Elisabeth Fritzl, la mujer a la que su padre, el 'monstruo de Amstetten', mantuvo secuestrada en un sótano durante 24 años y a la violó hasta que tuvieron siete hijos, vive en la actualidad una vida muy distinta bajo una identidad nueva que le proporcionó la Justicia austriaca tras la condena a cadena perpetua que recibió Josef Fritzl.

Esta mujer austríaca reside con sus seis hijos en una casa de una pequeña localidad rural de su país natal. Sus vástagos, a los que engendró tras ser obligada a mantener relaciones incestuosas con su progenitor, tienen ya entre 21 y 35 años y, según recoge The Mirror, tiene que dormir con las puertas de sus dormitorios abiertas como consecuencia de los traumas que les dejó nacer y crecer en el zulo que el terrible criminal escavó en su propia casa.

Los seis hijos que lograron sobrevivir siguen sometidos a un proceso de terapia con el fin de superar la terrible y larga experiencia después de que solo uno acabase muriendo por problemas respiratorios. El hogar en el que viven está en todo momento vigilado por la policía austríaca y agentes de seguridad privada para evitar que extraños se acercan a ellos.

De hecho, sus vecinos en el pueblo también se encargan de asegurar su protección. Según recoge el citado medio inglés, un fotógrafo se acerco a las inmediaciones de la vivienda y varias personas del lugar se acercan a él pidiéndole que abandonase inmediatamente el lugar y sus intenciones porque "no querían verle ni hablar con él".

El dueño de un restaurante local al que la familia acude con asiduidad opinó que "la familia está más bien" y son tratados "como cualquier otra" en un pueblo en el que "todo el mundo los conoce". "Dado lo que han pasado, son muy educados, felices y sonríen mucho", reveló el hostelero.

Un dato que ya se conoce desde 2009 es que tiene una relación amorosa asentada desde justamente el año después de ser liberada con un guardaespaldas, de nombre Thomas Wagner, que trabaja para la empresa de seguridad A&T y al que conoció cuando le asignaron su escolta. Él vive con ella, que ahora tiene 57 años, y con el resto de su familia

Un miembro del equipo de trabajadores psiquiátricos que atendieron a Elisabeth revelaron que esta relación la había ayudado a superar los traumas de su pasado, lo que la ha permitido reducir notablemente la terapia para el estrés postraumático a la que se sometía. Uno de sus psiquiatras aseguró al respecto que " esta una prueba vívida de que el amor es la fuerza más fuerte del mundo".

"Con la aprobación de sus médicos, ha dejado las terapias psiquiátricas mientras sigue adelante con su vida: se ha sacado el carné de conducir, ayuda a sus hijos con sus deberes, ha hecho amigos en la localidad. Perdió los mejores años de su vida en ese sótano; está decidida a que cada día que le quede esté lleno de actividad", recoge The Mirror en un reciente artículo.

Fue en 2011 cuando se supo por primera vez algo de qué había sido de Elisabeth después de que su madre, la esposa de Josef Fritzl, conocida como Christine, desveló un detalle de cómo ha conocido la normalidad tras salir del infierno en el que vivió gran parte de su existencia. Esta familiar comentó que a Elisabeth le gustaba mucho ir de compras ya que no pudo hacerlo mientras estuvo encerrada esos 24 años en el sótano. Asimismo, dio a conocer que todos los niños van a la escuela e, incluso, que Félix, el más pequeño, tiene una PlayStation.

Elisabeth no tiene a preocupaciones en el terreno financiero ya que las autoridades austriacas le otorgaron 54.000 libras esterlinas en concepto de subsidios por la cantidad de hijos que tiene y que, correspondiéndole, se le negaron durante el tiempo de cautiverio que terminó cuando fue rescatada en abril de 2008.