Europa

¿Por qué Italia logra frenar la inmigración ilegal? Así es la "restrictiva" política migratoria de Meloni que aplaude Feijóo

El país transalpino ha reducido la llegada de migrantes a sus costas en más de un 60% en los primeros ocho meses del año, en contraposición al incremento masivo en Canarias o Grecia

La inmigración ilegal es un problema que arrastra una gran cantidad de países en todo el mundo, en especial los del Mediterráneo por su cercanía a África. Las costas de España, Italia o Grecia reciben cayucos y embarcaciones continuamente de inmigrantes que salen como pueden de sus lugares de origen. Sin embargo, llega un punto en el que la situación es insostenible y los gobiernos deben tomar medidas cada vez más restrictivas. Unas dificultades que está logrando solventar Roma a través de la política migratoria de su primera ministra, Georgia Meloni, lo que ha hecho ganarse los aplausos de líderes como Feijóo o el británico Starmer.

En el último año, Italia ha reducido en más de un 60% las llegadas de migrantes ilegales. Según los datos de Frontex, la agencia europea encargada de la vigilancia de las fronteras comunitarias, 41.250 personas cruzaron irregularmente la ruta del Mediterráneo italiano en los ocho primeros meses de este año.

Un número alto de persona, pero bajo comparado con las 114.000 llegadas a Italia durante el mismo periodo de 2023. Una caída que contrasta con los incrementos de las llegadas a España a través de la ruta canaria (25.000 llegadas, un 123% más que el año anterior) o Grecia (37.000 personas, un 39% más).

Centros en Albania o acuerdos con Libia y Túnez: Meloni logra reducir el problema de la inmigración ilegal que arrastra Italia

Una de las claves del éxito que está teniendo la política migratoria de Meloni radica en el acuerdo de la Unión Europea con Túnez, el país geográficamente más cercano a Italia y el cual fue el principal punto de salida en los últimos años. El pasado mes de julio, la líder italiana firmó junto a la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, y el entonces primer ministro neerlandés, Mark Rutte, un pacto con el presidente tunecino, Kais Saied, en el que se comprometían a realizar inversiones millonarias en el país magrebí a cambio de un mayor control en la salida de migrantes.

Frontex también atribuye el descenso de los migrantes en la ruta del Mediterráneo central a las "medidas preventivas adoptadas, además de con las autoridades tunecinas, con Libia y Turquía". A través del llamado "Plan Mattei", presentado a principios de este año, Meloni apostaba por las inversiones para fomentar el desarrollo en los países africanos y controlar así los flujos migratorios. Con una financiación de al menos 5.500 millones de euros, se centró en cinco áreas: educación, sanidad, agricultura, agua y energía. Inversiones con las que frenar la salida de los jóvenes africanos hacia el continente europeo.

Asimismo, otro de los grandes secretos del éxito de esta política migratoria es la apertura de dos centros en Albania para alojar a los inmigrantes rescatados por Italia. Un país que no es de la Unión Europea, pero que acogía su responsabilidad en materia de asilo, por primera vez a manos de un Estado miembro (Dinamarca y Austria ya lo intentaron en su día al intentar copiar el plan de Reino Unido con Ruanda). Los dos centros en cuestión, situados en las ciudades de Shengjin y Gjader, cuentan con una capacidad para 3.000 personas, y se encuentran financiados por Italia y con personal y bajo jurisdicción italiano.

Si bien es cierto que Meloni y su plan migratorio han recibido varias críticas por parte de algunos sectores de la sociedad, que han acusado a la líder italiana de "extrema derecha" y a su política de inmigración como "contraria a los Derechos Humanos", también ha supuesto los aplausos no solo del presidente del Partido Popular español o el primer ministro de Reino Unido (que este pasado lunes amagó con copiar las ideas italianas), sino además de Bruselas.

El Ejecutivo italiano consiguió que von der Leyen se abriera a pactar con el partido europeo de Meloni antes de las elecciones europeas de junio (donde Meloni, por cierto, arrasó en su país) y la UE, asimismo, ha apoyado las políticas migratorias italianas.