Europa

El macrojuicio de “Charlie Hebdo”, el atentado que instaló el miedo yihadista en Francia

Muertos los tres autores materiales del asalto contra el semanario satírico y un supermercado judío en 2015, se sientan en el banquillo los sospechosos de colaborar con los terroristas que iniciaron un año de plomo en suelo francés

En esta ocasión el adjetivo histórico sí se ajusta a la realidad y sobretodo al consenso, cosa poco sencilla en nuestros tiempos. Están de acuerdo la clase política, los medios franceses y la opinión pública. El macroproceso que ayer se abrió en el Palacio de Justicia de París por los atentados de enero de 2015 contra el semanario satírico «Charlie Hebdo» y el supermercado judío Hypercacher tiene ese carácter histórico y a buen seguro su repercusión más allá de las fronteras francesas sería muy superior de no ser por la crisis sanitaria mundial.

Una pandemia que influye en este macrojuicio que se dilatará más de dos semanas, hasta el 10 de noviembre, debido al impresionante protocolo sanitario que rodea al proceso y también al dispositivo de seguridad que hace que el edificio se transforme en un búnker. Los atentados dejaron 17 fallecidos entre el 7 y el 9 de enero de 2015 y consternaron a Francia y al mundo.

El macrojuicio de “Charlie Hebdo”, el atentado que instaló el miedo yihadista en Francia
El macrojuicio de “Charlie Hebdo”, el atentado que instaló el miedo yihadista en FranciaTeresa Gallardo

Ahora, el objetivo fundamental del proceso será esclarecer el entramado de complicidades logísticas y financieras que los tres autores materiales de los ataques, abatidos entonces, tuvieron para poner en marcha los atentados. Ante el tribunal especial de cinco jueces que deberán analizar 171 tomos de procedimiento contra 14 acusados pasarán, durante los 49 días de audiencias, 144 testigos y 14 expertos llamados por los dos fiscales antiterroristas y los 94 abogados que representan a las 200 acusaciones particulares.

Se trata de poner luz a una pesadilla que comenzó el 7 de enero de 2015 con el ataque de los hermanos Cherif y Said Kouachi a «Charlie Hebdo» en el que murieron iconos de la revista como su director, Charb, o los dibujantes históricos Cabu, Tignous o Wolinski. El horror continuó con el asesinato, un día después, de una policía en las afueras de París a manos de otro extremista, Amedy Coulibaly, quien cerró su ruta asesina con otra matanza, el 9 de enero, en el supermercado judío Hyper Cacher.

Será difícil probar quién hizo qué. ¿Quién suministró las armas? ¿El dinero? ¿El apoyo logístico? Pero sobre todo, los jueces de este tribunal especial tendrán que zanjar una pregunta crucial sobre la que se especula en cada parte de la investigación, tanto policial como periodística: ¿a qué nivel de implicación se puede decir que alguien es cómplice de aquellos atentados?

Pero más allá del objetivo jurídico, las implicaciones sociales e históricas del proceso van mucho más allá. Todo el proceso será filmado y guardado para consultas de generaciones posteriores en los Archivos Nacionales, en una clara muestra de cómo Francia pretende fijar en este episodio un elemento clave de su memoria histórica.

Se trata del primer juicio en materia terrorista que adquiere este trato diferenciado. Una decisión tomada por la «repercusión y emoción» que suscitaron los atentados que «superaron ampliamente las fronteras» y «marcaron profundamente la historia del terrorismo nacional e internacional», según el decreto que permite la filmación, disponible cuando pasen 50 años.

Los tres autores materiales de los atentados fueron abatidos, tanto los hermanos Chérif y Said Kouachi que perpetraron la masacre en el semanario como su compinche Amedy Coulibaly, quien asaltó el supermercado. En el banquillo estarán ahora 11 de los 14 acusados por complicidades de diverso grado. A pesar de no ser los autores materiales de los ataques, los abogados de la acusación civil defienden la importancia de que respondan.

El juicio es también un proceso que va a obligar a Francia a plantearse su posición frente a unos atentados que cambiaron para siempre al país, ante cuestiones clave como la libertad de expresión y el derecho a la blasfemia, la laicidad o el antisemitismo.

La primera jornada de este macroproceso estuvo especialmente destinada a informar a todas las partes de todos los protocolos puestos en marcha tanto en materia sanitaria por la crisis del coronavirus como en seguridad. A primera hora de la mañana llegaron a la sala de audiencias varios supervivientes de los ataques y miembros o ex miembros del semanario. Los acusados ingresaron a la sala poco después, rodeados de policías encapuchados, y se sentaron en el banquillo protegido por un cristal.

Este juicio tiene «un doble interés»: «buscar la verdad» y ofrecer «un momento de expresión» a las víctimas, dijo el fiscal nacional antiterrorista, Jean François Ricard. Prueba de ello es que las primeras semanas de la audiencia estarán dedicadas a los testimonios de las 200 partes civiles. El avance de la investigación y el interrogatorio de los imputados vendrán después.

Bajo alerta terrorista

Pero más allá de aquel terrible episodio, los atentados fueron el primero de una larga cadena de ataques traumáticos que marcaron los años de plomo del peor terrorismo yihadista en Francia dejando a su paso más de 250 muertos. Aunque la derrota del Estado Islámico en Siria e Irak ha dejado a esta organización terrorista debilitada, «el riesgo terrorista de origen suní sigue siendo la principal amenaza» en Francia, donde «la amenaza terrorista continúa a un nivel extremadamente elevado», advirtió en vísperas del juicio el ministro del Interior, Gérald Darmanin. Desde 2017, se han cometido diez ataques en Francia que han provocado la muerte de 20 personas.

Y el balance podría haber sido peor: según reveló Darmanin, desde 2013, se han frustrado 61 atentados, 32 de ellos en los últimos tres años, el último a comienzos de este 2020.

Actualmente, cinco años después de “Charlie Hebdo”, 8.132 personas figuran en los ficheros policiales de Francia de presuntos radicales islamistas considerados como una potencial amenaza a la seguridad.