
Movimiento «Bloqueemos todo»
10S: la amenaza de un estallido social sacude Francia
Un movimiento nacido en redes sociales en verano, «Bloqueemos todo», prepara una jornada de protestas mañana

El mayor temor para Macron es que a la crisis política se sume un estallido social en la jornada de mañana miércoles, con un movimiento nacido en redes sociales en mitad del verano bajo el nombre «Bloqueemos todo» del que pocos datos se tienen y que nadie sabe a ciencia cierta qué alcance puede tener. El movimiento nació en respuesta, sobre todo, a los dos días festivos que se pretenden suprimir en los nuevos presupuestos, pero de ahí ha ido evolucionando a través de redes de mensajería encriptada como Telegram o sobre todo, Signal.
El movimiento incluye una nebulosa de actores, sobre todo de los extremos políticos, de la extrema izquierda, pero también de la ultraderecha. La mayoría de las formaciones políticas y sindicales se han mostrado muy reacias a darles su apoyo, al no saber exactamente ni sus reivindicaciones ni el tipo de actos que pretenden acometer. Tan solo Jean-Luc Mélenchon les ha ofrecido su apoyo y esto ha podido condicionar a politizar en parte el movimiento y las consecuencias de lo que puedan hacer el miércoles en la calle. La intersindical, por su parte, ha preferido optar por una convocatoria de paros propia para el día 18 y antes de esa fecha también hay convocados paros sectoriales.
La protesta busca afectar comercios, transporte público, aeropuertos, carreteras y refinerías. Sectores como taxistas y agricultores, activos en recientes movilizaciones, han anunciado su participación. El llamamiento también promueve un boicot a grandes superficies y bancos, y la no utilización de plataformas digitales como Amazon o Uber, señalados como «cómplices de la especulación». Las fuerzas y cuerpos de seguridad se preparan para evitar una jornada negra en Francia.
El ministro del Interior, Bruno Retailleau, ha declarado que no se esperan «grandes movimientos» sino más bien «acciones espectaculares» que puedan tener impacto mediático. En este sentido, Interior va a movilizar un gran dispositivo para evitar el bloqueo de infraestructuras sensibles como estaciones de transporte, centrales de energía o lugares emblemáticos. También tendrán, durante esta jornada, una vigilancia especial los llamados «lugares de poder», como la Asamblea Nacional, el Senado o los ministerios. Retailleau ha echado más leña al fuego calificando de «estúpida» la iniciativa de bloquear todo y ha señalado a la extrema izquierda como principal responsable. Mientras, los servicios de inteligencia, que llevan tiempo infiltrados en el movimiento, han señalado la dificultad que tiene anticipar su repercusión y acciones al ser tan «horizontal» y responder a una situación política, en estos momentos, tan abierta. Tampoco se tiene claro cómo impactará la caída de Bayrou en el aumento o pérdida de seguimiento de esta jornada de movilización social en Francia. Es difícil no pensar, como antecedente, en el movimiento de los chalecos amarillos, lanzado en 2018 contra el aumento del precio del combustible y que puso contra las cuerdas a Macron. El mismo tono combativo, la misma lógica horizontal, los mismos canales de movilización. Pero aquí no hay un símbolo unificador, como el chaleco fluorescente, ni una sola reivindicación capaz de aglutinar la ira. Y, sobre todo, la iniciativa permanece confinada en el ámbito digital. Oficialmente, el colectivo se declara apolítico. Sin embargo, en redes sociales, el llamamiento fue retomado por varias figuras vinculadas a la extrema derecha como la periodista Myriam Palomba, cercana a Florian Philippot y conocida por difundir teorías conspirativas.
Pero la izquierda radical, de la mano de Mélenchon, ha decidido respaldar el movimiento con el punto de mira puesto en pedir la dimisión de Macron. Mientras tanto, Le Pen se ha desmarcado del movimiento, y ha priorizado los llamamientos a convocar elecciones anticipadas en lugar de bloqueos. Los sondeos le otorgan un 32% de intención de voto en una eventual primera vuelta.
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