Opinión

Petro lava la cara a Maduro

Gustavo Petro, presidente de Colombia
Gustavo Petro, presidente de ColombiaBruce GilbertAgencia AP

La petición de Gustavo Petro a Nicolás Maduro para que sea garante en las negociaciones entre el Gobierno de Colombia y el Ejército de Liberación Nacional (ELN) resulta desconcertante. No es un secreto que Venezuela ha sido, desde Hugo Chávez, un refugio ideal para las guerrillas colombianas que históricamente han operado en la frontera. Por tanto, la petición supone alimentar la convivencia entre ambos Gobiernos y los guerrilleros, en ningún caso, un intento por desmovilizar a los irregulares.

Para que un «garante de paz» sea eficiente necesitaría en primer lugar gozar de legitimidad. El hecho de que el chavismo mantenga canales de comunicación con el ELN no significa que Maduro y sus acólitos cuenten con las credenciales para tamaña empresa. De hecho, la mediación resultaría contraproducente considerando la parsimonia e incluso alianza entre Caracas y las fuerzas rebeldes que tanto daño siguen haciendo.

De ese proceso de negociación no puede esperarse otra cosa que el reacomodo y la oxigenación del ELN y de todo el andamiaje de corrupción, minería ilegal, narcotráfico y secuestro que abiertamente opera en territorio colombiano y venezolano, especialmente el fronterizo. Adicionalmente, el gesto de Petro le «lava la cara» a Maduro brindándole la oportunidad de convertirse nuevamente en un jugador influyente en América Latina. En este sentido, y como era de esperarse, Maduro aceptó de manera inmediata.

El entendimiento acelerado entre el Gobierno colombiano y el chavismo quizás genera cierto alivio para comerciantes de ambos países; sin embargo, tanta simpatía y sinergia desbordada no deja de generar cierta suspicacia considerando el lamentable prontuario de Maduro y de sus acólitos. Maduro y sus aliados vuelven a ganar la batalla.