Crisis

El mundo entero pendiente de Washington

A dos semanas del final del primer y último mandato de Trump cunde la preocupación por la crisis institucional. Los líderes internacionales piden respetar la democracia

Una explosión causada por una munición de la policía se ve mientras los partidarios del presidente de EE.UU. Donald Trump se reúnen frente al edificio del Capitolio REUTERS/Leah Millis
Una explosión causada por una munición de la policía se ve mientras los partidarios del presidente de EE.UU. Donald Trump se reúnen frente al edificio del Capitolio REUTERS/Leah MillisLEAH MILLISREUTERS

A pocos días del fin de la era Trump, el mundo entero se paralizaba con el asalto a la democracia en el país en cuyo espejo tantos otros se miran. Una situación totalmente inesperada y fuera de control, a pesar de las continuas amenazas del todavía presidente, que cogió por sorpresa tanto a congresistas y senadores como a las autoridades policiales competentes.

Y es que, a pesar de que han pasado dos meses desde que el presidente saliente perdiera las elecciones, Trump sigue sin reconocer su derrota.

El 45 presidente de EEUU quemaba su último cartucho en Washington alentando a sus seguidores de todos los estados del país a participar en una marcha para “Salvar a América”. Pero su plan parecía más que estudiado. Días antes, desde Florida, Trump anunciaba: “Ahí estaré. Será un día histórico”. Y, sin duda, lo fue.

La atención de todos los medios de comunicación de EE UU y del mundo se centraba en lo que ocurría a las puertas del Capitolio. Como si de una película de acción de Hollywood se tratara, un grupo de radicales entraba por la fuerza en el Congreso, en plena sesión programada para certificar los votos del Colegio Electoral, y empleaban la violencia para arrasar con todo lo que se les cruzara por delante.

El asalto, sin precedentes en la historia reciente del país, se convertía también en el primer ataque sufrido en el Capitolio de EEUU desde que le cayera una bomba durante la Primera Guerra Mundial.

El discurso de Trump ante ese mismo grupo de fanáticos, minutos antes, animó a sus seguidores a emprender las acciones que el mandatario venía imponiendo con palabras al insistir, sin pruebas, en que las elecciones presidenciales han sido “amañadas” y que se ha cometido fraude electoral.

“Nunca vais a ganar con debilidad, tenéis que ser fuertes”, les dijo Trump a sus seguidores, muchos pertenecientes a grupos radicales de violencia, con vestimenta militar y enfundados con mensajes trumpistas, animándoles a dirigirse hacia el Capitolio, donde ya había comenzado la sesión del Congreso para dar oficialmente a Joe Biden por ganador.

Al poco del empezar, con las objeciones de Arizona, el proceso de certificación de los votos en la Cámara de Representantes se veían interrumpido por el asalto de esos mismos seguidores. Los atacantes invadían los alrededores del Capitolio, derribando vallas y todo el material urbano que encontraron por delante, entrando a la fuerza en la sede del Congreso.

Cuando el presidente saliente autorizó la intervención de la Guardia Nacional ya era tarde. Sus seguidores habían entrado a la fuerza en el Congreso, ignorado la prohibición de las autoridades e interrumpiendo con violencia la sesión de ambas Cámaras.

Acabó interviniendo, con mucho retraso, la Guardia Nacional de Washington al completo, con refuerzos adicionales de los estados vecinos de Maryland y Virginia. Y también la alcaldesa de Washington, a la vez, se decretaba el toque de queda desde la 6 de la tarde y hasta las 6 de la mañana del jueves. Los altercados violentos se prolongaron hasta altas horas de la madrugada.

Desde que se firmara la Constitución en 1787 y, con ella, el fin de la abolición de la esclavitud, la conquista del sufragio universal, el reconocimiento a la igualdad legal de las mujeres, los derechos de los trabajadores y las garantías de no discriminación racial o étnica, Estados Unidos ha sido un ejemplo para el resto del mundo. Hasta ahora.

Las especulaciones sobre qué puede pasar durante las próximas dos semanas de Trump en la Casa Blanca, entre titulares de “intento de golpe de estado” de Trump y sus seguidores, es la gran pregunta ahora en la capital.

Y es que la toma de posesión de investidura tendrá lugar el próximo 20 de enero. Tiempo suficiente para que el todavía presidente Donald Trump pueda seguir haciendo de las suyas y ponga en jaque la democracia del país. Son muchas las incógnitas que ahora se plantean para antes de esa cita crucial. Hasta entonces y durante las próximas dos semanas, Trump seguirá siendo presidente de EEUU.

El ex presidente George Bush calificó este episodio como típico de una “república bananera, no democrática” y muchos estadounidenses, entre ellos republicanos, definieron como “día triste” y “el episodio más vergonzoso de la historia de Estados Unidos”.

Mientras tanto, Nancy Pelosi anunciaba que, la misma noche que se leían titulares de “intento de golpe de estado” de Trump y sus seguidores en Estados Unidos, se resolvería el proceso del Colegio Electoral en el Congreso con los votos de las elecciones que dan por ganador a Biden. Proceso que se retomaría, según la presidenta de la Cámara de Representantes, “una vez se desalojara el Capitolio”.

El vicepresidente Mike Pence retomaba la sesión condenando los ataques violentos hacia el “histórico” Capitolio: “La violencia nunca gana. La libertad sí… Volvamos al trabajo”, concluyó Pence entre aplausos.

Las especulaciones sobre qué puede pasar durante las próximas dos semanas, en la que Trump todavía es presidente del país y residente en la Casa Blanca, mantienen a los estadounidenses en vilo y, con ellos, al mundo entero.

Y después, Donald Trump se tendrá que ir. Pero sus seguidores demostraban, por la fuerza, que el trumpismo ha venido para quedarse.