
Asia
500 años de poder y sangre en la frontera birmana
El reinado de terror de cuatro clanes de Kokang, la franja fronteriza con China, ahora se ha derrumbado

Durante décadas, el norte de Birmania fue territorio sin ley. En Kokang, aquella franja fronteriza con China, cuatro familias con raíces en la guerrilla comunista convirtieron la región en un reino de crimen, corrupción y esclavitud digital. Los clanes Wei, Liu, Bai y, en su momento, los Peng, dominaron este enclave con milicias, empresas fachada y redes de fraude telemático a escala industrial.
Este reinado de terror se ha derrumbado. En una operación coordinada sin precedentes, las autoridades de China y Birmania detuvieron a más de 57.000 personas implicadas en actividades criminales, asestando un golpe definitivo a las mafias que gobernaron el llamado triángulo del fraude. El Ministerio de Seguridad Pública (MPS) chino confirmó que los poderosos clanes de Kokang han sido desmantelados.
De la guerrilla a la mafia
El origen de estas dinastías se remonta al siglo pasado. El experto en Asia Bertil Lintner recuerda que, en 1967, los hermanos Peng Jiasheng y Peng Jiafu fundaron el Ejército de Liberación Popular de Kokang (KPLA), con respaldo de Pekín, y un año después se integraron en el Partido Comunista de Birmania. Tras décadas de guerra de guerrillas, Jiasheng firmó un alto el fuego en 1989 y fue nombrado presidente de la Región Especial del Estado Shan 1, convirtiéndose en el amo político y militar de Kokang.
Bajo su mando emergieron tres familias subordinadas que desarrollaron sus propios negocios y milicias: la de Bai Suocheng, su lugarteniente militar; la de Wei Chaoren, jefe del Estado Mayor del Ejército Kokang; y la de Liu Guoxi, responsable financiero. Aquella alianza se mantuvo hasta 2009, cuando una operación antidroga del ejército birmano acabó con la destitución de Peng. Bai Suocheng asumió el poder, y las «cuatro grandes familias» –Bai, Wei, Liu y Peng– se transformaron en mafias con total control económico.
El clan Bai fundó la Baisheng Corporation, dedicada a la hostelería, la restauración y el ladrillo; los Wei, el Henry Group, con negocios tapadera en el comercio y la seguridad; los Liu, activos en minería y el conglomerado Fully Light; y los Peng mantuvieron sus contactos militares. Bajo la fachada del progreso, floreció una economía criminal basada en el fraude online, el contrabando y la prostitución forzada.
El reino del terror digital
De todos ellos, el clan Wei fue el más poderoso. Dirigido por Wei Huairen y Wei Qingtao, construyó desde 2009 un feudo con 31 parques tecnológicos de estafa digital. Allí, miles de personas –muchas de ellas jóvenes chinos engañados con falsas promesas de empleo– fueron recluidas, despojadas de sus pasaportes y obligadas a trabajar en una red de estafas. Los que no cumplían los objetivos eran golpeados, vendidos o ejecutados.
Según Asia Crime Century, el clan mantenía incluso «cámaras de castigo» donde los prisioneros eran torturados. Kokang se convirtió en una distopía, un híbrido de urbe tecnológica y cárcel donde convivían el fraude y la muerte.
Los Liu: fraude a punta de fusil
El clan Liu, encabezado por Liu Zhengxiang y Liu Zhengqi, replicó el modelo Wei con un estilo aún más militarizado. A través de su empresa de fachada, Fully Light, instalaron 28 complejos de fraude digital protegidos por milicias privadas. Las víctimas eran controladas con armas automáticas, amenazadas y las comunicaciones intervenidas.
Los beneficios superaban los 10.000 millones de yuanes en actividades ilícitas, que incluían chantaje sexual, apuestas y tráfico humano. Según los investigadores, tanto los Wei como los Liu dejaron de ser simples redes criminales para transformarse en gobiernos paralelos que recaudaban impuestos y controlaban rutas comerciales.
El derrumbe del imperio
El cerco comenzó a estrecharse en agosto de 2023, cuando el Ministerio chino ordenó a las policías de Quanzhou y Longyan investigar a ambos clanes. En enero de 2024, fueron capturados y extraditados desde Myanmar, diez cabecillas, entre ellos Bai Suocheng, destacadas figuras de las familias Wei y Liu, y Xu Faqi, otro socio de la red.Los agentes chinos realizaron cuatro operaciones de alto riesgo en territorio birmano.
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