Opinión
AMLO, bajo sospecha
En 2018, el presidente mexicano afirmaba que mientras él tuviera un cargo, sus hijos no trabajarían en el sector público.
La autoridad moral del presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, pende de un hilo. Dos de sus hijos, Andrés López Beltrán y Gonzalo López Beltrán, se encuentran en el «ojo del huracán» después de que el renombrado periodista mexicano Carlos Loret de Mola denunciara públicamente un entramado de corrupción en la construcción del tren Maya (obra de envergadura construida y finalizada por AMLO).
Si los audios presentados son ciertos, queda claro el tráfico de influencia entre los familiares del presidente y Amílcar Olán, un íntimo amigo de ambos y quien hasta no hace mucho era un modesto empresario no conocido. Hoy es multimillonario gracias a contratos de medicinas con el Gobierno de López Obrador trabajando además para construir la refinería de Dos Bocas y el Tren Maya.
En 2018, el presidente mexicano afirmaba que mientras él tuviera un cargo, sus hijos no trabajarían en el sector público. Por ahora, la promesa se cumple; sin embargo, no les ha hecho falta tampoco. Las oportunidades de negocios, según la investigación periodística, son evidentes y termina por derrumbar el discurso moralista de un presidente que llegó al poder prometiendo erradicar la corrupción en el sistema público y en su propio partido político.
En medio de la campaña electoral que convoca a los mexicanos a votar el 2 de junio, está por verse si las acusaciones resultan un «plomo en el ala» para la candidata de AMLO, Claudia Sheinbaum. Por ahora, no le han infringido gran daño.
Mientras el presidente azteca acusa al periodismo de «conservadores» y de «mafiosos», resulta probable que esta historia de corrupción –y veremos si aparecen nuevas– continúe y se profundice a lo largo de la campaña.
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