevase a cabo con armamento convencional, si el objetivo de éste fuese una infraestructura militar o gubernamental crítica.
El documento establece que «la decisión sobre el empleo de armas nucleares será adoptada por el presidente de Rusia» y no prevé el derecho a un ataque nuclear preventivo. Entre las condiciones que plantea para recurrir a las armas atómicas están las de un posible ataque por parte del enemigo con armas nucleares u otro tipo de armamento de destrucción masiva contra territorio ruso o de sus aliados, o acciones contra instalaciones militares o gubernamentales que posean el control sobre el mando nuclear.
Además, Moscú podría utilizar su arsenal atómico en caso de recibir información fidedigna sobre un ataque con misiles balísticos contra su territorio o el de sus aliados. El nuevo documento insiste en la utilización de armas nucleares por parte de Rusia «exclusivamente como medio de disuasión» y adopta medidas para la reducir la amenaza nuclear y prevenir el agravamiento de las relaciones con otros países que pueda provocar conflictos e insiste en que el objetivo del potencial nuclear ruso y su sería para «garantizar la defensa de la soberanía y la integridad territorial del Estado».
Según fuentes oficiales, la estrategia está dirigida contra algunos países y coaliciones militares que poseen armamento nuclear y armas de destrucción masiva y ven a Rusia como un enemigo potencial y en él se presta especial atención al despliegue en otros países de armamento que pueda ser utilizado contra Rusia o sus aliados. Desde el final de la URSS, la OTAN ha incrementado su presencia militar cerca de la frontera rusa, hecho que siempre ha sido visto por Moscú como una amenaza directa a su seguridad.
No es casualidad que el documento ratificado por el presidente ruso se haya dado a conocer en un momento de desconfianza ante EE UU, vista la falta de voluntad de Washington de continuar con el control armamentístico, una vez desvanecidas las esperanzas de retomar las conversaciones de desarme. Según fuentes oficiales rusas, las exigencias de Donald Trump de incluir en ese desarme a China para sentarse a negociar la renovación del Tratado START de reducción de armas estratégicas hacen poco probable que éste pueda prolongarse más allá de su vigencia, que caduca el 5 de febrero de 2021.
Dicho pacto limita a cada país a un máximo de 1.550 ojivas nucleares desplegadas, 700 misiles y bombarderos desplegados y prevé inspecciones mutuas. El año pasado, Washington y Moscú se retiraron del Tratado sobre Fuerzas Nucleares de Alcance Intermedio, firmado en 1987.
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