Defensa
China entierra su gran talón de Aquiles con un nuevo supercaza que puede vender sin el permiso de Occidente
La industria militar china da un nuevo golpe sobre la mesa con un caza de entrenamiento avanzado, un avión capaz de operar en portaaviones que aspira a dominar el mercado de exportación frente a sus rivales occidentales
La Armada china se enfrenta desde hace tiempo a una carencia estratégica notable en su ambicioso programa de portaaviones: la falta de un avión de entrenamiento avanzado y embarcado que sea fiable y de producción propia. Los modelos que utiliza actualmente, como el Guizhou JL-9, han mostrado deficiencias estructurales, mientras que el Hongdu JL-10, más capaz, arrastra una dependencia crítica de motores ucranianos, una cadena de suministro que se ha vuelto, como mínimo, incierta. Esta necesidad se ha vuelto aún más acuciante con la reciente puesta en servicio de buques como el Fujian, el portaaviones más grande y avanzado de China, que requiere una nueva generación de pilotos navales.
En este contexto, la industria de defensa del gigante asiático parece haber movido ficha con la aparición de un nuevo caza de entrenamiento. Aunque el fabricante, que se presume es el Hongdu Aviation Industry Group (HAIG), no ha dado detalles oficiales, las imágenes revelan una aeronave de alto rendimiento. Se trata de un diseño biplaza en tándem, con dos motores y una distintiva doble deriva en la cola, una configuración que apunta a una gran agilidad y estabilidad en vuelo. Sus características avanzadas sugieren que está diseñado no solo para las necesidades actuales, sino también para preparar a los pilotos para los cazas del futuro, ya que China podría liderar la carrera por obtener aviones de sexta generación.
De hecho, el detalle más revelador de este prototipo es su aparente capacidad para operar desde portaaviones. Según informa el medio The War Zone, su tren de aterrizaje, visiblemente robusto, es un indicio claro de que ha sido diseñado para soportar la violencia de los apontajes, los aterrizajes con cable de frenado. Además, el morro del avión es lo suficientemente grande como para albergar un radomo, lo que sugiere que podría equipar un radar y asumir misiones de combate ligero.
Autonomía productiva y ambición en el mercado exterior
Más allá de sus capacidades navales, este nuevo modelo solucionaría uno de los mayores quebraderos de cabeza de Pekín. A diferencia de sus predecesores, todo apunta a que estaría impulsado por motores de fabricación nacional. Este salto tecnológico garantizaría una completa autonomía productiva y logística, blindando a las fuerzas armadas chinas frente a cualquier vaivén geopolítico que pudiera afectar al suministro de componentes extranjeros. De hecho, este avión es solo una de las muchas plataformas militares que el gigante asiático está desarrollando, como demuestran las imágenes de nuevas superarmas y aviones futuristas de China descubiertas recientemente.
Por otro lado, su diseño polivalente, que combina la formación de pilotos de élite con capacidades de ataque ligero, lo convierte en un competidor en el mercado global de primer orden. Esta plataforma dual entra a competir directamente con modelos de gran éxito internacional, como el FA-50 de Corea del Sur o el M-346 de fabricación italiana, en un sector muy dinámico.
Asimismo, la gran baza de este avión en la arena internacional reside precisamente en su origen. Al ser un producto íntegramente chino, su venta no estaría sujeta a las habituales restricciones de exportación que Washington o las capitales europeas imponen a sus sistemas de armas. Esto lo convierte en una opción muy atractiva para un buen número de países que buscan modernizar sus fuerzas aéreas sin las ataduras políticas occidentales.