Bloque de hormigón piramidales para impedir el avance de unidades mecanizadas

¿Teme Putin que Ucrania invada Rusia? El Kremlin y el Grupo Wagner construyen líneas defensivas antitanque en su frontera

Las unidades de mercenarios y las autoridades levantan varias las líneas con estructuras de protección antitanque, trincheras y bloque de hormigón

¿A qué obedece que, en plena ofensiva ucraniana por recuperar los territorios tomados por Rusia al comienzo de la guerra, el Kremlin haya decidido empezar a construir líneas de defensa en dos regiones fronterizas con Ucrania, Kursk y Bélgorod, así como en la anexionada provincia ucraniana de Lugansk?

“Esta semana se completó el trabajo de dotación de personal y construcción de dos líneas de defensa reforzadas de la región de Kursk”, escribió en su canal de Telegram este domingo Román Starovoit, gobernador de Kursk, fronteriza con la provincia nororiental ucraniana de Sumy. En la misma línea inciden autoridades locales y el fundador de la empresa privada de mercenarios Wagner, Yevgueni Prigozhin.

Estos trabajos se han llevado a cabo entre el Ministerio de Defensa de Rusia y la dirección regional del Servicio Fronterizo de Kursk. Además, se trabaja en una tercera líneas defensiva que estará lista el 5 de noviembre.

“Estamos listos para repeler cualquier invasión a nuestro territorio”, señaló.

La víspera el gobernador de Bélgorod, fronteriza con la región ucraniana de Járkov, publicó a su vez imágenes con estructuras de protección antitanques, similares a los “dientes de dragón”, bloques de hormigón piramidales usados durante la Segunda Guerra Mundial para impedir el paso a ejércitos mecanizados.

Estas líneas de defensa se suman a las líneas fortificadas que levanta el grupo Wagner en Lugansk, en el este de Ucrania, con excavaciones y dientes de dragón, en lo que ya ha recibido el sobrenombre de “línea Prigozhin” o “línea Wagner”.

Mapas difundidos por el propio fundador de Wagner y los primeros vídeos de la propaganda rusa muestran la instalación de bloques de cemento antitanques y sistemas de trincheras en lo que se cree es el sureste de Kreminna, cerca de las ciudades gemelas de Lisichansk y Severodonetsk.

La inteligencia británica señaló en su análisis este domingo que el proyecto sugiere que Rusia “está haciendo un esfuerzo importante para preparar defensas en profundidad detrás de la actual línea del frente, probablemente para impedir cualquier contraofensiva ucraniana rápida”.

Londres indica que, si los mapas de la construcción de las líneas de defensa son tan extensos como afirma Prigozhin, “es probable que las obras apunten a integrar el río Síverski Donets en la zona defensiva, siguiendo parcialmente la línea de control (del frente) de 2015″.

El estadounidense Instituto para el Estudio de la Guerra (ISW) por su parte sostiene en un informe que los mapas rusos muestran que la extensión de la “línea Wagner” propuesta por Prigozhin defendería la frontera entre la región rusa de Bélgorod y las provincias ucranianas de Sumy, Járkov y Lugansk.

“El financista del Grupo Wagner, Yevgeny Prigozhin, continúa creando divisiones dentro del gobierno ruso al publicitar la llamada “línea Wagner” de fortificaciones en el noreste de Ucrania, que parece no estar alineada con las narrativas dirigidas por el Kremlin sobre el curso de la guerra. Los canales de Telegram afiliados a Prigozhin y Wagner anunciaron que los funcionarios regionales rusos detuvieron la extensión de las fortificaciones de la Línea Wagner que corren detrás de la línea de contacto en los óblasts de Lugansk y Donetsk y hacia el Óblast de Belgorod de Rusia. Prigozhin acusó a la burocracia rusa, a la que caracterizó como “burócratas-enemigos”, de “oponerse directamente a los intereses de la población” y no proteger a la población rusa apoyando la construcción de la línea. La comunidad nacionalista rusa ha acusado repetidamente al Kremlin de no defender la frontera del Óblast de Belgorod, y Prigozhin puede estar intentando amplificar sus demandas. Es probable que el Kremlin intente mantener su marco limitado de la guerra, lo que probablemente seguirá molestando a la comunidad nacionalista que aparentemente está preocupada por la falta de defensas alrededor de Belgorod Oblast”, asegura el informe.

En este sentido, se incide en que los mapas rusos muestran que la extensión de la Línea Wagner propuesta por Prigozhin defendería la frontera entre el óblast de Belgorod y los de Sumy, Kharkiv y Lugansk en Ucrania, pero no cubriría el norte del oblast de Lugansk hasta la línea de contacto, lo que contrasta con las promesas del Kremlin de defender todo Lugansk.

Pero, añade, no cubriría el norte de Lugansk hasta la línea de contacto, lo que contrasta con las promesas del Kremlin de defender toda la región anexionada.

El ISW señaló que el segmento de la línea solo defenderá en gran medida el territorio de Lugansk que las fuerzas rusas controlaban antes de la invasión en febrero.

“La línea cubre algunas localidades recientemente ocupadas como Lisichansk, Zolote y Popasna, pero excluye Kreminna y Severodonetsk”, recalca.

“Es probable que los comandantes de Prigozhin y Wagner se estén preparando para defender las posiciones que creen que pueden mantener de manera realista, no la extensión actual de las líneas rusas o todo el territorio que el Kremlin afirma haber anexionado”, considera el ISW.

En el transcurso del conflicto en los últimos días, las fuerzas rusas acumulan reveses en el este y el sur de Ucrania, salvo en Bajmut, donde han ganado terreno gracias precisamente a los mercenarios de la compañía paramilitar Wagner, que se han vuelto indispensables como punto de lanza del Kremlin en el país invadido.

Mientras el ejército cede terreno casi en todos lados, especialmente en el sur, cerca de Jersón y en el noreste, cerca de Járkov, Bajmut (este) se resiste a las fuerzas ucranianas.

Y la batalla, según los combatientes ucranianos interrogados in situ por AFP, tiene lugar cara a cara con los mercenarios de Wagner. Wagner “está demostrando que es la fuerza de infantería más capaz de la que dispone el ejército ruso. Sin embargo, el listón no está muy alto, dado la pobre actuación” de las tropas regulares, considera Philip Wasielewski, investigador del instituto estadounidense Foreign Policy.

Moscú siempre ha desmentido tener vínculos con grupos paramilitares y Wagner no tiene existencia legal en Rusia, donde las compañías militares privadas están prohibidas por ley. La máscara, no obstante, va cayendo en parte, después de que Evguéni Prigojin, hombre de negocios del Kremlin, reconoció a finales de septiembre haber fundado Wagner en 2014, calificando la organización de “pilar” de la defensa de los intereses rusos.

La presencia de sus mercenarios ha sido documentada desde hace ocho años en países como Siria, en apoyo al régimen de Bashar al Asad, en Libia, así como en República Centroafricana y Mali, donde son acusadas regularmente de cometer abusos contra civiles.

Y es que, las primeras informaciones sobre la existencia del Grupo Wagner datan de 2014. En febrero de ese año la Federación Rusa lanzó una operación para anexionarse la península de Crimea. Soldados rusos de fuerzas especiales vestidos con uniformes verdes, pero desprovistos de cualquier insignia identificativa, fueron enviados a las principales ciudades de Crimea, donde tomaron de varios edificios gubernamentales y otras instalaciones (aeropuerto, puerto Krym). Noticias no contrastadas señalarían que algunos de esos «hombres de verde» eran mercenarios que obedecían a Utkin. Poco después, nuevas informaciones revelarían que los hombres de Utkin se habían desplazado a la región del Donbás y, más concretamente al óblast de Lugansk.

Mientras los soldados privados comandados por Utkin estaban presentes y activos en Ucrania y Siria, en 2016 varios trabajos periodísticos llevaron a descubrir otra pista útil para desentrañar el origen del Grupo Wagner. En junio de 2016, Denis Korotkov, uno de los principales periodistas rusos, que llevaba años investigando a las EMSP de su país, dio la primera noticia que vinculaba a los Wagner con el oligarca Yevgeny Prigozhin, al que se señalaría a partir de entonces como principal financiador del Grupo.

Según un trabajo realizado en diciembre de este año por Luis de la Corte Ibáñez, del Centro de Investigación en Ciencias Forenses y de la Seguridad de la Universidad Autónoma de Madrid, “la tesis sobre la existencia de lazos de colaboración entre el Grupo Wagner y el Estado ruso ha sido avalada con un cúmulo de indicios y evidencias conocidas en los últimos años. Entre esas informaciones se incluyen las revelaciones apuntadas sobre los contactos personales del oficial veterano Utkin y el oligarca Prigozhin con el Ministerio de Defensa ruso, el Kremlin y el mismo presidente Putin”.

A ello hay que añadir el claro alineamiento de la mayoría de los servicios prestados por el Grupo Wagner con los objetivos geoestratégicos perseguidos por la Federación Rusa en países como Ucrania, Siria, Venezuela y varias naciones de africanas. Así, por ejemplo, mientras los Wagner operaban en la región del Donbás, entre 2014 y 2015 los servicios de inteligencia ucranianos interceptaron varias conversaciones telefónicas en las que Utkin informaba de sus actividades a un coronel del GRU, Oleg Ivannikov, y al jefe del 58 Ejército de la Federación Rusa, Evgeny Nikiforov. Paralelamente, en febrero de 2015 miembros del Grupo Wagner perdieron la vida durante una importante batalla librada en la localidad ucraniana de Debaltsevo. Más tarde se supo que el Ministerio de Defensa ruso condecoró a título póstumo a varios de esos combatientes.

Por si fuera poco, en distintas ocasiones operativos Wagner han utilizado para sus desplazamientos internacionales pasaportes expedidos por una oficina de Moscú, la Unidad 770-001 de la Oficina Central de Inmigración, especializada en expedir documentos para funcionarios y personal vinculado al Ministerio de Defensa.

Sin embargo, pese a la existencia de evidencias e indicios como los anteriores, la Federación Rusa ha hecho grandes esfuerzos para ocultar sus lazos con el Grupo Wagner. La relación ha sido negada en diversas declaraciones públicas y esos desmentidos han sido respaldados por diversos medios de comunicación afines al Kremlin.

Desde su aparición en 2015 el Grupo Wagner ha prestado servicios en más de 30 países y ha participado en misiones en cuatro continentes. Entre los países que han servido de escenario a sus actividades se incluyen Ucrania, Siria, Sudán, la República Centroafricana, Madagascar, Mozambique, Yemen, Libia, Malí y Venezuela. También hay sospechas del desplazamiento de operativos Wagner en Bielorrusia, Azerbaiyán (en la región de Nagorno Karabaj) o Burkina Faso. La importancia de las labores desarrolladas por los Wagner, la cantidad de personal y medios desplegados y la duración de los servicios prestados varían de país a país.

En lo que respecta a la invasión de Ucrania, desde el principio los medios internacionales se han ido haciendo eco de toda clase de declaraciones, testimonios y rumores relativos a la presencia del Grupo Wagner en este teatro de operaciones.

Pocos días después de que arrancara la invasión el presidente ucraniano Zelenski informó de que había sobrevivido a casi una docena de intentos de asesinato ordenados por el Kremlin. En esta misma línea, según una noticia difundida a finales de febrero por varios medios de comunicación occidentales, matar a Zelenski fue una de las razones por las que varios cientos de operativos Wagner habrían sido enviados a Kiev antes de iniciarse la invasión.

El fracaso de esos planes dio paso a una segunda fase de despliegue durante la que unos cuatrocientos operativos Wagner habrían avanzado desde Bielorrusia hacia Ucrania, en dirección a Kiev, integrados en convoyes de soldados chechenos. Poco después, los mismos operativos serían avistados en la ciudad de Bucha. Entre el 27 de febrero y el 31 de marzo Bucha permaneció bajo control del ejército invasor y se convirtió en noticia tras ser recuperada por las tropas ucranianas, descubriéndose entonces que los rusos habían asesinado a más de cuatrocientos civiles.

Aunque las autoridades rusas negaran toda responsabilidad, imágenes de satélite y comunicaciones de radio obtenidas por el Servicio Federal de Inteligencia alemán (BND) demostraron que los asesinatos de personas no combatientes no fueron espontáneos, sino que formaron parte de un plan preestablecido ejecutado por soldados rusos y miembros del Grupo Wagner. De hecho, informaciones posteriores mostrarían que algunas actuaciones de los Wagner en Ucrania reprodujeron una pauta criminal ensayada en Siria: llegar a una localidad con listas negras, detener a personas incluidas en ellas, interrogarlas, torturarlas y, en no pocos casos, ejecutarlas brutalmente.

De acuerdo con el criterio de algunos expertos militares, debido a su capacidad y experiencia para actuar como pequeñas unidades de infantería ligera, los Wagner serían principalmente empleados en la campaña ucraniana para atacar pequeñas localidades previamente barridas por fuego de artillería y tomar el control de su población civil hasta la llegada de las tropas rusas. Sin embargo, hacia el mes de julio algunas unidades Wagner ya habían pasado a asumir mayores responsabilidades en varios sectores, operando como unidades de asalto ordinarias.

La implicación del Grupo Wagner en la campaña rusa en Ucrania ha venido a colocarlo en una situación muy diferente a la que sus operativos debieron afrontar en otros escenarios de conflicto. Por primera vez, su actividad se está desarrollando en un teatro de operaciones donde las Fuerzas Armadas rusas han realizado un amplio despliegue y desarrollan acciones de guerra regular. En el Donbás habrían establecido una base propia en Popasna y contarían incluso con una unidad aérea, además de tanques, sistemas sofisticados de defensa aérea y artillería pesada.

La pérdida por parte del Ejército ruso de casi 40.000 efectivos entre febrero y agosto y los problemas de moral de sus tropas han podido propiciar la creciente implicación del Grupo Wagner en el conflicto.

Según el informe de Luis de la Corte Ibáñez, “si nos atenemos a la experiencia expuesta, no resulta difícil imaginar qué funciones podrían seguir cumpliendo sus miembros y los de otras EMSP rusas en un futuro próximo al servicio de las estrategias militares y de política exterior rusa: desde ayudar a estabilizar regímenes extranjeros afines hasta entrenar a elementos insurgentes que aspiren a derrocar Gobiernos prooccidentales, continuar protegiendo al personal de las instalaciones de grandes empresas rusas en países conflictivos o seguir actuando como un multiplicador de fuerza en las operaciones militares lanzadas por las Fuerzas Armadas rusas en distintos escenarios, ya sea interviniendo en enfrentamientos directos con otras fuerzas o mediante operaciones irregulares y clandestinas, con el riesgo de facilitar nuevos casos de abusos y ataques contra poblaciones civiles, asesinatos, atentados terroristas e incluso matanzas indiscriminadas o masacres”.

Según algunos autores, los últimos Gobiernos rusos habrían seguido la misma senda transitada desde el siglo XIX por las autoridades zaristas y soviéticas, quienes a menudo recurrieron a una variedad de fuerzas no estatales, combatientes voluntarios (nacionales y extranjeros) y mercenarios para el desarrollo de distintas operaciones de guerra regular o clandestina.