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Resultados

Netanyahu gana las elecciones y emprende una dura negociación para formar un gobierno de coalición

El Likud se confirma como el partido más votado con el 80% de los votos escrutados pero necesitará de sus socios ultraortodoxos, de Yamina, que finalmente entra en el Parlamento, e incluso de los árabes Ra‘am para garantizar su cuarto mandato

Benjamin Netanyahu seguirá ejerciendo como el primer ministro más longevo de la historia de Israel. Con casi el 80 por ciento de los votos escrutados en Israel, las cifras publicadas por el Comité Central de Elecciones señalan que el bloque del hasta ahora primer ministro se haría con la mayoría en la Knesset, con un total de 63 escaños. Los últimos datos ofrecidos por las autoridades electorales -el 78 por ciento de escrutinio- dan al partido Likud de Netanyahu 31 escaños, que sumados a los de Yamina -7- y sus aliados religiosos de derechas le darían una mayoría en el Parlamento con una coalición de Gobierno, según informa ‘The Times of Israel’. Para obtener la mayoría, son necesarios 61 escaños de los 120 que tiene la Knesset, por lo que según estos resultados la oposición tendría 59.

Yamina, una coalición de la derecha y la extrema derecha liderada por Naftali Bennett, ha evitado que momento confirmar si apoyará a Netanyahu, aunque asegura que un “verdadero derechista une, no separa”

La siguiente opción más votada es la principal opción opositora, el centrista Yesh Atid, liderado por Yair Lapid, que habría logrado 18 asientos en la Knesset. Le sigue otra ristra de partidos con siete y siete diputados, entre ellos Azul y Blanco, antiguo socio del Likud en la fallida legislación anterior.

“Está claro que una clara mayoría de los ciudadanos israelíes son de derechas y quieren un Gobierno de derechas fuerte y estable que preserve la economía de Israel, su seguridad y su tierra. Eso es lo que hemos hecho. ¡Te amo!”, ha escrito en su cuenta de Twitter un exultante Netanyahu.

SMS y gritos de pánico

En Israel, los días electorales están marcados por un extenuante bombardeo de SMS con gritos de pánico. “¡Atención, nos encaminamos a las quintas elecciones! Sin Azul y Blanco, Bibi sigue mandando. Necesitamos a Benny Gantz en la Knesset”, exhortaba el partido del decaído ex jefe del ejército. El izquierdista Meretz apuraba esfuerzos para pasar el porcentaje mínimo de voto: “Sin nosotros, Netanyahu obtendrá los 61 diputados junto a la extrema derecha”. El primer ministro israelí, en constantes directos de Facebook y TikTok, repetía: “Estamos dos escaños por debajo. La prensa intenta adormeceros. ¡Debemos despertar a los fortines del Likud!”.

El más madrugador en hacerse la foto votando fue Avigdor Liberman, de Israel Beitenu, y hasta la fecha único partido derechista minoritario que ha probado su reticencia a seguir apoyando al actual primer ministro. Liberman insistió que los cuartos comicios se celebran por el deseo del premier de “evadir su juicio por corrupción”.

En los barrios ultra ortodoxos de Jerusalén, sus dos facciones políticas exacerbaron a su base. Se esperaban menor motivación, por la extendida “crisis de fe” en sus rabinos y la dura represión policial en sus barrios durante los picos de contagios de la pandemia. “El judaísmo jaredí y todo lo que es sagrado para la nación de Israel está en juego”, declaró el ex ministro de salud Yaakov Litzman. Se refería al reciente dictamen de la Corte Suprema, en que se validaron las conversiones al judaísmo de corte reformista, lo que podría terminar con el monopolio ultra ortodoxo en cuestiones cruciales en la relación religión-estado.

La líder laborista Merav Michaeli se dio un paseo hasta la plaza Rabin de Tel Aviv antes de acudir a su colegio electoral: “todo está abierto, está en nuestras manos”. Junto al monumento en recuerdo al asesinado primer ministro de su formación, declaró que “vine al lugar donde todo se detuvo (proceso de paz), porque prometo volver al camino de Itzhak Rabin. No debemos rendirnos”.

Netanyahu, por su parte, mostró optimismo para que estas sean “las últimas elecciones”, tras una crisis política que se alarga desde noviembre de 2018. “Esto es un festival de la democracia, y este es un país feliz. Israel es un país de gente sonriente”, declaró confiado. El segundo en las encuestas, el centrista Yair Lapid, alertó que “es el momento de la verdad’'. Cambio bajo un Yesh Atid grande, o un gobierno de oscuridad y racismo”.

Ante el hartazgo extendido, el presidente del país, Reuven Rivlin, reconoció con visible preocupación que las cuatro rondas “dañaron la confianza de la gente en el proceso democrático, pero el poder de influir está solo en vuestras manos. No hay otra forma”.

A las diez de la mañana, se registró un sorprendente incremento en la participación respecto a los terceros comicios, a pesar de los presagios de agotamiento. Pero la tendencia fue decreciendo. A las 18 horas, la participación cayó un 5% respecto al año pasado (51,5%), con los datos más bajos desde 2009. En el sector árabe los números eran todavía menores. Por ello, Mansour Abbas –del islamista Ra’am-, pedía una “representación significativa del público árabe israelí, que pueda influir en la toma de decisiones”.

Se rumorea que “Bibi” se habría asegurado el apoyo de Abbas, a cambio de incrementar fondos para sus comunidades. Finalmente, parece que Ra’am quedará fuera. La baja participación también golpeó a la Lista Árabe Unificada (7), que el año pasado fue tercera fuerza con 15. Entre los pendientes de pasar la barrera de voto mínimo estaba el extremista Itamar Ben Gvir, del “Sionismo Religioso”.

Desde el asentamiento de Kyriat Arba, confió que “esta noche estaremos festejando, si Dios quiere”. Netanyahu se empeñó en consolidar a esta formación –heredera del ilegalizado partido supremacista Kach- para que entre en la Knesset, y presuntamente se aseguró su apoyo a cambio de cederles un rol significativo en la coalición. Según los datos a pie de urna, los extremistas obtendrían siete parlamentarios. El también derechista Bennet, de Yamina, proclamó que “finalmente, lograremos formar un gobierno que se preocupe de la gente”, sin mojarse sobre si aportará sus escaños a “Bibi”.

Pero el nerviosismo por lograr entrar al parlamento afectaba más al bloque de centroizquierda: sin apoyo claramente definido alrededor de Yesh Atid, la entrada al parlamento de Azul y Blanco (7) o Meretz (6) era crucial para sus complicadas opciones de sumar 61 escaños.

La sorpresa de la jornada ocurrió a las 18.30 horas. Un directo en redes de Netanyahu se vio brevemente interrumpido por un proyectil lanzado desde la Franja de Gaza, que cayó en terreno abierto cerca de la sureña Beer Sheva. Un suceso inédito durante una jornada electoral hebrea, que obligó al dispositivo de seguridad del ‘premier’a evacuar el restaurante donde charlaba con simpatizantes.

El analista Yaron Dekel, del canal Kan11, concluyó que la cuarta ronda fue esencialmente sobre “vacunas, vacunas y vacunas. Con una calculada reapertura de los comercios dos semanas antes de votar”.

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