Opinión

Los ciberataques rusos amenazan con influir en las elecciones catalanas y europeas

Rusia y China buscan agravar las tensiones geopolíticas que podrían terminar atentando contra la estabilidad democrática de Occidente

Los ciberdelincuentes resultarán determinantes a la hora de definir las relaciones diplomáticas y el nuevo orden mundial
Los ciberdelincuentes resultarán determinantes a la hora de definir las relaciones diplomáticas y el nuevo orden mundialAgencia EFE

Los comicios catalanes y europeos no sólo centran el debate político y mediático en España, sino que se han situado en el centro de la diana de los ciberdelincuentes, especialmente de los procedentes desde Rusia y China, quienes amenazan el ciclo electoral con la clara intención de agravar las actuales tensiones geopolíticas que podrían terminar atentando contra la estabilidad democrática e integridad de Occidente.

En el caso concreto de Rusia, los ataques buscarán mostrar las costuras de Europa y desviar la atención de la guerra en Ucrania. Y con ese objetivo, los ciberdelincuentes podrían aprovechar las elecciones en Cataluña para auspiciar a los movimientos independentistas como potenciales aliados para debilitar e incluso fragmentar el proyecto europeo.

La avalancha de ciberataques que se prevé durante las próximas semanas someterá a examen la capacidad española, y comunitaria, de combatir una amenaza creciente a la que, paradójicamente, aún no se le da la importancia que merece.

Dicho lo cual, ¿cómo afectarán estos delitos a cada una de las citas electorales?

La digitalización ha dado un vuelco a la forma en que se busca influir en unas elecciones, más aún con las posibilidades que la inteligencia artificial pone en manos de los ciberatacantes. La concentración de tres elecciones consecutivas en abril, mayo y junio será una prueba de fuego para testar nuestra capacidad en materia de ciberseguridad y comprobar hasta qué punto estos delincuentes son capaces de cumplir con su objetivo de tener una influencia en los resultados.

En primer lugar, nos enfrentamos a la amenaza de la desinformación, un peligro que se manifiesta de manera diferente en cada cita electoral, en función de la propia evolución que tengan los mensajes que se vayan manejando.

La desinformación se utiliza como herramienta de influencia durante la campaña electoral, para inducir confusión y generar incertidumbre. Justo durante el día de las elecciones llega el momento del ciberataque como tal. Ciberataques que van habitualmente dirigidos a páginas web de organismos oficiales, especialmente los involucrados en la publicación de los resultados del escrutinio en tiempo real.

En este sentido, uno de los ciberataques por excelencia es el envío de miles de peticiones al mismo tiempo a una página web, con el objetivo de colapsarla para que deje de estar operativa. De conseguirlo, el proceso de recuento quedaría envuelto en una oleada de sospechas con las que los ciberdeliencuentes cumplen su objetivo de generar confusión y que se llegue a poner en duda, no sólo el sistema de ciberseguridad de esa página web u organización, sino del sistema en conjunto, todo un rédito para los ciberatacantes.

Además, la inteligencia artificial da nuevas posibilidades a los ciberatacantes. Por ejemplo, generando deepfakes, es decir, archivos de vídeo, imagen o voz manipulados con los que difunden desinformación sobre un tema o candidato concretos.

La red social Tiktok encaja perfectamente en este tipo de acciones, que se llevan a cabo desde cuentas falsas que aparentemente tienen miles o millones de seguidores. De esa manera, los ciberdelincuentes se saltan el filtro de los medios de comunicación y encuentran la manera de alcanzar a un gran número de personas. Aunque no es la única, cualquier red social que admita contenidos audiovisuales es una vía potencial de difusión para este tipo de acciones.

En definitiva, este ciclo electoral se enfrenta a una amenaza cibernética, que si ya de por sí está siempre latente, en momentos electorales encuentra un caldo de cultivo óptimo. No hablamos de bombas ni de misiles, sino de ataques mucho más sofisticados, que a veces no se ven, pero se presienten, y que se cobran cada vez más víctimas con nefastas consecuencias tanto en el terreno económico-empresarial como en el geopolítico. Sin duda, los ciberdelincuentes resultarán determinantes a la hora de definir las relaciones diplomáticas y el nuevo orden mundial.

*Juan Miguel Velasco, CEO de Aiuken Cybersecurity