Defensa

La amenaza rusa acerca Suecia a la OTAN

El Gobierno sueco recuerda al Kremlin su derecho a establecer las alianzas de seguridad que considere oportuno, pero descarta una inminente adhesión a la Alianza Atlántica

Fuerzas anfibias suecas participaron en maniobras militares al sur de la isla de Gotland
Fuerzas anfibias suecas participaron en maniobras militares al sur de la isla de GotlandEJÉRCITO SUECOEJÉRCITO SUECO

Desde la anexión rusa de la península ucraniana de Crimea en 2014, Suecia ha sido más asertiva en política de seguridad y defensa. El Gobierno socialdemócrata que asumió el poder aquel otoño recuperó la mili, aumentó un 75% su presupuesto militar, alertó a su población ante una eventual agresión exterior, y estrechó su cooperación con la OTAN. El creciente clima de tensión en el este de Europa y los nuevo tambores de guerra en Ucrania, en cuyas fronteras Rusia mantiene estacionados a 100.000 soldados, ha reabierto el debate político sobre una eventual adhesión a la Alianza Atlántica, con la colabora activamente desde los años noventa a través de la Asociación para la Paz.

Las reiteradas exigencias de Moscú a Wahsington para “comprometerse a evitar una mayor expansión hacia el este de la Organización del Tratado del Atlántico Norte”, en clara referencia a Ucrania y Georgia, pero por extensión a dos países tradicionalmente neutrales como Suecia y Finlandia, ha obligado al Gobierno sueco a salir al paso en defensa de su derecho a establecer las alianzas defensivas que considere oportuno para garantizar su seguridad.

“En Suecia, somos nosotros mismos quienes decidimos sobre nuestra política exterior y de seguridad y con quién elegimos cooperar”, aseguró de forma enérgica la primera ministra, la socialdemócrata Magdalena Andersson, en un comunicado de prensa hecho público el pasado jueves. “Los derechos internacionales deben ser respetados y cumplidos. Estos incluyen el derecho de cada Estado a establecer de forma independiente su propia dirección en la política de seguridad”, insistía Andersson tras conversa telefónicamente con el presidente finlandés, Sauli Niinistö, y el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg.

Ya antes de Navidad, el ministro de Defensa, Peter Hultqvist, afirmó que la demanda rusa era “totalmente inaceptable”, pero también subrayó que Suecia no tenía planes de unirse a la alianza “ni ahora ni en el futuro”, lo que generó críticas de los partidos de derechas, tradicionalmente favorables a la integración sueca en la OTAN.

“Debemos tener la libertad de tomar nuestras decisiones basándonos en lo que creemos que es mejor para el pueblo sueco. Se trata de nuestra soberanía básica y libertad de acción para tomar nuestras propias decisiones”, hacía hincapié Hultqvist,

Para la oposición de derechas, en cambio, que sacó adelante en diciembre una resolución en el “Riksdag” (Parlamento) para mantener abierta la “opción OTAN”, la posición del Gobierno es demasiado cauta. En opinión del líder de la oposición, el conservador Ulf Kristersson, Andersson debería haber seguido el ejemplo del presidente y la primera ministra finlandesa, Sanna Marin, que en sus discursos de Año Nuevo insistieron en del derecho de su país de mantener sobre la mesa la posibilidad de ingresar en la OTAN.

“Suecia debería ahora, en un amplio acuerdo político, hacer lo mismo que Finlandia. Reforzaría la seguridad de nuestro país y aumentaría la estabilidad de nuestra parte de Europa”, escribió en su perfil de Facebook.

“Eso es precisamente lo que el Kremlin quiere escuchar”, se quejó Kerstin Lundgren, portavoz de política exterior del Partido del Centro, aliado parlamentario del Gobierno socialdemócrata en minoria. “Hultqvist tiene exactamente la misma posición sobre la membresía sueca en la OTAN que el Kremlin. Para poder tomar su propia decisión, también debe incluir poder unirse a la OTAN”, exigió.

En opinión de Charly Salonius-Pasternak, investigador principal del Instituto Finlandés de Asuntos Internacionales, el borrador ruso de 17 diciembre marca un punto de inflexión. “Una línea es para decir ‘bueno, no hay nada nuevo en esto. Rusia ha dejado claro a lo largo de los años que preferiría que Finlandia y Suecia no se unieran a la OTAN”, asegura. “Pero lo que no ha sucedido antes son dos cosas: una, pedir algún tipo de garantía por escrito de la OTAN y, dos, dejar en claro que lo que Rusia exige para Ucrania y Georgia también se aplica a Finlandia y Suecia: ‘vecinos cercanos’”, explica.

Lo cierto es que el apoyo de la opinión pública para integrarse en la Alianza Atlántica ha aumentado considerablemente en los últimos años. Según una encuesta de Demoskop elaborada el año pasado, un 46% de los suecos es favorable, frente al 17% que lo estaba en 2012.

Localizador de Gotland
Localizador de GotlandTania Nieto

Sin embargo, la OTAN sigue siendo un asunto que enfrente a la derecha y la izquierda. Tras cambiar su inicial rechazo a la Alianza, la ultraderecha de los Demócratas Suecos (SD), tercera fuerza del Parlamento, se ha unido a moderados, liberales, centristas y cristiano demócratas a favor de una futura adhesión a la OTAN. Sin embargo, socialdemócratas, verdes y ex comunistas mantienen su reticencia a sacrificar la neutralidad militar sueca.

“El Partido Socialdemócrata, por razones de identidad, tiene bastante claro que Suecia debe tener una voz independiente en la política internacional, y tienen una perspectiva muy de los ochenta de que la OTAN está controlada por Estados Unidos”, opina Magnus Christiansson, del Instituto de Defensa Sueco, en declaraciones a la agencia Associated Press. Por todo ello, es altamente improbable que Suecia llame a las puertas de la Alianza Atlántica mientras no haya un cambio de Gobierno y la derecha asuma el poder.

Pero más allá del debate doméstico, el tradicional rechazo de la opinión pública finlandesa a la adhesión a la OTAN dificulta las opciones suecas, dado que se da por hecho que, en caso de integración en la Alianza Atlántica, lo harían al mismo tiempo ambos países escandinavos, que en los últimos años han estrechado su alianza militar.

En opinión de Salonius-Pasternak, las reticencias finlandesas suponen una barrera para la adhesión de Suecia. “La oposición a la membresía finlandesa en la OTAN ha sido de entre 60 y 70% desde que la gente comenzó a preguntar a principios de los años noventa”, explica. “Entonces, mientras que en Suecia es completamente concebible que haya suficiente apoyo, en Finlandia, todavía no lo hay”, constata Salonius-Pasternak.

El caso sueco es paradigmático, pues su isla de Gotland ocupa una situación privilegiada en el Báltico, a 350 kilómetros del militarizado enclave ruso de Kaliningrado. Desde Gotland, Moscu tendría fácil acceso a Estonia, Letonia y Lituania, tres repúblicas que recuperaron su independencia de la extinta URSS en 1991 y que forman parte de la OTAN desde 2004.

De ahí que el Gobierno sueco haya decido fortalecer la defensa de la isla con un batallón permanente de 350 soldados en Visby, la capital de Gotland. En septiembre de 2017, la isla fue escenario de “Aurora17″, las mayores maniobras militares en 24 años, con cerca de 20.000 soldados y personal civil suecos, además de unos 1.500 militares de Estados Unidos, Estonia, Dinamarca, Noruega, Lituania, Francia y la también neutral Finlandia.