Plan de paz en Gaza
La salida israelí de Gaza desata la guerra entre las milicias palestinas
Al menos cuatro milicias palestinas que se oponen a Hamás han chocado con ella en las últimas semanas
Camino de las tres semanas desde la entrada en vigor del acuerdo para el alto el fuego en Gaza, la situación en el territorio sigue siendo más que incierta y volátil. Los incumplimientos de lo pactado por parte de Hamás -sobre todo en relación con la devolución de los cadáveres de los rehenes del 7 de octubre- han empujado a Israel a seguir bombardeando puntos de Gaza -y a causar decenas de víctimas mortales- a pesar del cese el fuego en vigor. Por su parte, la organización terrorista palestina se niega a entregar las armas, como contempla el plan que ha permitido poner fin momentáneo a casi dos años de guerra.
Las otras grandes incógnitas de la nueva fase es cuándo, cómo y quién integrará la futura fuerza de paz multinacional que habrá de asumir en los próximos meses el control de la seguridad de Gaza: hasta ahora solo se conoce que el presidente turco Recep Tayyip Erdogan quiere soldados de su país en la Franja y que Israel ha avisado que no lo permitirá, como repetía este lunes el ministro de Exteriores del gobierno de Benjamin Netanyahu. Tel Aviv está convencido, como lo creen otras milicias palestinas rivales, que Turquía protegerá -como ha hecho en el pasado dando cobijo a sus líderes- a Hamás en Gaza.
Lo cierto es que, casi tres semanas desde la entrada en vigor del cese el fuego, no solo la organización terrorista no ha dado muestra alguna de estar dispuesta a ceder el control de la vida colectiva de los más de dos millones de habitantes de Gaza, sino que el cese el fuego le ha permitido en las últimas semanas desplegarse y exhibir su poder en las devastadas calles de Jan Yunis, Rafah o la ciudad de Gaza. Su esperanza es formar parte de la nueva fuerza militar internacional junto a tropas cataríes, turcas y egipcias y recuperarse del daño sufrido tras casi dos años de ofensiva israelí.
Pero en un escenario muy lejano al de comienzos de octubre de 2023, Hamás ha visto cómo su autoridad es contestada en el interior de la Franja. Desde el alto el fuego, las brigadas Al Qassam han chocado con otras milicias presentes en las ciudades gazatíes provocando decenas de muertos. La Autoridad Palestina -en manos de la otra gran organización política y militar palestina, Al Fatah, que gobierna con competencias limitadas en Cisjordania- denunciaba pocos días después del alto el fuego que Hamás había llevado a cabo más de tres decenas de ejecuciones públicas en Gaza -algunas de ellas incluso antes del cese de la violencia- contra individuos a las que acusaba de colaborar con las fuerzas israelíes. Hamás se defiende asegurando que su objetivo es garantizar el orden, pero sus dos décadas de poder omnímodo en la Franja dejan claro que no está dispuesta a admitir a nadie que pueda hacerle sombra.
Aunque sin desvelar sus nombres, el primer ministro Benjamin Netanyahu había reconocido el pasado mes de junio haber armado a milicias rivales de Hamás en la Franja. Si décadas atrás Israel potenció a Hamás frente a su rival Al Fatah, Tel Aviv comienza a hacer lo mismo en las zonas de la Franja bajo su control con vistas a neutralizar a través de otros grupos a una organización en posesión aún de importantes infraestructuras bélicas y de una nutrida militancia habida cuenta de que ha sido incapaz de destruirla por completo con su ofensiva militar desde finales de 2023.
Al menos cuatro son las milicias palestinas que se oponen a Hamás y que han chocado con la entidad islamista en las últimas semanas en las zonas aún bajo control israelí en la Franja. Aseguran que no depondrán las armas. La más importante de ellas son las yihadistas y proisraelíes Fuerzas Populares. Lideradas por Yasser Abu Shabab, controlan la principal ruta de tránsito de ayuda desde el paso de Kerem Shalom, y han sido acusadas de saquear el material humanitario. Presume de contar con entre 500 y 700 hombres armados en su feudo al este de Rafah.
Otra relevante estructura es el clan Doghmush. Enemigo histórico de Hamás desde finales de la década de los 80 del pasado siglo, la estructura familiar ha estado a menudo vinculada con grupos yihadistas y ha protagonizado los choques más violentos con Hamás desde la aplicación de la primera fase del plan de paz. A raíz de la entrada en vigor del alto el fuego el 10 de octubre, miembros de las brigadas de Hamás acudieron a uno de los refugios de los miembros de esta familia en el antiguo hospital jordano en busca de “colaboradores” con Israel.
La respuesta de Hamás contra quienes acusa de “alta traición” abriría tres días de choques entre ambas organizaciones en torno al barrio de Sabra, feudo de los Doghmush, que culminarían con un sangriento asalto protagonizado por más de 300 miembros de Hamás y dirigido contra miembros del clan familiar. Se estima que en torno a medio centenar de personas, incluidas mujeres y niños, fueron ejecutados.
Por su parte, en el norte de la ciudad de Gaza, la milicia Ashraf al Mansi ha advertido a Hamás contra cualquier tentativa de penetrar en las zonas bajo su control, donde sus hombres conviven con las tropas israelíes. La misma resistencia prometen ya los miembros de la milicia Halas en el este de la ciudad de Gaza.
Capítulo aparte merece el papel de Al Fatah y la Autoridad Palestina, que aspira a regresar a Gaza tras su derrota en las elecciones legislativas de 2006, como culminación del proceso de transición. El acuerdo de paz advierte de que para ello la organización presidida por Mahmud Abás tendrá que llevar a cabo una serie de reformas, aunque el actual gobierno israelí ha dejado claro que no contempla esa posibilidad.