Pulso

Las Islas Kuriles o por qué Rusia y Japón siguen en guerra desde hace 77 años

Las sanciones impuestas por Japón a Rusia han dinamitado las conversaciones para poner fin a la disputa que rusos y japoneses mantienen por unas islas del Océano Pacífico desde la Segunda Guerra Mundial

Japón y Rusia mantienen desde hace décadas un pulso por la soberanía de las Islas Kuriles, bajo dominio ruso desde la II guerra mundial
Japón y Rusia mantienen desde hace décadas un pulso por la soberanía de las Islas Kuriles, bajo dominio ruso desde la II guerra mundialWikimedia Commons

Hace unos meses, había muy pocas esperanzas de que Rusia y Japón firmaran la paz tras el fin de la Segunda Guerra Mundial (1945). Nunca llegaron a hacerlo porque ambos países mantienen desde entonces un pulso por la soberanía de las Islas Kuriles —situadas en el Océano Pacífico, cercanas a la isla japonesa de Hokkaido y a la península rusa de Kamchatka—. Ahora, tras la guerra en Ucrania y las sanciones impuestas por Japón a Rusia, ya no hay ninguna esperanza. El conflicto se ha enconado.

Moscú ha decidido retirarse de las conversaciones del tratado de paz con Tokio y también ha congelado los proyectos económicos conjuntos relacionados con las islas Kuriles. Todo ello como consecuencia de que Japón haya impuesto sanciones a 76 oligarcas rusos, siete bancos y otros 12 organismos en Rusia (uno de ellos incluyó al exportador de armas estatal, Rosoboronexport) como castigo por la invasión de Ucrania.

Irritado por esta decisión del primer ministro japonés, Fumio Kishida, Rusia ha roto la baraja diplomática con el país asiático. Pero Kishida no se arruga: “Japón debe continuar sancionando resueltamente a Rusia en cooperación con el resto del mundo”, agregó. Lo cual no significa, ni mucho menos, que vaya a renunciar a reclamar la soberanía de las cuatro islas más meridionales del archipiélago de las Kuriles, incautadas por la Unión Soviética al final de la Segunda Guerra Mundial.

La emigración japonesa y los cambios de manos

Japoneses, rusos y chinos han querido colonizar las islas Kuriles desde hace cinco siglos, pero Japón y Rusia fueron quienes pusieron más empeño. Colonias de japoneses, de hecho, emigraron en los siglos XVIII y XIX para establecerse con carácter definitivo y en el año 1855 Rusia y Japón acabaron firmando el Tratado de Shimoda, que otorgaba a los rusos la propiedad de una parte del archipiélago (las islas del Norte) y a los japoneses la parte (las islas del Sur).

Pero, posteriormente, y producto de varios pulsos por el control de territorios en esa misma zona se firmó un nuevo tratado, el de San Petersburgo en 1875, en virtud del cual Rusia cedió todas las Kuriles a cambio de los derechos japoneses sobre la isla de Sajalín.

Décadas después, en la conferencia de Yalta de 1945 que estableció el nuevo orden geopolítico tras el fin de la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos prometió las islas Kuriles a Stalin como recompensa por el ataque de los soviéticos contra territorio nipón tras la derrota de la Alemania nazi. En aquel momento y antes de que Rusia tomara el control de estas islas, unos 17.000 residentes japoneses vivían en ellas. En 1949, todos ellos fueron deportados.

En el Tratado de Paz de San Francisco de 1951, firmado entre los Aliados y Japón, el país asiático renunció a “todo derecho, título y reclamación sobre las islas Kuriles”, así como sobre otras posesiones. Pero este gesto no consiguió resolver el conflicto, porque Rusia no firmó el tratado y el gobierno japonés nunca ha reconocido el propio concepto de Islas Kuriles.

Japón interpretó que lo que establecía este tratado era la devolución de territorios que antes habían pertenecido a Rusia, pero las cuatro islas más meridionales de las Kuriles (Kunashir, Shikotan, Iturup y Habomai) nunca antes habían sido rusas. Y esas cuatro son las que reclama.

El gobierno japonés insiste en que estas cuatro islas deben ser parte integrante de su soberanía y llamarse Territorios del Norte. Pero Rusia sostiene que son sus dominios —que su nombre es Kuriles del Sur— y únicamente ha ofrecido en alguna ocasión la posibilidad de ceder dos de las cuatro en liza.

La oferta de 1956 que Putin hace suya

Fue en 1956 cuando Rusia propuso devolver las dos islas más cercanas a Japón, un trato que el país asiático rechazó, en parte porque estas dos islas representan solo el 7% del total de cuatro. Vladimir Putin revalidó en 2004 esta oferta de devolución de estas dos islas, pero no mostró ninguna disposición a renunciar a las dos islas más grandes.

Una comunidad rusa de 30.000 miembros ahora vive en las islas y también hay una presencia militar rusa en una de ellas, Iturup. Precisamente la presencia militar es uno de los factores claves en esta disputa, puesto que Rusia teme que una cesión a Japón acabe suponiendo facilidades para que Estados Unidos obtenga vía libre para instalarse en el archipiélago.

Las islas tienen ricos caladeros, yacimientos minerales y posiblemente reservas de petróleo y gas.