Golpe de Estado

Los birmanos desafían a la Junta Militar con una huelga general

Miles de personas participan en la mayor manifestación contra las autoridades militares desde el principio de esta crisis

Protestas contra el golpe en Yangon, hoy
Protestas contra el golpe en Yangon, hoySTRINGERREUTERS

Los ciudadanos birmanos no se rinden. Hoy, cuando se cumplían tres semanas del golpe de estado que perpetró el Ejército en la nación asiática, miles de personas se echaron a las calles para participar en una huelga general que aglutinó a sanitarios, funcionarios, ingenieros, estudiantes, profesores o dependientes. Bajo una fuerte presencia policial y con las calles bloqueadas por los uniformados con barricadas, las protestas fueron las más numerosas desde que tuvo lugar la asonada el pasado 1 de febrero y lograron paralizar el país.

La jornada, que fue aprovechada por los antigolpistas para rendir homenaje a los dos manifestantes que murieron el fin de semana por los disparos de la policía, fue denominada “la revolución de los cinco doses”. Dicha nomenclatura hace referencia a la fecha de hoy y guarda similitudes con la del 8 de agosto de 1988, cuando los militares reprimieron el levantamiento de los estudiantes a favor de la democracia dejando numerosos muertos y heridos.

De nada sirvió la advertencia de la junta militar, que el domingo por la noche había emitido un comunicado para evitar que la gente saliera en masa. “Los manifestantes están ahora incitando a la gente, especialmente a adolescentes y jóvenes emocionados, a un camino de confrontación en el que sufrirán la pérdida de la vida”, se escuchó en la televisión estatal.

Aún así, los manifestantes llenaron las calles de Rangún, Naipyidó, Mandalay y otras ciudades, donde numerosos comercios permanecieron cerrados. En la capital las fuerzas de seguridad dispersaron a los congregados con cañones de agua y arrestaron a una veintena de manifestantes, según los medios locales. Por todo el país se pudieron escuchar consignas a favor de la liberación de la líder del país, Aung San Suu Kyi, y por el restablecimiento de la democracia que el levantamiento echó por tierra.

A medida que fueron aumentando las protestas del lunes, lo hizo la presión internacional. “Hago un llamamiento al ejército de Myanmar para que detenga la represión de inmediato”, declaró el secretario general de Naciones Unidas (ONU) Antonio Guterres. “Liberen a los presos. Acaben con la violencia. Respeten los derechos humanos y la voluntad del pueblo expresada en las últimas elecciones”, agregó.

Entretanto, la Unión Europea (UE) se sumó hoy a Estados Unidos, Canadá o Reino Unido, países que ya han impuesto sanciones a los líderes del golpe. “La UE está lista para adoptar medidas restrictivas dirigidas directamente a los responsables del golpe militar y a sus intereses económicos”, afirmaron los ministros de Relaciones Exteriores en bloque en un comunicado conjunto.

Todos ellos abogaron por el regreso del país a la senda democrática, algo que se antoja complicado. Según los analistas, aunque los militares no hayan hecho gala todavía de la mano dura en anteriores represiones, cada vez queda menos tiempo para que se produzca la confrontación entre ambas partes. “El resultado de las próximas semanas estará determinado por solo dos cosas: la voluntad de un ejército que ha aplastado muchas protestas antes y el coraje, la habilidad y la determinación de los manifestantes”, escribió el historiador Thant Myint-U en su cuenta de Twitter.