Túnez

Guerra abierta contra la yihad en Túnez y Egipto

Miles de policías, en una operación sin precedentes en Túnez, detienen a 120 radicales. Ocho participaron en el ataque de Susa

Fotografía de un vehículo militar egipcio mientras patrulla en la frontera del sur de la Franja de Gaza
Fotografía de un vehículo militar egipcio mientras patrulla en la frontera del sur de la Franja de Gazalarazon

Decidido a erradicar la presencia en su territorio de elementos yihadistas, el Gobierno de Túnez intensificaba ayer la campaña de detenciones iniciada tras el ataque contra un hotel atestado de turistas en la localidad de Susa. El ministro de Relaciones Constitucionales y Sociedad Civil, Kamel Yendubi, notificó el arresto de alrededor de 120 personas en los últimos días, por su presunta vinculación con movimientos extremistas: «Los detenidos estaban en busca y captura por su relación con el radicalismo», precisó, refiriéndose también a la desarticulación de varias células terroristas. En la misma jornada, Yendubi, quien lidera el gabinete de crisis constituido para hacer frente a la amenaza que se cierne sobre el país norteafricano, informó de la detención de ocho personas que tendrían «conexión directa» con los recientes atentados.

Una decena de investigadores británicos asistía a las Fuerzas de Seguridad tunecinas en sus pesquisas, orientadas a dar caza a los miembros de la que fue una «célula durmiente» hasta los asaltos al Museo del Bardo en la capital el pasado 18 de marzo y al hotel Imperial Marhaba en Susa tres meses después. Las autoridades informaron de que otros dos hombres estaban siendo rastreados, como sospechosos de haber recibido adiestramiento en Libia, en las mismas fechas en las que Seiffedine Rezgui fue entrenado para perpetrar el asesinato de 38 turistas. El pasado martes, la Policía tunecina difundió las fotos de dos hombres, identificados como Rafje Talari y Ben Abdallah, sin especificar posibles conexiones entre éstos y Rezgui.

El ministro de Relaciones Parlamentarias, Lazhar Akremi, aclaró después que tanto quienes ya están entre rejas como aquellos que se hallan en el «radar» de los investigadores formarían parte de un único grupo, que habría sido responsable de los dos citados ataques. Uno de los elementos que podrían acelerar la obtención de nuevas pistas es el teléfono móvil del agresor, que fue recuperado del mar por un equipo de buceadores. Por el momento, se ha hecho público el dato de que el joven yihadista se encontraba el día del atentado bajo los efectos de una «sustancia estimulante», posiblemente cocaína. Así lo revelaron los resultados provisionales de la autopsia a la que tuvieron acceso los diarios británicos «Daily Mail» y «Daily Mirror». La euforia provocada por las drogas sería el motivo por el que los testigos observaron a un Rezgui que se reía, al tiempo que disparaba a discreción, pasando por alto que tenía la misión de detonar los explosivos que portaba adheridos a su cuerpo. Pese a que existe un amplio consenso entre los musulmanes de que el uso de narcóticos se considera una falta grave contra los preceptos divinos, esta práctica no es excepcional entre los fanáticos, especialmente los suicidas.

La lucha contra el terrorismo en Túnez se plantea como una guerra ideológica y, en su urgencia de poner barreras a la difusión del islamismo radical, las autoridades anunciaron el cierre de 80 mezquitas que operaban al margen del control del Gobierno. Por lo pronto, dos religiosos han sido amonestados para que cese la «instrumentalización» de los centros de culto: el imam Ben Hassan, que lanza sus discursos en la mezquita mayor de la población de Masaken, y el clérigo y portavoz del Partido Liberación, Ridha Ben Haj. Si bien nunca se han embarcado en ningún tipo de actividad armada, los miembros de esta formación fueron los precursores de la idea de instaurar un califato moderno, 60 años antes de que Abu Bakr al Bagdadi proclamara su reino del terror en Irak y Siria.

El presidente, Beji Caid Essebsi, ha solicitado en reiteradas ocasiones un apoyo decidido de la comunidad internacional, para que su país continúe ostentando el título de oasis democrático en medio de una región convulsa y amenazada por la desintegración institucional. Rozando el estatus de «Estado fallido», de la vecina Libia, constituye una amenaza real para la propia estabilidad de Túnez, que deberá enfrentarse a una nueva crisis del turismo tras un atentado –el del Imperial Marhaba– dirigido expresamente contra extranjeros. Las medidas adoptadas como la reducción del IVA turístico y la eliminación de los impuestos de salida no han frenado, de momento, el miedo de miles de potenciales visitantes que, desde la semana pasada, han virado el rumbo de sus vacaciones.