América del Norte

Los republicanos que reniegan de Trump

El malestar interno con el presidente de EE UU permite a Biden pescar votos entre conservadores y moderados. El ex general Powell, la viuda de McCain y el ex gobernador Kasich respaldan al ex vicepresidente

El ex gobernador republicano de Ohio John Kasich ha pedido el voto el demócrata Joe Biden
El ex gobernador republicano de Ohio John Kasich ha pedido el voto el demócrata Joe BidenlarazonAP

Uno de los aspectos más notables de la Convención Demócrata están siendo los republicanos. Concretamente el apoyo brindado a Joe Biden y su candidatura por parte de algunos de los rivales políticos más destacados de los últimos años. Resulta muy notable escuchar las declaraciones a LA RAZÓN del ex consejero de Seguridad Nacional John Bolton, que acusa a Donald Trump de no tomarse el cargo en serio. Pero todavía más escuchar a veteranos como el ex general Colin Powell, mito de la Administración Bush, célebre por la Guerra del Golfo, y que no dudó en denunciar que el país está dividido y que el presidente está «haciendo todo lo que está en su mano para que siga así».

El día anterior, la convención recibió la visita de John Kasich, ex gobernador republicano de Ohio durante ocho años, ex candidato a las primarias en 2016 y, entonces y ahora, firme enemigo de un Trump al que acusa de atacar con mañas populistas los engranajes y contrapesos del Estado de derecho, de ensuciar al Poder Judicial y a la Prensa con sus continuos señalamientos y, finalmente, de comportarse como una suerte de autócrata en ciernes. No olvidó referirse al miedo que muchos moderados tienen porque Biden acabe por entregarse a los postulados de la izquierda radical. No miedo al Biden que conocen, puro Partido Demócrata convencional y «mainstream», sino a un hipotético Biden en las garras de los identitarios y posmodernos.

«Estoy seguro de que hay republicanos e independientes», comentó Kasich, «que no se imaginan apoyar a un demócrata. Temen que Joe pueda girar a la izquierda y dejarlos atrás. No lo creo porque conozco la medida de este hombre. Es razonable, fiel, y bueno. Nadie empuja a Joe».

El lunes habló Christine Witman, ex gobernadora republicana de Nueva Jersey. Para la mujer que dirigió la Agencia de Medio Ambiente con George W. Bush, un organismo esquilmado por esta Casa Blanca, «no se trata de un republicano o demócrata», sino de ser «persona lo suficientemente decente, lo suficientemente estable, lo suficientemente fuerte como para volver a encarrilar nuestra economía».

Y aunque no han dado la cara, nadie olvida con facilidad los juicios que le dedicaron a Trump en su momento actores políticos del calibre de Laura Bush, o el senador por Texas Ted Cruz, acusado por el entonces candidato a las primarias republicanas de ser hijo de un hombre que habría tenido relación con el asesino de John F. Kennedy. Y es que la aversión de determinados republicanos por Trump viene de lejos.

Entrevistado por Jake Tapper en la CNN, Powell adelantó en junio que no podía «apoyar de ninguna manera al presidente Trump este año». Tampoco lo apoyó en 2016, cuando pidió el voto para Hillary Clinton. En opinión del militar, Trump es una «vergüenza nacional» y un «paria internacional». En cuanto a Biden, explicó que había trabajado con él durante décadas y lo definió como un hombre de principios y, al mismo tiempo, lo suficientemente tolerante como para buscar puntos de contacto y acuerdos con el otro lado.

Fue también notable escuchar el emocionante relato de la amistad que unió a Biden con el ex senador y héroe de guerra John McCain, de cuyó heroísmo dudó Trump hace unos años. Entre otros cercanos a McCain habló su viuda, Cindy McCain. Por supuesto, McCain fue rival de Biden y Obama en 2008. Nada más espectacular que encontrar que quienes compitieron por la Casa Blanca hace doce años podían ser capaces, con independencia de las diferencias ideológicas, de trabajar juntos, buscar puntos por los que suturar el país y hasta de compartir cenas familiares y picnics en el campo.

Se trataba de subrayar que, en otro tiempo y con otro candidato republicano, es muy posible que estas elecciones hubieran enfrentado a los viejos camaradas. Pero que las especiales características de Trump han provocado que los distintos unan sus fuerzas en pos de un bien superior. La supervivencia de la República. Como comentaba el «New York Times», cuesta imaginar cuándo fue la última vez que alguien contempló una convención de uno de los partidos que subraya e ilumina la buena relación del candidato con los políticos rivales.

Desde luego que ni Bernie Sanders ni Michelle Obama hablaron a favor de la concordia durante el lunes. Pero sí lo hizo Jill Biden, esposa del ex vicepresidente desde hace 45 años. Desde el aula donde dio clases durante años comentó que los ciudadanos estadounidenses están más unidos de lo que nadie imagina. Alabó la solidaridad de sus paisanos, explicó que el país puede sobreponerse al guerracivilismo imperante y, en definitiva, apeló a cuestiones de más fuste que la mera trifulca partidista.

Todo queda a la espera del discurso de aceptación de Kamala Harris, a la que el partido espera como quien pide cita con su gran esperanza de futuro. Y por supuesto brillaba fluorescente la cita con el más añorado de todos, Barack Obama, cuya figura no ha dejado de crecer en todos estos años y que con frecuencia ha evitado tomar abiertamente partido contra un Trump al que desprecia. Considera Obama que el papel institucional reservado a los ex presidentes le impedía tirarse a la yugular del republicano.

Pero, a 76 días de las elecciones, las apuestas están ya demasiado altas como para no tomar partido y hasta mancharse.