Alemania
El «gran hermano» comunista que espiaba a través de amigos y familiares
Los secretos del archivo de la Stasi se abrieron a los alemanes hace 30 años
La Stasi alemana se ha convertido en un mito más allá de sus fronteras y sigue, tres décadas después de la apertura de sus archivos, suscitando controversias. El Presidente de la Unión de Víctimas de la Dominación por la Fuerza Comunista (UOKG), Dieter Dombrowski, ha aprovechado el aniversario para criticar que los trabajadores de dicho servicio secreto de Alemania del Este en la República Federal no hayan sido puestos bajo lupa al igual que el resto.
En una entrevista explicaba que fue positivo que el movimiento ciudadano se impusiera y no se decretaran secretos sobre las actas de dicho organismo, «lo que me enfada es que los trabajadores inoficiales de la Stasi en el oeste en casi el 100% de los casos no fueron descubiertos». Ser espía para la Stasi era un delito y «es por ello que se tapó hasta hoy», aseguraba.
De ahí que Dombrowski, político de la CDU y estuvo encarcelado en la RDA por tratar de salir sin permiso del país y tomar contacto con organizaciones subversivas, se ha propuesto que el archivo estatal se ocupe de dicha tarea para poder mostrar «que las sociedades democráticas también son susceptibles de caer en esto», ya que la «Stasi formó parte de la vida cotidiana también en la Alemania Federal».
Del este de Alemania se han consultado hasta hoy unos tres millones de actas. La Stasi contaba con un gran archivo de datos sobre la extrema derecha, también sobre neonazis que eran activos al otro lado del muro, como varias investigaciones históricas han puesto de manifiesto la última década.
Ayer, se cumplían tres décadas de la ley alemana que permite a los ex ciudadanos de la República Democrática de Alemania (RDA) consultar el archivo de su policía política. Dicho organismo estatal ha pasado a la historia como el sinónimo del control absoluto de la población tras la caída del telón de acero, en parte debido a que en la RDA no se podían subrayar otras violaciones sistemáticas de los derechos humanos más graves que sí ocurrieron en otras dictaduras como los campos de concentración o las ejecuciones sumarias, con excepción de los asesinatos en la frontera del país.
La apertura de dicho archivo un año después de la reunificación alemana no estuvo exento de polémica. Se calcula que alrededor de un cuarto de millón de personas eran informantes de dichos servicios secretos y en muchos casos se trataba de familiares o amigos y allegados, unos 91.000 a sueldo, por lo que se temía que la sociedad se dividiese.
Pero también había dudas en cuanto a la seguridad, ya que la Stasi también se encargaba de las funciones tradicionales de controlar los posibles peligros como los extremismos o posibles atentados. «El entonces canciller Helmut Kohl y el ministro del Interior, Wolfgang Schäuble, temían que la diatriba por el pasado alemán pudiera afectar a la seguridad interna del país», explica la página web del organismo público para la educación política.
De hecho, el deficiente traspaso de saberes, en especial en relación a extremistas, podría ser una de las razones por las cuales en Alemania del Este la extrema derecha se reorganizó tras la caída del telón de acero de forma meteórica.
Los más de 16 millones de ciudadanos de la RDA pudieron finalmente acceder a las informaciones que sobre su vida privada se hubieran podido almacenar a principios de 1992.
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