Opinión

Las dos opciones de Biden ante un Putin nuclear

EE UU podría declarar a las tropas rusas en Ucrania objetivo de la OTAN y atacarlas con armas convencionales o entregar armamento a Kyiv para que ataque Rusia directamente

Destrucción mutua asegurada
Destrucción mutua aseguradaMiguel Roselló

Es realmente difícil predecir lo que podría suceder si Vladimir Putin, presa de desesperación ante la evolución de la situación militar en Ucrania, decidiera emplear armas nucleares para atacar a esta sufriente nación. La dificultad para el vaticinio surge básicamente por la falta de precedentes, ya que ninguna de las cinco potencias nucleares «legitimas» –consideradas así desde que se firmó el Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares (TNP)– ha empleado estos medios contra otra que no los tuviera; esta fue la promesa básica por la que firmaron el resto de las naciones. Los dos únicos lanzamientos norteamericanos contra Japón que registra la Historia –antes de esta regulación nuclear– se justificaron para tratar de evitar las horrorosas pérdidas de vidas americanas que se anticipaban necesarias para acabar la Segunda Guerra Mundial. A partir de este momento, el miedo mutuo ha sido el motor para la contención en la utilización de estas armas.

La previsible reacción de la defraudada opinión pública rusa, caso de continuar los graves reveses de su Ejército en Ucrania, es el único factor –a mi juicio– que puede hacer que Putin se adentre en el desconocido terreno del empleo de armas tácticas contra blancos ucranianos con la intención de amedrentarlos. Y digo armas tácticas y no las estratégicas, porque Ucrania y Rusia están demasiado cercanas geográficamente para evitar que esta última se auto dañarse radioactivamente si emplea las de mayor potencia. Además, el riesgo de escalada con EE UU seria incontrolable. Por otro lado, no creo que una explosión en un lugar neutral –tal como el mar Negro– sea suficiente para disuadir a un presidente como Zelenski determinado y valiente. Solo significativos daños en Ucrania podrían –quizás– erosionar su determinación de expulsar a los rusos de su nación.

El Ejército ruso dispone de una amplia panoplia de armas nucleares tácticas –unas 2.000– de menor potencia explosiva que las estratégicas. Pueden ser instaladas en misiles tierra-tierra tal como los «Iskander», en proyectiles de artillería clásica, en misiles navales como los «Kalibr» frecuentemente empleados por los rusos, pero eso sí, con cabezas convencionales o bien en misiles desde aeronaves. Sus efectos, siendo temibles, no suelen ser decisivos y tienen graves inconvenientes tales como la contaminación del terreno que se pretende conquistar o a través del cual se intenta transitar. Pero la consecuencia más transcendente de romper el tabú nuclear que ha funcionado desde 1945 es el de la probable escalada inevitable al empleo progresivo de armas de mayor potencia –las estratégicas– que pueden dañar gravemente la vida en nuestro Planeta. Por eso los norteamericanos nunca se decidieron a emplearlas pese a los reveses sufridos en Corea, Vietnam y posteriormente en Irak y Afganistan.

¿Cuál puede ser la reacción de la Administración Biden si los rusos emplean armamento táctico en Ucrania? Otra vez entramos en terreno especulativo, ante la falta de precedentes, en que basar nuestras reflexiones. Pero podemos intentarlo. El presidente norteamericano se encontraría aquí ante una situación en lo que está en juego no es solo el destino de Ucrania, sino el equilibrio mundial que ha permitido que «solo» otras cuatro naciones más se hayan dotado con armas nucleares hasta el momento. Si a Putin le sale bien esta hipotética decisión de emplear armas nucleares –y doblega la voluntad ucraniana–, hay decenas y decenas de naciones que sacarán sus conclusiones y tratarán de construir o adquirir estas armas saltando por los aires el TNP de 1968 que las ha protegido hasta el momento. Posiblemente, el presidente Biden piense que ya la convivencia mundial es bastante complicada con una Corea del Norte y potencialmente con Irán; así que con cincuenta Coreas más, el orden mundial y los propios EE UU estarían seriamente amenazados. Por eso, si Putin cumple sus voceadas amenazas nucleares, los norteamericanos no se pueden limitar a mandar una docena más de cohetes Himar a Ucrania o aumentar los misiles anticarro que allí envían. Tendrían que actuar más decisivamente. Aunque ello entrañe un riesgo considerable

Dos son las posibilidades básicas que imagino tiene la Administración Biden ante este hipotético ataque nuclear: considerar que las tropas rusas desplegadas en Ucrania son blancos legítimos para las fuerzas de la OTAN, en operaciones convencionales o encubiertas; y en segundo lugar, autorizar y posibilitar que fuerzas ucranianas contraataquen en territorio ruso. Aun siendo estas dos líneas de acción claramente arriesgadas, la segunda lo es en menor grado, por lo que podría ser intentada inicialmente, y si no fuese suficiente, se la suplementaria con la segunda. El riesgo de escalada a un enfrentamiento directo OTAN-Rusia es apreciable; pero él no reaccionar adecuadamente a la amenaza a la convivencia mundial a medio plazo lo es aún en mayor grado.

Si Putin en su locura por resucitar el Imperio ruso decide emplear armas nucleares tácticas contra Ucrania, hay mucho más en juego que el destino de esta nación mártir. Es el orden mundial y el grado de paz que hemos venido disfrutando en Occidente hasta la fecha lo que peligraría. Hay que reaccionar a tiempo. Ante grandes males, no valen remedios menores.