Donald Trump

Donald Trump: “Yo soy el elegido”

El presidente de EE UU se compara, en broma, con el Mesías ante la prensa

Donald Trump en su visita a Kentucky el pasado miércoles
Donald Trump en su visita a Kentucky el pasado miércoleslarazon

El presidente de EE UU se compara con el Mesías ante la prensa

Que Donald Trump carece de metro en lo que atañe al ego resulta obvio. Ayer, sin ir más lejos, se autotituló como “el elegido”. El hombre llamado por un poder mitológico o mágico para guiar a los suyos. Lo dijo, concretamente, mientras explicaba las negociaciones con China: “Esta es una guerra comercial que debería haber tenido lugar hace años ... alguien tenía que hacerlo. Yo soy el elegido”.

Sí, sus palabras tenían un deje de broma. Además, hacía pocas horas que había colgado un tuit del periodista y escritor Wayne Allyn Root, célebre por su afición a explicar la realidad mediante todo tipo de conspiraciones, había asegurado que “el presidente Trump es el presidente más grande para los judíos y para Israel en la historia del mundo, no solo para Estados Unidos, es el mejor presidente para Israel en la historia del mundo... y el pueblo judío en Israel lo ama... como si fuera el rey de Israel. Lo ama como si fuera la segunda llegada de Dios... Pero los judíos estadounidenses no lo conocen ni lo quieren. Ya ni siquiera saben lo que hacen o dicen. ¡No tiene sentido! Pero está bien, si sigue haciendo lo que está haciendo, es bueno para... todos los judíos, negros, gays, todos. Y lo más importante, es bueno para todos en Estados Unidos que quieran un trabajo”.

Trump, que ya decimos que reprodujo el mensaje en su propia cuenta de Twitter, remató con un “Guau!” de su propia cosecha. El resto de su conferencia de prensa, antes y después de consagrarse entre bromas y veras como el Mesías, no fue mejor. Atacó e insultó a Joe Biden en varias ocasiones, habló de la economía en términos poco claros, criticó a los socios de la OTAN.

Muchos en Washington reaccionaron con la certeza de que no hay novedades, sólo otro día más en la carrera de improperios y dislates verbales de un presidente adicto a los focos. Pero otros muchos, como Stephen Collinson en CNN, están convencidos de que el aumento en la temperatura dialéctica y el torrente de declaraciones y tuits presidenciales está motivado por la economía. O mejor, por las señales, turbadoras, que envían los indicadores económicos, deprimidos entre otras cosas por el rumbo de las conversaciones con China. Desde luego que hasta ahora la marcha de la economía, que sigue la estela alcista ya vivida durante los mandatos de Obama, ha sido su gran fortaleza. Si esto fallara, si el país entrara en recesión, sus posibilidades de ser reelegido quedaría muy tocadas.