Sanciones

Hungría y Eslovaquia piden más tiempo para amortiguar el golpe del embargo al petróleo

Orbán califica la propuesta de la Comisión como un “bomba atómica” para la economía del país

Viktor Orban
Viktor OrbanDPA vía Europa PressDPA vía Europa Press

El camino para decretar un embargo total al petróleo ruso de aquí a finales de año se ha vuelto pedregoso, debido sobre todo a las reticencias de Hungría. Su primer ministro, Viktor Orbán ha calificado este viernes que un paso de este calibre sería una “bomba atómica” sobre la economía de su país debido a la fuerte dependencia energética y las particulares geográficas que hacen imposible que el crudo pueda llegar por barco, ya que no hay salida al mar. A esto se une que sus refinerías están tan sólo preparadas para tratar el crudo ruso y que, por lo tanto, no pueden adaptarse fácilmente al petróleo proveniente de otros países y con una densidad diferente, a no ser que se realice un gran esfuerzo inversor.

En el caso de Hungría, compra a Moscú el 65% del petróleo y el 85% del gas. Una cifras mucho más altas que la media europea, que se sitúan respectivamente en el 27% y el 40%. “La propuesta que está sobre la mesa crea un problema y no plantea una solución. Esto es inaceptable desde el punto de vista húngaro”, aseguró Orbán este viernes la radio pública de su país.

Bruselas comprende la peculiar situación de Hungría y otros países como Eslovaquia, que comparten los mismos problemas y por eso, en su primera propuesta presentada a las capitales europeas, preveía otorgar a estos dos países un años más de prórroga, con lo que el embargo se retrasaba hasta comienzos de 2024. Las dos capitales ya mostraron su oposición a este margen de tiempo que consideran escaso para amortiguar el golpe.

Según Viktor Orbán, su país necesita cinco años para estar preparado ante une medida de este calibre y el primer ministro eslovaco, Eduard Heger, considera que serían necesarios “al menos tres años”. La República Checa también quiere un mayor periodo de adaptación. Bruselas está dispuesta a tender la mano a estos países, pero se desconoce hasta cuándo estará dispuesta a ceder, aunque en la capital comunitaria se da por supuesto que el embargo acabará aprobándose tarde o temprano. El propósito de las sanciones estriba en golpear de la manera más contundente posible los ingresos que utiliza Vladimir Putin para sufragar su mortífera maquinaria de guerra, sin que esto suponga un daño mayor para la economía europea. En una entrevista al rotativo británico Financial Times, el máximo representante de la diplomacia comunitaria, Josep Borrell, se muestra partidario de dar más tiempo y dinero, pero no se aventura a dar cifras y asegura que convocará una reunión extraordinaria de los ministros de Exteriores si los embajadores no son capaces de llegar a un acuerdo durante este fin de semana.

En su última propuesta presentada este viernes a los embajadores europeos, la Comisión da un año más a Hungría y Eslovaquia (hasta el comienzo de 2025) y hasta julio de 2024 a la República Checa. Pero esta flexibilidad no es suficiente para estos países y la reunión ha terminado sin acuerdo, a la espera de nuevos encuentros los próximos días. Nadie sabe hasta cuándo se mantendrá el pulso, ya que las sanciones deben aprobarse por unanimidad si bien Orbán prefiere no utilizar la palabra “veto”.

Resulta evidente que la unidad sin fisuras que distinguió los primeros compases de la respuesta europea ha comenzado a resentirse y que los pasos venideros se complican teniendo en cuenta que el margen de maniobra se estrecha cada vez más.