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Entrevista

Enrico Letta: "El miedo a que Trump nos abandone en Ucrania es un desafío mortal para Europa"

"La guerra del futuro es tecnológica y sin humanos, pero Europa sigue pensando en soldados", lamenta el ex primer ministro italiano

El ex primer ministro italiano Enrico Letta. © Alberto R. Roldán / Diario La Razón Alberto R. RoldánPHOTOGRAPHERS

Es uno de los mejores y más activos profetas del europeísmo en la actualidad. Enrico Letta, ex primer ministro de Italia y actual decano de la IE School of Politics, Economics and Global Affairs (Madrid), se ha convertido en una de las voces más influyentes del debate europeo gracias a su “Informe Letta”, encargado por la Comisión Europea y presentado en 2024. En este documento diagnosticó las causas estructurales de la pérdida de competitividad europea y propuso una hoja de ruta para completar de una vez la integración del mercado único en energía, conectividad y capitales. Letta participó en el foro Metafuturo, organizado por Atresmedia, donde concedió esta entrevista a LA RAZÓN y en la que analiza los riesgos para Europa del segundo mandato de Donald Trump y la urgencia de reconstruir la cohesión continental antes de 2028.

¿Cree que la segunda presidencia de Donald Trump actuará como catalizador positivo para reforzar la integración europea o, por el contrario, la debilitará?

En teoría debería ser un catalizador positivo. Sin embargo, hasta ahora ha sido un factor de debilidad por una razón muy simple: Trump ha ejercido un chantaje permanente sobre el tema de la defensa de Ucrania. Ha amenazado a Europa con dejar a Ucrania sin el apoyo estadounidense desde el inicio de su presidencia. Para mí este es el tema principal. Esa amenaza constante -desde Anchorage hasta las conversaciones con Zelenski- supone un desafío mortal para Europa porque, simplemente, sola no es capaz de defender Ucrania. Hemos comprendido que necesitamos a Estados Unidos porque nuestra defensa está tan fragmentada que no podemos asegurarla de manera autónoma. En estos últimos diez meses la presión de Trump ha generado enormes problemas a los europeos. El acuerdo sobre los aranceles, con esa imagen tan humillante de Europa “arrodillada”, tampoco ha sido positiva para el orgullo europeo. Pero de nuevo, la razón es el miedo a que Trump nos abandone respecto a Ucrania. Por eso creo que todo dependerá del final de la guerra. Si la guerra termina pronto, podremos liberarnos de esa presión y convertirla en un estímulo positivo para reforzar internamente la Unión Europea.

Algunos sostienen que fue un error no haber concedido a Putin la neutralidad de Ucrania en 2022, como Finlandia durante la Guerra Fría. ¿Comparte esa idea?

No, no fue un error. Ucrania es un tema fundamental no solo para los ucranianos, sino para la seguridad europea. El discurso de Putin es recuperar todo lo que fue la Unión Soviética; por tanto, no se trata únicamente de Ucrania. Una Ucrania fuerte e independiente también es esencial para Europa. Espero que se busque pronto una negociación de paz, porque el conflicto es un gran problema para todos, aunque soy consciente de que no será fácil.

Usted insiste en que la integración europea es clave, pero algunos líderes, como Viktor Orbán, son reacios a avanzar en una mayor integración. Además, Francia se encamina a unas elecciones en 2027 con una posible victoria de Marine Le Pen. ¿Es realista pensar que se podrá avanzar?

Hace tres semanas, el Consejo Europeo del 23 de octubre tomó una decisión muy importante: fijar 2028 como fecha límite para integrar el mercado único europeo en energía, conectividad y mercados financieros, que son el corazón de mi informe. Para mí esta decisión es revolucionaria porque recupera el método de Jacques Delors: la Europa del 92 y la del euro avanzaron con plazos concretos. Sin plazos, las políticas son debates académicos. Con plazos, se convierten en acciones reales. Y lo más sorprendente es que esta decisión fue aprobada por los 27 países, incluido Orbán. Cuando se trata de integración pragmática para ser más competitivos, atraer inversiones y crear empleo, ya no hay ideologías: incluso los más euroescépticos la apoyan. Europa hoy tiene una gran oportunidad. Somos más estables que Estados Unidos y podemos atraer inversiones si ofrecemos un entorno favorable: simplificación normativa, competitividad fiscal y, sobre todo, un mercado único real. Si no lo hacemos, en energía, conectividad y mercados financieros seguiremos siendo una colonia de Wall Street, o de Estados Unidos, o de China.

Usted cita un discurso reciente de Xi Jinping. ¿Por qué es relevante para Europa?

Porque en julio Xi Jinping anunció un plan para integrar el mercado único chino en cinco años, eliminando sus barreras internas. Es exactamente lo que necesitamos nosotros. En un mundo tan fragmentado en bloques -americano, chino, BRICS- la única manera de que Europa sea competitiva es estar integrada. Por eso la fecha de 2028 es tan importante: todos la aprobaron. Después veremos qué pasa en Francia u otros países, pero la decisión ya está tomada y es histórica.

¿Existe en Europa un problema de liderazgo? ¿Faltan figuras fuertes como Helmut Kohl o Jacques Delors?

La debilidad de los líderes de hoy es un tema, pero creo que antes era más fácil, porque Europa era más simple y más pequeña. Llegar a acuerdos entre 10 o 12 países no es comparable con hacerlo entre 27 con prioridades tan distintas. El lunes estuve en Bucarest hablando sobre mi informe. La visión de los países fronterizos con Ucrania y Rusia es muy distinta a la de Italia, España o Portugal. Sus prioridades no tienen nada que ver con las nuestras. Además, debemos añadir una dimensión paneuropea: si Europa quiere ser un bloque comparable al estadounidense o al chino, debe dialogar también con británicos, suizos, noruegos, islandeses e incluso con Turquía en temas de defensa. Esa complejidad hace aún más difícil el liderazgo.

¿Es viable una defensa europea autónoma a corto plazo? ¿Cuántos años se necesitarían?

La cuestión fundamental es la industria de defensa. Durante estos años de apoyo a Ucrania hemos comprobado que, si no tenemos una industria consolidada, terminamos comprando armas estadounidenses con dinero europeo. Es la paradoja máxima: con dinero europeo creamos empleos en Estados Unidos. Hoy los números son increíbles: no tenemos la escala industrial necesaria para producir lo que necesitamos en el corto plazo. Por eso la prioridad absoluta es consolidar la industria europea de defensa con un esfuerzo político real. Y algo más: hablamos de defensa con un lenguaje viejo, como en las películas de Hollywood. Pero la guerra del futuro -y es una lección central de Ucrania- será tecnológica, sin humanos, basada en drones y sistemas inteligentes. Mientras discutimos sobre un avión de combate para 2080, otros están desarrollando capacidades tecnológicas decisivas. La defensa del futuro se gana con tecnología, integración y escala industrial.

Algunos gobiernos temen que invertir miles de millones en defensa reduzca los fondos sociales y genere inestabilidad. ¿Cómo evitar ese choque?

Es un riesgo real. La única solución es que la inversión en defensa genere crecimiento mediante tecnología dual, útil tanto para defensa como para la economía civil. Y que los programas sean europeos, no nacionales. Solo así evitaremos que el gasto militar compita con el gasto social. La defensa no puede absorber recursos destinados al bienestar.

En cuanto a la inteligencia artificial y la cuarta revolución industrial, ¿Europa está llegando tarde?

Sí, estamos en un retraso dramático. La causa fundamental es la falta de inversiones públicas y, sobre todo, privadas. El crecimiento estadounidense de los últimos diez años se explica por innovación e inteligencia artificial financiadas masivamente por el sector privado. Europa no puede competir porque su mercado financiero está fragmentado en pequeños mercados nacionales. Un mercado financiero fragmentado no tiene ninguna capacidad de competir con Estados Unidos. Por eso, cuando hablamos de la integración de los mercados de capitales, hablamos de la condición básica para recuperar el terreno perdido en innovación. Además, propongo crear un fast track europeo para startups, con un marco jurídico único -lo llamo el “Estado 28”- que sea simple, flexible y atractivo. Hoy muchas startups europeas emigran a Estados Unidos. Es un desastre. Necesitamos mantener ese talento aquí. Otro elemento clave es el espacio y los satélites. Europa debe integrar su industria espacial. En mi universidad trabajamos mucho en este ámbito porque combina competencias científicas y de gobernanza, y será una frontera crucial en la próxima década.

La última cuestión: los debates identitarios, especialmente la inmigración, ¿son el riesgo más grave para el futuro de la UE?

La inmigración es el tema principal desde hace doce años, desde la gran crisis de Siria. Y fue el origen del Brexit. Mi convicción es que el Brexit fue, en esencia, una decisión sobre inmigración. Y fue un desastre total: para Europa y también para el Reino Unido. Los problemas actuales de Europa empezaron con el Brexit, y diez años después la situación es peor para todos. La presión migratoria y la mala gestión europea seguirán siendo uno de los grandes temas políticos de los próximos años.

¿Le ha sorprendido el Gobierno de Giorgia Meloni?

Prefiero no hablar de Italia.