Perfil

Armin Laschet, un sucesor «B» no apreciado entre sus electores

Su reñida elección y su criticada gestión de la pandemia en Renania del Norte-Westfalia lastraron su errática campaña

A veces Laschet destaca por sus torpezas, como las risas que se echó al fondo de la imagen mientras el Presidente alemán atendía a los medios en la zona afectadas por las inundaciones
A veces Laschet destaca por sus torpezas, como las risas que se echó al fondo de la imagen mientras el Presidente alemán atendía a los medios en la zona afectadas por las inundacionesOliver DietzeAP

El hombre llamado a suceder a la canciller Angela Merkel en su partido la Unión Demócrata Cristiana (CDU), así como en la coalición electoral con su partido hermano de Baviera, la CSU, no lo tiene nada fácil. Armin Laschet no convence a su propio electorado y las encuestas le dan desde hace meses los peores valores de entre todos los candidatos a canciller. Su forma de ser, llana y campechana no le ha ayudado hasta ahora. Su falta de carisma es la comidilla del país.

Las ideas de Laschet quedan a menudo enturbiada por sus torpezas, como las risas que se echó al fondo de la imagen mientras el Presidente alemán atendía a los medios en la zona afectadas por las inundaciones. A Laschet no le ha ayudado el que su elección como candidato se postergase hasta el pasado mayo y que ésta estuviera reñida entre él y el Ministro-Presidente de Baviera Markus Söder. En tan poco tiempo al partido no le ha dado tiempo a presentarlo como su hombre para las elecciones. En la CDU Laschet ha tenido una larga carrera, hasta su última posición como Ministro-Presidente de Renania del Norte-Westfalia que le ha avalado como válido para la misión de llamar al voto en un país postpandemia y que representa los valores cristianos como los entiende la Unión.

Laschet se convirtió en 2005 en el primer Ministro de Integración y Familia de Renania y cinco años después escribió un libro titulado “Die Aufsteiger-Republik”, que significa “La República del Ascenso”, en el que exponía sus ideas de cómo mejorar la sociedad a través de la educación. Todos los niños del país, independientemente de donde vengan sus padres, deberían tener la oportunidad de escalar en la sociedad, exponía Laschet, conocedor de la creciente desigualdad y la pobreza estructural de ciertas capas de la sociedad. Para ello, según él, sería necesario que la república llevase a cabo una política de inmigración excluyente que priorizase a la “inmigración cualificada”.

Laschet sabe lo que es ascender. Su padre fue minero en el pueblo de Alsdorf en Renania del Norte-Westfalia, pero estudió y llegó a director de escuela. En el colegio Laschet no fue un alumno brillante y, sin embargo, más tarde consiguió acabar la carrera de Derecho y Ciencias de la Administración gracias a una beca de la Fundación Konrad Adenauer. Trabajó como periodista en una radio y después en la televisión pública de Baviera. Poco después se pasó a la política y comenzó a trabajar para una diputada alemana de la CDU, Rita Süssmuth. Durante ese tiempo estuvo dando clases en una Universidad de Aachen, pero tuvo un problema al perder varios exámenes de alumnos y aún así puntuarlos, por lo que abandonó la actividad. Este hecho se le ha reprochado durante la campaña electoral.

Laschet quiere modernizar el país manteniendo los valores tradicionales que lo caracterizan. “Necesitamos un estado altamente efectivo, adelgazado, fuerte, flexible y poderoso” aseguró como presidente de la CDU el pasado marzo en Berlín después de dos meses en el cargo. Aseguró que quiere que Alemania vuelva a ser “la farmacia del mundo” y acabar con la dependencia productiva de países como China. Europa y su cohesión son otra de las obsesiones de Laschet, convencido de que la buena marcha de la Unión Europea le beneficia a la economía alemana.

Laschet está casado con una amiga de la infancia, es católico organizado desde la juventud y tiene tres hijos, dos hombres y una mujer. Su hijo mayor es muy conocido en el mundo del papel cuché porque es modelo e influencer. Johannes Laschet puso en apuros a su padre en 2020 por establecer el contacto entre el Ministerio del Interior de Renania y una marca de moda que recibió contratos millonarios para fabricar mascarillas para la policía. Uno de los contratos tuvo que ser cancelado

porque otra compañía lo denunció ante las autoridades de la competencia. Un episodio que no ha ayudado a Laschet en su camino incierto a la cancillería.