Defensa

La advertencia definitiva de EEUU a China y Rusia: la prueba nuclear que romperá 30 años de silencio atómico

La orden de Trump de reanudar las pruebas nucleares estadounidenses genera una notable incertidumbre en el Pentágono, donde matizan si se trata de una detonación real o solo de ensayos con los sistemas de lanzamiento

La Unión Soviética detonó su primera bomba atómica en 1949 en el sitio de prueba de Semipalatinsk
La advertencia definitiva de EEUU a China y Rusia: la prueba nuclear que romperá 30 años de silencio atómicoWikipedia

En el complejo tablero de la estrategia nuclear, no todos los conceptos significan lo que parecen. La clave para entender la última polémica surgida en Washington reside en una distinción fundamental: el Departamento de Defensa de Estados Unidos es responsable de los sistemas de lanzamiento —misiles, submarinos y bombarderos—, pero no de las cabezas nucleares que estos transportan. Entender que la diferencia entre la ojiva y su vector es una cuestión administrativa y técnica resulta crucial para interpretar los últimos movimientos de la Casa Blanca.

De hecho, es precisamente en este matiz donde radica la incertidumbre que rodea a la directiva del presidente Trump al Pentágono para que reanude las pruebas de armamento nuclear. Aunque la orden ha desatado la alarma ante la posibilidad de que el país realice un ensayo con una detonación real por primera vez en más de treinta años, las interpretaciones más prudentes apuntan en otra dirección. La pregunta que se hacen los expertos es si el mandato se refiere a una explosión atómica o a una prueba de sus sistemas de transporte.

En este sentido, las declaraciones de altos mandos militares invitan a la calma. El vicealmirante Richard Correll, nominado para dirigir el Mando Estratégico, aseguró durante su comparecencia tener una confianza absoluta en el arsenal actual, sugiriendo que no se necesitan ensayos explosivos para verificar su fiabilidad. Correll recordó además que ni China ni Rusia han realizado una prueba de estas características en décadas, siendo el último ensayo chino en 1996, según informa el medio Breaking Defense.

Por otro lado, conviene recordar que Estados Unidos detuvo sus pruebas nucleares explosivas en 1992. Desde entonces, ha garantizado la operatividad de su arsenal a través de un avanzado programa de simulación y ensayos subcríticos que permite mantenerse sin explosiones reales. Romper esta moratoria de facto, observada por las grandes potencias, supondría un giro radical en la política de no proliferación mantenida durante tres décadas. De hecho, la modernización y verificación de todos los componentes de la disuasión es constante, como demuestran las recientes pruebas del conocido como 'avión del Fin del Mundo', diseñado para asegurar el mando y control en un escenario extremo.

Un mensaje de disuasión en un tablero global

Asimismo, la hipótesis de que la orden presidencial se refiera a los sistemas de lanzamiento cobra cada vez más fuerza. Una prueba de misiles o bombarderos con capacidad nuclear, sin detonar una ojiva, serviría como una clara señal de advertencia a sus principales adversarios geoestratégicos. Esta maniobra podría ser una respuesta directa a movimientos similares realizados recientemente por Rusia, reafirmando la capacidad de disuasión estadounidense sin cruzar la línea roja de una detonación. Este tipo de demostración de fuerza es especialmente relevante en un contexto en el que China presenta al mundo sus nuevos y letales misiles hipersónicos, capaces de alterar el equilibrio militar.

En definitiva, si bien esta interpretación aleja los escenarios más preocupantes, el riesgo de una escalada no desaparece. Una detonación real por parte de Estados Unidos no solo rompería un consenso global, sino que podría alterar un delicado equilibrio geoestratégico, con el peligro de desencadenar una nueva carrera armamentística. La última explosión nuclear conocida en el mundo fue la de Corea del Norte en 2017, un recordatorio constante de la fragilidad de los acuerdos en materia nuclear.

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