Asia

Un buque de la II Guerra Mundial reaviva la tensión entre Pekín y Manila

China impide a Filipinas reabastecer al «BRP Sierra Madre», anclado en un atolón que se disputan ambos países

Filipinos protestan frente al consulado chino en Makati
Filipinos protestan frente al consulado chino en MakatiFRANCIS R. MALASIGAgencia EFE

Desde proyectar rayos láser contra buques filipinos hasta dispararles con cañones de agua, China prosigue exhibiendo músculo militar para imponer sus límites en las aguas en disputa del mar de China Meridional. El recrudecimiento de los altercados navales entre Pekín y Manila en esta zona, así como el compromiso reiterado de Washington de defender a Filipinas, pone de relieve el incesante riesgo de conflicto en el Indo-Pacífico.

El «BRP Sierra Madre», un vetusto buque de la Segunda Guerra Mundial que ahora es un puesto militar herrumbroso en un arrecife al oeste de la provincia de Palawan, se ha convertido en el símbolo de la soberanía filipina sobre el mar de Filipinas Occidental y en el centro de un pulso perturbador entre Manila y Pekín. Desde que el Ejército filipino lo encalló deliberadamente en 1999 en Second Thomas Shoal (apodado Ayungin), a unos 196 kilómetros de Palawan y dentro de la zona económica exclusiva (ZEE) de Filipinas, Pekín ha exigido reiteradamente su retirada, alegando que la citada zona forma parte de su territorio. Y es que Ayungin Shoal es una puerta estratégica a Reed Bank, que se cree rica en petróleo y gas natural. Según Pekín, el banco forma parte de las Spratly, un grupo de 250 islotes de 427.350 kilómetros en el mar de China Meridional, reclamados por este, Taiwán y Vietnam, y en parte por Malasia, Brunéi y Filipinas.

El emblemático pecio convertido en símbolo de la resistencia filipina ha vuelto a protagonizar tensiones después de que barcos de la guardia costera china bloquearan y desplegaran cañones de agua contra dos buques de reabastecimiento filipinos que pretendían suministrar víveres y provisiones al personal militar del asediado puesto de avanzada.

Por su parte, China rechazó una vez más cualquier intento de reabastecimiento ya que afirma que sólo permitirá que se acerquen por motivos humanitarios dado que el último cargamento incluía material de construcción para reforzar el corroído subterfugio político. Este año, las autoridades de Manila acusaron a los guardacostas chinos de utilizar un láser para intentar interrumpir otra misión similar, y en 2021, dos buques filipinos que transportaban alimentos al buque se vieron envueltos en un incidente parecido al del pasado sábado.

Manila insiste en que el «Ayungin Shoal» se encuentra dentro de su ZEE –que se extiende a 200 millas náuticas (370 kilómetros) de su costa– de acuerdo con el fallo de arbitraje de 2016 que invalidó la reclamación china de la «línea de nueve rayas» en el mar de China Meridional y sus derechos reclamados sobre los arrecifes en las Spratly. Asimismo, prometen que «nunca abandonarán la zona».

Por su parte, China descarta la sentencia y afirma que la Corte Permanente de Arbitraje de La Haya no tenía derecho a decidir sobre el caso, porque el quid de las reclamaciones de soberanía de Filipinas estaba fuera de su ámbito. El gigante asiático reclama alrededor del 90% de la estratégica vía marítima, por la que fluyen anualmente transacciones comerciales por valor de billones de dólares.

Además, Pekín ha llevado a cabo un proyecto masivo de recuperación de tierras para construir y militarizar una serie de islas en las aguas, a pesar de las protestas de Manila y otros países, así como de Washington y Tokio. Estos últimos temen que los puestos avanzados chinos, algunos de los cuales cuentan con aeródromos militares y armamento avanzado, puedan utilizarse para restringir la libre circulación.

La embajada china en Filipinas condenó a EE UU por «reunir» a sus partidarios para seguir «exagerando» el reciente incidente, declarando que ese área «no es un parque safari donde países ajenos a la región puedan hacer travesuras y sembrar discordia». Los dirigentes de países como Palaos, Micronesia y Papúa Nueva Guinea buscan un mayor respaldo militar frente a lo que consideran un aumento de las operaciones navales chinas en sus aguas. Pero otros países, como las Islas Salomón, se han movilizado para lograr compromisos de defensa de Pekín.

En el Second Thomas Shoal los ejércitos estadounidense y filipino están desarrollando conjuntamente cuatro nuevas bases militares que podrían utilizarse en cualquier conflicto estadounidense con China por Taiwán. De hecho, la vicepresidenta Kamala Harris visitó esta isla en noviembre, en una señal de la creciente importancia estratégica que otorga a la isla y a Filipinas. Tras el encontronazo, EE UU repitió que un ataque armado contra un barco público filipino invocará los compromisos de defensa mutua que le impone su tratado de 1951 con Filipinas. El presidente filipino, Ferdinand Marcos Jr., ha revitalizado su alianza militar con la Casa Blanca desde que asumió el cargo el año pasado.