Secuestrada
“Nunca conocí el mundo exterior”: liberada una niña alemana tras siete años sin ver la luz del día
La menor de ocho años permaneció retenida por su madre en la casa de sus abuelos en la ciudad de Attendorn, al este de Colonia
Una niña alemana de ocho años fue liberada después de que supuestamente su madre y sus abuelos la encerraran durante siete años, dejándola tan débil que apenas podía subir escaleras por sí misma.
Al parecer la menor, conocida solo por el seudónimo de María, desapareció en 2015 cuando tenía unos 18 meses y pasó la mayor parte de su vida confinada en una habitación individual en la casa de sus abuelos en Attendorn, un pequeño pueblo en las colinas de Sauerland al este de Colonia.
No presentaba signos de maltrato físico o desnutrición, pero sus músculos estaban gravemente subdesarrollados y parecía no haber visto la luz del día desde que era una muy pequeña.
Les dijo a los trabajadores sociales que la encontraron que se encontraba abrumada por permanecer tantos años fuera de su hogar y que nunca había viajado en automóvil, visto un bosque o caminado en un prado, según informó un periódico local.
Aunque podía hablar y caminar, “difícilmente podía subir escaleras o superar baches en el suelo por sí misma”, aseguran. Muchas cuestiones acerca de la vida aparente de la niña en cautiverio aún no han podido ser respondidas.
María nació en diciembre de 2013, poco después de que su madre y su padre se separaran. El padre vio a madre e hija periódicamente durante otros seis meses.
Sin embargo, cuando la madre de la niña -identificada como Rosemarie G por el diario Bild- descubrió que él había iniciado una relación con otra mujer, dejó una nota en el parabrisas de su coche explicando que se llevaría a su hija a vivir con unos parientes en Italia.
Posteriormente, le dijo a las autoridades que ella y su hija abandonarían el país a mediados de 2015. Sin embargo, parece que escondió a la niña en la casa de sus padres en Attendorn.
El padre supuestamente vio a la madre en la ciudad en varias ocasiones y afirmó que los regalos y las cartas que había tratado de enviar al supuesto nuevo hogar de la niña en Italia fueron devueltos sin abrir.
Durante los años siguientes, comentó a medios locales que había formado una nueva familia y que perdió la esperanza de contactar con su hija.
No obstante, los trabajadores sociales locales recibieron un aviso de que Rosemarie G todavía estaba en Attendorn y trataron de investigar el caso. Pero los abuelos les dijeron repetidamente que ella estaba en Italia y les negaron el permiso para acceder a su vivienda familiar.
También se negaron “enfáticamente” a permitir que los policías inspeccionaran su casa. Los funcionarios no pudieron obtener una orden de allanamiento sin pruebas convincentes de que se había cometido un delito.
Finalmente, dicha prueba parece que fue proporcionada por un pariente anónimo de la madre. Ella le dijo a la policía que había visitado la casa donde supuestamente se alojaban Rosemarie G y su hija en Italia, solo para enterarse por los propietarios de que ninguno de ellos había vivido allí.
También afirmó que había llamado al número de teléfono de la casa de los abuelos en Attendorn y que Rosemarie G había respondido.
Esto fue una evidencia suficiente para que la Policíay los trabajadores sociales convencieran al juez para que les emitiera una orden pa en la casa el 23 de septiembre, donde encontraron a Rosemarie G ya su hija.
La niña ha sido acomodada temporalmente con una familia de adopción mientras se adapta a la vida normal y está bajo estrecha observación médica y psiquiátrica. Todavía tiene que conocer a su padre, quien dijo que le gustaría encontrarse con ella si se le otorga la custodia.
Por su parte, Rosemarie G se enfrenta hasta diez años de prisión si es declarada culpable de mantener a su hija en cautiverio o de abusar de ella, aunque los fiscales aún no han presentado cargos contra ella ni contra los abuelos.
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