Ofensiva
Misiles rusos se ceban contra Mykolaiv, Jarkiv y Odesa
El Gobierno de Kyiv confía en reanudar esta semana sus exportaciones de cereales pese a los ataques
Zatoka, una ciudad turística en la provincia de Odesa, normalmente estaría llena de vida con sus playas de arena y aguas limpias llenas de niños y adultos de toda Ucrania. Debido a la invasión, se convirtió en blanco de ataques rusos persistentes y destructivos. Varios misiles alcanzaron varias viviendas de la localidad la pasada mañana mientras sus dueños dormían. Afortunadamente, nadie murió, aunque dos personas resultaron heridas. Cinco edificios residenciales, así como 15 bases turísticas y decenas de pabellones en el mercado local resultaron dañados.
No hay objetivos militares claros en Zatoka, aparte del puente que conecta dos partes de la región ucraniana más grande a través del estuario del río Dnister. El puente sufrió daños en mayo y desde entonces dejó de usarse. Los vídeos de la escena no muestran que el puente esté cerca de las casas destruidas. Según el Ejército ucraniano, en total se lanzaron trece misiles sobre objetivos en Odesa desde los aviones rusos sobre el mar Negro. Ucrania acusa a Rusia de haber cambiando las tácticas de sus ataques para evitar que los misiles sean interceptados por las unidades de defensa aérea ucranianas. Kyiv ha podido recientemente derribar una parte cada vez mayor de los misiles rusos gracias a «la experiencia acumulada». Todavía no tiene sistemas sofisticados de defensa aérea de largo alcance que puedan prevenir de manera fiable las bajas en las ciudades bombardeadas.
Otras ciudades ucranianas, en primer lugar Mykolaiv y Jarkiv, también fueron alcanzadas por misiles rusos ayer. Las autoridades locales informaron de múltiples explosiones en Mykolaiv con las tropas rusas utilizando aviones y lanzamisiles S-300 desde la cercana región de Jersón. Jarkiv, la segunda ciudad más grande de Ucrania, vio explotar los proyectiles rusos en su mismo centro, según su alcalde. Ucrania también ha informado de un aumento de la actividad de los drones sobre las principales ciudades de su provincia noroccidental de Volhynia, que limita con Bielorrusia. Dos grandes vehículos aéreos no tripulados fueron derribados el lunes con fragmentos destruyendo un edificio residencial y matando a una persona. Cinco personas, incluidos tres niños, resultaron heridos. La región ha vivido bajo la amenaza de una posible invasión bielorrusa desde el norte, pero no ha visto enfrentamientos directos más allá de los ataques al aeropuerto de Lutsk en los primeros meses de invasión.
Mientras, los testimonios desde el sur ocupado hablan de una gran columna de vehículos militares pesados rusos que se mueve desde Melitopol ocupado a Jersón. Rusia está tratando de fortalecer las defensas en lugar de una gran contraofensiva prevista por parte de Ucrania. Según los analistas militares, Rusia se enfrenta cada vez más al dilema de si trasladar los recursos limitados al sur o a Donbás, donde Rusia intenta mantener el impulso de su ataque hacia Siversk de camino a Kramatorsk y Sloviansk. A pesar de la ausencia de noticias en los últimos días, las tropas rusas han seguido utilizando la aviación, los tanques y la artillería en su intento de romper la defensa ucraniana. Ayer, combates especialmente intensos continuaban cerca de Pokrovske, en la provincia de Donetsk. La gente sigue abandonando la zona ocupada, pero, según el alcalde ucraniano de Melitopol, Ivan Fedorov, unas 5.000 personas están actualmente atrapadas en el único cruce autorizado a través de la línea del frente en Vasylivka, en Zaporiyia.
A pesar del reciente ataque ruso al puerto de Odesa, Ucrania espera comenzar a exportar cereales desde sus puertos libres del mar Negro esta semana por primera vez desde que Rusia invadió el país. Los ingresos de las exportaciones serían de gran ayuda para la economía, que se esfuerza por mantenerse firme bajo el coste de mantener el enorme esfuerzo de guerra, la pérdida de millones de puestos de trabajo y la interrupción de su logística. Ucrania también se prepara para lo que sus políticos advierten que podría ser «el invierno más difícil de su historia» por la falta de gas ruso.
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