Dimisión

Las inquietudes europeas con Italia sin “Super Mario”

La salida del primer ministro italiano preocupa no sólo a los italianos sino también, y sobre todo, a los europeos

El presidente italiano Sergio Mattarella (derecha) firma la disolución del Parlamento frente a la dimisión del primer ministro italiano, Mario Draghi (izquierda)
El presidente italiano Sergio Mattarella (derecha) firma la disolución del Parlamento frente a la dimisión del primer ministro italiano, Mario Draghi (izquierda)DPA vía Europa PressDPA vía Europa Press

Apodado “Super Mario” por las plazas financieras cuando dirigía el Banco Central Europeo, el primer ministro italiano Mario Draghi ha dimitido esta semana. Conocido por su agudo sentido de la responsabilidad política y financiera, la salida del “Condotiere” preocupa no sólo a los italianos sino también, y sobre todo, a los europeos. Los motivos y las consecuencias de este acontecimiento pueden sacudir toda la zona del euro. En efecto, al anunciar su dimisión el jueves pasado, Draghi hizo temblar a Europa y a los mercados, que entraron en pánico al ver que el coste de la deuda pública italiana se disparaba casi instantáneamente. Su dimisión llega en el peor momento para Italia, que debe reducir su dependencia del gas ruso y llevar a cabo difíciles reformas para recibir fondos del plan de recuperación europeo.

La recomposición del paisaje político italiano va a ser difícil, dadas las reglas electorales vigentes. Las elecciones, que tendrán lugar en septiembre, abren la posibilidad de una gran variedad de coaliciones. Esta crisis es sin precedentes y las consecuencias económicas y financieras son inciertas. Los aliados de Draghi le han abandonado. El Partido Democrático de Enrico Letta es el único que se ha mantenido fiel a él. Durante meses, la coalición de unidad nacional ha estado plagada de graves desavenencias. Ante la proximidad de las elecciones legislativas, previstas inicialmente para la próxima primavera, cada partido quería recuperar cierta autonomía. En primer lugar, la Liga de Matteo Salvini, preocupada por el prodigioso ascenso en las encuestas del partido rival de extrema derecha, Fratelli d’Italia. Ha obstaculizado constantemente los intentos de Mario Draghi de reformar el sistema de pensiones o liberalizar la economía. Luego, el Movimiento Cinco Estrellas, que está en plena crisis. Víctima de repetidos reveses electorales, el partido va a la deriva. Desafiar a Mario Draghi le permitió reunir a su base electoral, que sentía que sus temas favoritos estaban siendo descuidados por el gobierno. Por último, la Liga y Forza Italia de Silvio Berlusconi, conscientes de que la intención de voto es mayoritariamente favorable al centro-derecha, han decidido aprovechar la oportunidad de la crisis para anticipar unas elecciones que creen que pueden ganar con creces.

La derecha es la favorita, pero también está dividida. Forza Italia está en pleno declive y se estanca por debajo del umbral del 10%. La Liga de Matteo Salvini también está en fuerte descenso, ahora con un 17%. El partido postfascista “Hermanos de Italia”, dirigido por Giorgia Meloni, está en alza. Es el único partido que se ha mantenido en la oposición durante la experiencia del gobierno de unidad nacional de Draghi, y el que tiene mayor intención de voto en las encuestas (22%). Giorgia Meloni podría convertirse así en la primera mujer presidenta del gobierno.

El sistema político italiano es factor de inestabilidad política porque radica en el temor, tras el fascismo, de ver a un partido dominar completamente el país. Desde 1945, la vida media de un gobierno italiano ha sido de trece meses. Esto se explica, por un lado, por el hecho de que el Senado tiene exactamente tantos poderes como la Asamblea Nacional, lo que es una fuente de bloqueo. Por otra parte, el mecanismo de elección de diputados y senadores favorece la fragmentación de las fuerzas políticas. Una reciente reforma electoral no fue suficiente para disuadir a los partidos más pequeños de una coalición de gobierno -la dirigida por Mario Draghi contaba con ocho partidos- de salir al menor pretexto con la esperanza de ganar fuerza en las siguientes elecciones parlamentarias. Además, “Super Mario” contaba con el apoyo de la mayoría de los representantes electos, pero la coalición era ecléctica, formada por partidos de izquierda y de derecha. Por lo tanto, su mandato no estaba claro. Las reformas han avanzado, pero Italia no se ha convertido en otro país y sigue siendo el “enfermo” de la Unión Europa. Si una coalición despilfarradora y euroescéptica llega al poder, no cabe duda de que el enfermo podría perjudicar sus funciones vitales.

Más preocupante aún es el hecho de que la dimisión del primer ministro podría señalar el debilitamiento de la coalición occidental contra el Kremlin. Su salida es aparentemente una buena noticia para Vladimir Putin. Draghi fue uno de los principales líderes de la coalición occidental contra Rusia, y uno de los menos ambiguos. Su firmeza quedó patente con las entregas de armamento pesado que igualaban los recursos del ejército italiano, un compromiso aún más notable si se tiene en cuenta que Roma mantenía estrechas relaciones económicas con Moscú, especialmente en lo que respecta al suministro de gas. Ahora bien, es poco probable que su sucesor abandone su línea de solidaridad con Kiev, excepto quizás si pertenece al partido de extrema derecha Fratelli d’Italia.